UNA GRANADA SIN SEGURO
UNA GRANADA SIN SEGURO
Por Aurelio Contreras
Moreno
El triunfalismo
bravucón del morenato, desatado luego de su triunfo en la elección del pasado
domingo, topó con un elemento que no estaban contemplando: la opinión y la
fuerza del gran capital.
El mismo lunes 3 de
junio, un día después de la aplastante victoria de Morena en las elecciones del
día anterior, la Bolsa Mexicana de Valores y el hasta hace poco muy presumido
“superpeso” experimentaron una caída estrepitosa.
El Índice de
Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores cayó 4.9 por
ciento, su mayor desplome desde marzo de 2020, cuando se anunció el inicio
de la pandemia de covid-19. Mientras que el peso mexicano, que se había
mantenido fuerte durante un largo periodo, sufrió una depreciación de 2.96 por
ciento.
La razón resultó
evidente: fue mal recibida en los mercados la noticia de que el resultado de
las elecciones le otorgó un poder cuasi absoluto al bando político oficialista,
que desde antes de las campañas se trazó como uno de sus objetivos obtener la
mayoría calificada en el Congreso de la Unión, misma que le permitiría
modificar a su antojo y sin freno alguno las leyes en México, incluida la
Constitución por entero.
Hasta ahora, por lo
menos en la Cámara de Diputados parece que será una realidad esa mayoría
calificada, motejada por el propio morenato como el “plan C”, que entre sus
planes tiene pulverizar la autonomía del Poder Judicial federal y de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, a través de la partidización de la elección de
jueces, magistrados y ministros y en consecuencia, de toda la impartición de
justicia; así como desaparecer los organismos autónomos como el Instituto
Nacional de Transparencia y Acceso a la Información, la Auditoría Superior de
la Federación y todos aquellos que realizan una labor de control y
fiscalización de las decisiones del Poder Ejecutivo.
Esa intención fue
corroborada y reiterada este jueves por los legisladores de las bancadas de
Morena en las dos cámaras del Congreso de la Unión. El coordinador de los
diputados federales, el poblano Ignacio Mier, salió a declarar que en
septiembre, una vez que asuma el nuevo Poder Legislativo de mayoría morenista,
aprobarán “fast track” las 18 iniciativas de reforma que presentó en febrero el
presidente Andrés Manuel López Obrador y que van precisamente en el sentido
antes explicado.
Y de nueva cuenta, el
mercado reaccionó negativamente. Tras la bravuconada de los morenistas –que
además significa una falta de tacto y respeto político para Claudia Sheinbaum,
quien ya debería estar asumiendo el mando de a de veras, pero que sigue
eclipsada por el presidente que según ya se va a “jubilar”-, la moneda mexicana
volvió a caer y llegó a estar a 18 pesos por dólar, para cerrar la jornada a
17.89. Así de frágil el “superpeso”.
La razón es la misma:
la concentración del poder en un solo estamento político no da certeza a la
inversión, precisamente porque lo primero que hace es desbaratar todos los
contrapesos a un ejercicio del poder ilimitado, sin freno alguno, que cree que
puede hacer lo que quiera porque “el pueblo” así lo quiso, lo que deviene en
decisiones necesariamente autoritarias.
El siguiente paso es
que la desconfianza en la actuación de la clase gobernante del próximo sexenio pueda
derivar en una fuga de capitales y una crisis económica, megadevaluación
incluida. Una película que en México ya hemos visto varias veces. Sheinbaum lo
sabe y por eso salió de inmediato a intentar salvar la situación, anunciando
que mantendrá en la Secretaría de Hacienda a Rogelio de la O, que como quiera
ha logrado mantener a flote el barco de las finanzas públicas a pesar del
despilfarro del obradorato en programas clientelares, obras faraónicas y dispendio
electoral.
Incluso, tras el gazapo
de Mier, Sheinbaum matizó el tema de la aprobación del “plan C” y hasta convocó
a un “diálogo” y a un Parlamento Abierto para discutir las reformas, lo cual, y
lo vimos todo este sexenio, nunca sirvió de nada. Lo que ya estaba instruido
que se aprobara, se aprobaba sin más. Y mientras López Obrador siga en la silla
presidencial, nadie osará contradecirlo. Incluyéndola.
No tardarán en salir en
redes y medios oficiosos arengas nacionalistas repudiando el “intervencionismo”
de los capitales privados en las decisiones soberanas del país, insuflando un
patrioterismo entre la población que puede ser efectivo en términos de la
propaganda para el control interno. Pero que de nada sirve para mantener la
estabilidad en una economía de mercado, de la cual, le guste o no al
“socialismo caviar” que puebla en Morena, México depende por completo.
A diferencia de todos
los presidentes anteriores, Claudia Sheinbaum iniciaría su ascenso al poder sin
ejercerlo realmente, acotada, maniatada por un mandatario como López Obrador
que pretende gobernar hasta el último momento como si fuese el primer día, y
que en su afán por someter a quienes se le opusieron durante su sexenio, podría
dejarle como herencia a su sucesora una granada sin seguro.
Esa es una película que
todavía estamos por ver.
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@yeyocontreras