UNA PASARELA DE INTERESES
UNA PASARELA DE INTERESES
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Comparecencias se convierten en un espectáculo digno de un teatro de
variedades
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Los funcionarios, en su afán por destacar, y quedar bien, transforman lo
que debería ser un ejercicio de rendición de cuentas
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¿Son realmente informativas, o simplemente una oportunidad para que cada
político brille un poco más?
Por Miguel Ángel
Cristiani G.
En el corazón del
Congreso de Veracruz, cada año las comparecencias se convierten en un espectáculo
digno de un teatro de variedades. Los funcionarios, en su afán por destacar, y
quedar bien con su jefe el gobernador, transforman lo que debería ser un
ejercicio de rendición de cuentas en un desfile de egos que haría sonrojar a
cualquier pasarela de moda. Pero, ¿Qué hay detrás de estas presentaciones? ¿Son
realmente informativas, o simplemente una oportunidad para que cada político
brille un poco más?
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La Escenografía
Imaginemos la
escena. Las luces brillan, las cámaras centellean y, en el centro del
escenario, un funcionario público se prepara para ser el protagonista. La
bancada está decorada con rostros ansiosos, listos para aplaudir o criticar
según convenga. Cada comparecencia es un acto cuidadosamente coreografiado,
hasta llevan escritos los guiones de las preguntas, donde las palabras son
armas y los aplausos, balas de fogueo.
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El Guion
Primer Acto: La
Introducción
El funcionario con
un tono que oscila entre el drama y la solemnidad, inicia su discurso. Palabras
como “transparencia”, “rendición de cuentas” y “compromiso” “transformación”
vuelan por el aire. Pero, ¿realmente creen que alguien los escucha? La mayoría
de los asistentes parecen más interesados en sus teléfonos que en el contenido
de la exposición.
Segundo Acto: La Exposición
Aquí es donde la
creatividad entra en juego. Los funcionarios, en un intento por impresionar,
recurren a estadísticas que no siempre son claras. ¿Quién revisa si esos
números son ciertos? o peor aún, verdaderos. La respuesta es simple:
nadie. La falta de interés se siente en el aire, pero eso no detiene a los
oradores. Al contrario, se alimentan de la indiferencia, como si cada palabra
dicha fuese un ego inflado más.
Tercer Acto: La
Interacción
Y llega el momento
de las preguntas. Un momento que podría ser enriquecedor, pero que a menudo se
convierte en un juego de palabras. Los diputados, en lugar de cuestionar con
rigor, prefieren jugar a ser los más ingeniosos, lanzando preguntas que a veces
parecen más un intento de lucirse que un verdadero interés por la rendición de
cuentas.
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Propuestas para Cambiar el Formato de las Comparecencias
1. Formato
Dinámico
Es momento de dejar
atrás el formato monótono. Proponer un formato dinámico donde los funcionarios
presenten sus informes en sesiones interactivas podría ser un primer paso.
Imaginemos una sesión donde se utilicen herramientas digitales: gráficos,
videos y encuestas en tiempo real. Esto no solo captaría la atención, sino que
también facilitaría la comprensión de los temas tratados.
2. Paneles de
Discusión
En lugar de un
monólogo, podrían implementar paneles de discusión donde se invite a expertos,
miembros de la sociedad civil y ciudadanos a participar. Esto no solo
diversificaría las opiniones, sino que también enriquecería el debate. La voz
de la ciudadanía es crucial y debería ser escuchada.
3. Preguntas
Abiertas y Moderadas
Reemplazar las
preguntas estilo «show» por un formato de preguntas abiertas y
moderadas podría transformar la dinámica. Un moderador imparcial podría dirigir
la conversación, asegurando que se aborden los temas relevantes sin dejar que
el ego de los diputados domine la escena.
4. Evaluación y
Seguimiento
Implementar un
sistema de evaluación post-comparecencia podría ser revolucionario. ¿Qué tal si
se califica la claridad, la relevancia y la transparencia de la información
presentada? Esto podría proporcionar un mecanismo de rendición de cuentas
adicional.
5. Transparencia
Real
Finalmente, la
verdadera transparencia debe ser el objetivo. Publicar todos los informes y las
respuestas a las preguntas en un formato accesible para el público permitiría
que los ciudadanos evalúen la actuación de sus representantes. La rendición de
cuentas no debería ser un concepto abstracto; debe ser tangible y verificable.
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Los Protagonistas
El Funcionario
Cada funcionario que
comparece es un personaje en esta obra. Algunos son más teatrales que otros.
Hay quienes intentan conectar con el público, mientras que otros simplemente
siguen un guion preestablecido por escrito. Pero, al final, todos comparten una
característica: el deseo de ser el centro de atención.
Los Diputados
Los diputados, por
su parte, no se quedan atrás. Cada uno tiene su propia estrategia. Algunos
intentan ser el “fiscalizador” serio, mientras que otros optan por el
aplaudidor. Pero lo que realmente importa es cómo se ven ante las cámaras. La
imagen lo es todo en esta pasarela.
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La Crítica
Pero, ¿qué pasa con
la crítica? En este escenario, la crítica es casi inexistente. Aquellos que
deberían ser los vigilantes del proceso a menudo se convierten en cómplices.
¿Por qué? Porque todos juegan en el mismo equipo o partido. La crítica genuina
se ahoga en un mar de adulación y pleitesía.
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La Realidad Detrás del Telón
Afuera, la gente se
pregunta si estas comparecencias realmente importan. La respuesta es un rotundo
“no”. La percepción es que, tras cada presentación, no hay un seguimiento real.
Las promesas se desvanecen como humo, y las realidades cotidianas siguen sin
cambiar. La corrupción, el abuso y la falta de servicios persisten, mientras
los egos siguen creciendo. Nada más habría que preguntar ¿Qué recuerda usted de
la comparecencia del secretario X?
Las comparecencias
en el Congreso de Veracruz no son más que una pasarela de egos donde cada uno
busca su momento de gloria. La rendición de cuentas se convierte en un mero
espectáculo, y la ciudadanía, atrapada en este juego, observa con resignación.
Al final, lo que debería ser un ejercicio de transparencia se transforma en una
farsa, donde el verdadero objetivo se pierde en el ruido de los aplausos y los
flashes de las cámaras.
Es hora de que los
ciudadanos exijan más que un acto de teatro vacío. Es hora de que cada
comparecencia no solo sea una pasarela de egos, sino un verdadero espacio de rendición
de cuentas. Porque, al final del día, la política debería servir al pueblo, no
a los intereses políticos de unos pocos.
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Reflexiones Finales
La próxima vez que
escuches sobre una comparecencia en el Congreso de Veracruz, recuerda que
detrás de cada discurso hay un juego de intereses en el que todos, desde el
funcionario hasta el diputado, buscan su momento de brillar. La pregunta es:
¿quién realmente se beneficia de este espectáculo? La respuesta,
lamentablemente, puede que esté más allá del telón.