Una historia de trabajo
Rafael Rojas Colorado
rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx
(Para el señor Manuel Silva Durán)
Metafóricamente decimos que la Feria del libro es un jardín en el que las flores y los frutos son el conocimiento; y las ideas y fantasías, ambrosía para el espíritu humano en forma de libros.
El recinto de sabiduría siempre tiene reservada una sorpresa y en esta edición de la XXVI Feria del libro Infantil y Juvenil de la ciudad de Xalapa, Veracruz, del año 2015, otorga un merecido reconocimiento al señor Manuel Silva Durán por sus 52 años dedicados a la venta de libros.
Don Manuel recuerda con nostalgia el despertar de su adolescencia cuando uno de sus hermanos, como si protagonizaran un cuento de hadas, lo llevó a observar unos libros protegidos por el cristal del aparador de una librería; Manuel los divisaba sin entender nada, mientras su consanguíneo entraba al negocio y, luego de un rato, salió e inesperadamente le dijo: “Mañana temprano te presentas a trabajar en este lugar”. Manuel, con cierto temor, preguntó cuál sería su responsabilidad, a lo que su hermano contestó: “No te preocupes, aquí te la enseñarán”. Este fue su primer contacto con los libros; las librerías se convirtieron en su área de trabajo. Sus primeras experiencias las forjó en la librería “Científico- Técnica”, ganando diez pesos semanales. Más tarde, en muchas otras como “Ariel”, “Parroquial del sur”, “América”, “Inter-académica” e “Internacional”, en la ciudad de México. Asimismo, fue testigo de cómo se iba transformando el México apacible de su juventud en una ciudad dependiente de la tecnología.
Es imposible evitar el transitar por los caminos que traza la aventura de la vida y el año 1997 por vez primera llega a la ciudad de Xalapa, Veracruz. Por su buen desempeño y profesionalismo en la venta de textos es requerido por la gerente de la librería Internacional, a quien conocía desde 30 años atrás. Don Manuel comienza a desenvolver su experiencia, buen trato y talento del que van aprendiendo sus nuevos compañeros de trabajo. Pronto se ganó el aprecio de sus colegas y poco a poco se fue enamorando de la bella ciudad de de Xalapa.
Su forma de vida es modesta, pero le acompaña la riqueza espiritual que ha encontrado a través de la sabiduría que trasmiten los libros; ellos son sus grandes amigos, independientes de sus amistades. El vender libros le ha proporcionado grandes satisfacciones personales; por ejemplo, el conversar por medio de la lectura con grandes pensadores e idealistas de todos los tiempos que han dejado su legado intelectual en las páginas de los libros. También tuvo la fortuna de estrechar la mano de Og Mandino, Gabriel García Márquez, Sergio Pitol y Carlos Fuentes, entre otros.
Ha asistido a siete ediciones de la Feria del libro en la ciudad de Guadalajara, que es la segunda más importante a nivel mundial, después de la de Frankfurt, Alemania. También ha asistido a algunas del D.F. y, por supuesto, a las de Xalapa. Dice que lo más buscado por el lector es la literatura clásica: El Quijote, El Principito…
Cumplir medio siglo vendiendo libros le provoca sentimientos y emociones indecibles, porque su vida es una historia inmersa en la realidad y la fantasía involucrada en este quehacer literario, que bien merecía ser inspirada en las páginas de algún libro. El mes de marzo estuvo en el Estado de Hidalgo, donde lo galardonaron con un Reconocimiento por este mérito; y en la recién fenecida Feria del libro le otorgaron un Diploma por sus 52 años de arduo trabajo en una profesión que ama, que es su pasión y para la que –asegura– nació. Por ello, se siente afortunado. Su esposa e hijos, quienes radican en México, se sienten orgullosos de su profesión y de su persona; su actuación en el campo del trabajo se basa en los valores que orgullosamente les trasmite a ellos.
Don Manuel Silva Duran nació en un provincia mágica llamada Real del Monte, en el Estado de Hidalgo, pero desde pequeño sus padres lo llevaron a radicar a la ciudad de México. Hoy su inquieto destino lo acercó a la ciudad de Xalapa, para continuar su trabajo que es la venta de libros. A sus 66 años de edad aún le sonríe a la vida, porque seguirá amando los libros hasta el final de su existencia y en un lento suspiro ve forjada una historia de amor al trabajo y de felicidad que le ha brindado el diario sustento. Además de grandes satisfacciones, que es la de conocer gente diariamente y continuar enriqueciéndose de conocimientos, da gracias a Dios por darle la oportunidad de cumplir una misión en la vida: la de ser útil a la sociedad.