UNA “TROMPADA” PARA LA 4T
UNA “TROMPADA” PARA LA 4T
Por Héctor Guerrero
Donald Trump ha sido electo
presidente de Estados Unidos por segunda ocasión, y su regreso sin duda es un
foco rojo para México, por no decir que es casi una sopa de su propio
chocolate.
Esta vez, la administración de
la Cuarta Transformación (4T), liderada por Claudia Sheinbaum, se enfrenta a un
Trump recargado, decidido a imponer condiciones en temas tan espinosos como la
migración, el narcotráfico y los aranceles.
Quizá es hora de que la cuarta
transformación deje de romanizar la delincuencia, lo que nos tiene hoy en un
narcoestado. ¿Pero habrá abrazos para Trump?
El discurso que utilizó Trump
para llegar al poder no deja lugar a dudas sobre su disposición a usar a México
como un peón para sus propios intereses.
En palabras del mismo Trump, “México debe
detener esta invasión en la frontera, y si no lo hace, pondremos 20 mil
soldados para asegurar la seguridad de nuestro país”. La amenaza es clara, y en
la 4T, la actitud complaciente parece ser la única respuesta que encuentran para
apaciguar al gigante del norte.
El tema migratorio será uno de
los primeros puntos en la agenda de Trump. Su enfoque de «América
primero» y sus ataques a México como “exportador de problemas” presagian
un endurecimiento de políticas como «Quédate en México», en las
cuales nuestro país no será más que el filtro migratorio de Trump.
La administración de Sheinbaum
se enfrenta a una disyuntiva: o cede a las presiones de Washington o se
arriesga a enfrentar consecuencias económicas.
En una de sus más recientes
declaraciones, Trump fue claro al decir que “México es responsable de sus propios
ciudadanos, pero si quieren cruzar a Estados Unidos sin permiso, México se
encargará de detenerlos, de otra forma pagarán las consecuencias”.
Esta retórica amenaza con un
aumento de la presencia militar en la frontera y con imponer más responsabilidades al gobierno
mexicano, que parece dispuesto a cumplir sin cuestionar.
La postura de la 4T ya muestra
señales de acatamiento, y aunque no lo admitan abiertamente, están preparándose
para asumir el papel de gendarmes migratorios a petición del nuevo presidente
de Estados Unidos. Lo mismo que hizo López.
Además de la migración, el
narcotráfico será una de las principales exigencias de Trump hacia México.
Durante su primera presidencia, Trump propuso catalogar a los cárteles de
drogas mexicanos como organizaciones terroristas, una medida que podría retomar
y con la cual tendría base legal para intervenir directamente en territorio
mexicano.
Los cárteles mexicanos
representan un problema real, pero Trump busca convertir este problema en una
excusa para intervenir sin importar las implicaciones para la soberanía
mexicana. En uno de sus mítines más recientes, dijo: “Si México no limpia su
casa, vamos a tener que entrar y hacer el trabajo por ellos. Esto es
inaceptable”.
Para la administración de
Sheinbaum, esto podría traducirse en presiones para aumentar la presencia de
agencias de inteligencia estadounidenses en el país o, incluso, para realizar
operaciones conjuntas.
La Cuarta Transformación, en
lugar de plantearse una política firme que defienda la autonomía de México,
parece prepararse para cumplir las órdenes del norte sin cuestionar las
consecuencias a nivel social y de derechos humanos.
En el ámbito económico, Trump
también dejó claras sus intenciones. Durante su primer mandato, impuso
aranceles a México para presionarlo en temas migratorios, y no sería una
sorpresa que recurriera a la misma estrategia en esta ocasión.
Con una postura más radical
que nunca, su plan es usar los aranceles como una herramienta de presión
económica hasta lograr que México actúe de acuerdo con sus intereses.
Durante su discurso de
campaña, aseguró: “Si México no colabora, vamos a imponer aranceles en todo lo
que importen; no toleraremos un México que no coopere”.
A a estos dichos, en mi pueblo
les llaman amenazas, en este caso, amenaza directa a las exportaciones
mexicanas, que dependen enormemente del mercado estadounidense.
En un escenario donde
Sheinbaum debe elegir entre cumplir las órdenes de Estados Unidos o proteger la
economía de México, todo indica que, para evitar represalias económicas, el
gobierno de la 4T se inclinará por la sumisión. Un suave y dócil tapete.
Los escenarios posibles para
México ante la victoria de Trump no dejan un margen favorable para Sheinbaum.
Un gobierno que llegó al poder prometiendo una política exterior de “respeto
mutuo” ahora enfrenta la realidad de una relación en la que Estados Unidos no
está dispuesto a negociar, punto.
La complacencia parece ser la
única estrategia de la 4T para lidiar con el recién electo presidente
estadounidense, lo cual representa una caída en picada para la autonomía de
nuestro país.
Para Sheinbaum y su
administración, la realidad de los próximos años será la de un gobierno que
actúa a las órdenes de Washington y cumple sin objeciones. Mientras el discurso
de “respeto” y “cooperación” se desvanece, el gobierno mexicano da paso a una
política exterior que, a todas luces, se ha convertido en una simple extensión
de los intereses estadounidenses.
Con Trump de nuevo en la Casa
Blanca, México enfrenta una situación de vulnerabilidad como pocas veces en su
historia moderna. Ante un gobierno estadounidense que no vacilará en imponer su
voluntad, la Cuarta Transformación se ve cada vez más dispuesta a convertirse
en el “tapete” que Claudia Sheinbaum parece dispuesta a ofrecer en sacrificio a
cambio de una estabilidad ficticia.
El precio de esta sumisión
será alto, pues México arriesga su propia capacidad de decisión y su autonomía
en temas vitales. La Cuarta Transformación, que alguna vez prometió cambiar las
reglas del juego, parece estar preparándose para recibir “una trompada” más por
parte del presidente electo de Estados Unidos.
¿Abrazos para Trump?
Tiempo al tiempo.
@hecguerrero