URGE LA PAZ EN MÉXICO
URGE LA PAZ EN MÉXICO
Pbro. Juan Beristain de los Santos
Jesucristo muchas veces saluda o se despide de sus discípulos con el
saludo de la paz: «la paz les dejo, mi paz les doy» (Juan 14,27). El
deseo de paz de Jesucristo es válido para todas las etapas de la vida, pues es
un don precioso de Dios, logrado a través del esfuerzo colaborativo de todos
los ciudadanos.
La paz es, en la Biblia, uno de los grandes signos de la presencia de
Dios y de la llegada del Reino. La paz de Dios no es un simple acuerdo del cese
de la violencia. Ni se trata solo de una serenidad interior. Menos aún de una
paz política basada en la opresión, en el control ciudadano o en el bienestar
de un grupo selecto. La paz verdadera ha sido conseguida por Jesucristo, que
con su muerte en la cruz ha derribado el muro del odio y opresión que dividen a
las personas y a las sociedades de la
historia humana.
El asesinato de los 7 jóvenes que fueron acribillados en la comunidad
de San Bartolo de los Berrios, de San Felipe, Guanajuato, y de los dos funcionarios del Gobierno de
la Ciudad de México son un signo visible e innegable que la sociedad mexicana
necesita recibir y construir la paz verdadera que solo Jesucristo puede
conceder. La violencia en México es signo del debilitamiento del tejido social,
de la impunidad y de la ausencia de paz en muchas regiones de nuestra patria.
La paz bíblica, es una síntesis y concreción de los bienes mesiánicos: el don de Dios que garantiza la dignidad y la
seguridad de todos los hombres; la salud completa; abundancia de alimento para
todos; relaciones amistosas con Dios y con los hombres… y todo aquello de lo que el hombre tiene
necesidad para conseguir una vida digna y su vocación de eternidad. Juntos,
sociedad y gobierno, se debe recibir y construir la paz y la justicia para
México. No hay otro camino.