Urgente debate democrático
Urgente debate democrático
Por Martín Quitano Martínez
La democracia
es el destino de la humanidad; la libertad su brazo indestructible.
Benito Juárez
Un ambiente nacional complicado
por problemas de la salud pública por el COVID 19, por problemas económicos con
el aumento de la pobreza y la falta de empleos, por los de violencia e
inseguridad o los del deterioro ambiental, y ahora más marcadamente, por los derivados
de las discusiones políticas que se acentúan de cara al proceso electoral del 6
de junio.
La construcción de un debate
democrático se constituye de ideas esenciales. Una de ellas, es que sus actores
son demócratas, individuos y grupos que respetan las normas e instituciones
establecidas, que se asumen en la afirmación de valores como la tolerancia, el reconocimiento y el respeto
de quienes piensan distinto, respecto de las rutas para atender los problemas
que existen.
Pero en este momento el debate
nacional viene escalando la polarización y la dureza que desde hace algún
tiempo aparece en la dimensión del odio, como elemento presente de la
confrontación. Lo que señala este elemento, lo que enmarca, es la escasa
capacidad política para comunicarse, la falta de respeto hacia el adversario y
el bajo nivel al que se pretende llevar la discusión nacional.
El mayor riesgo es que, como
todas las pasiones, el odio es contagioso, principalmente cuando los líderes lo
dejan salir y en lugar de contenerlo, liberan su uso como mecanismo de
agrupación y de pertenencia. Por eso la polarización promovida desde Palacio ha
sido tan efectiva para ese grupo, utilizando este recurso para manipularlo y
presentarlo como la voluntad del pueblo. El riesgo es también que se sale de
control, es un elemento que se apropia de las manifestaciones de cada vez más
personas o grupos, que toman iniciativas en esa ruta, revolviendo y ensuciando
más aún, el de por si deteriorado panorama social.
La virulencia de las descalificaciones
va creciendo diariamente, gestándose bandos irreductibles que en su
beligerancia parecen no dimensionar el grave rompimiento a que los conducen
estas actitudes y formas, dejando de ver, de percibirse, en la necesaria
tolerancia que requiere una discusión política sana y fructífera. Por eso el
llamado a mantener y fomentar la calma, y a promover una discusión que escuche
al otro, al diferente. En ninguna de las apuestas políticas que ahora
contendrán, deberán tener cabida los prejuicios y la intransigencia, menos aún
el odio.
Los intolerantes están ahí, en
los bandos polarizados, dispuestos a destrozar al “enemigo”, que resulta ser el
que no obedezca ciegamente lo que yo diga. Desgraciadamente no solo se
encuentran de un lado o de un solo color, sino que se han contagiado en ambos
grupos.
Hagamos conciencia social para
abandonar las posturas antagónicas, pues de lo contrario no lograremos
construir sino que veremos cómo se destruyen los unos y los otros. Para un
conjunto social cada vez más amplio, la discusión política se reduce a
manifestar únicamente sus consideraciones; los otros, los diferentes, los que
no se alineen, deben ser no solo derrotados sino exterminados. Nada debe de
quedar de lo que sea distinto, de lo que se oponga a mis “convicciones”, esa es
la ley que se construye desde el desprecio por las razones que no se
subordinen.
La larga travesía democrática que
hemos vivido en nuestro país, ha ido forjando elementos, que aun en sus
fragilidades, orientan el reconocimiento y aceptación, la salvaguarda, de las
expresiones diferentes.
Desde muchos espacios y voces,
incluidas muchísimas de los que ahora gobiernan, se llamaba y se sigue buscando
el fortalecimiento de las libertades de expresión y el reconocimientos de la
pluralidad y en esa ruta debemos continuar. Nuestro país requiere de mucho
esfuerzo por la tolerancia, nunca como ahora es trascendental asumir que con
ello podremos debatir para encontrar el piso de coincidencia que nos es tan
urgente.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Es una bajeza la persecución de cualquier gobierno
contra el movimiento feminista. Una vulneración más a sus derechos.