Uso de combustóleo contradice decálogo de AMLO
● Conceden
a Greenpeace suspensión definitiva contra acuerdo y política en generación de
energía eléctrica
● Piden rectificar la política energética del
país priorizando la salud de las personas y el medio ambiente
Tula,
Hidalgo, 24 de junio de 2020.- Greenpeace México usó las instalaciones de la
Central Termoeléctrica de Tula para mostrar la contaminación que se produce al
generar electricidad a base de combustóleo, lo cual impide gozar del
cielo, el sol y el aire puro como lo señala el punto seis del “Decálogo
para salir del coronavirus y enfrentar la nueva realidad”, presentado hace
unos días por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Para
señalar esta contradicción y pedir una transición energética hacia fuentes
renovables que respeten los derechos humanos, activistas de la organización
proyectaron una serie de mensajes sobre las columnas de humo y vapores de las
torres de la refinería y la termoeléctrica de Tula, tales como: ¿Gozar
del cielo y aire puro?; Aquí inicia el cambio climático, Aquí se produce
energía sucia y Sener: el combustóleo mata.
Esta
manifestación se dio horas antes de que un juez concediera la suspensión
definitiva al amparo presentado por Greenpeace, en estrategia conjunta con el
Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), en contra del acuerdo y política
en generación de energía eléctrica publicadas hace unas semanas y en los que
bloquean a las energías renovables.
“Con esta
decisión se garantizan los derechos humanos a la salud, a un medio
ambiente sano, a la sustentabilidad y a la legalidad”, explicó María Colín,
especialista en Derecho Ambiental de Greenpeace México, quien consideró a este
fallo como una victoria ciudadana que “restablece derechos que habían sido
vulnerados por ambos instrumentos jurídicos”.
Al respecto,
Anaid Velasco, coordinadora de Investigación del Centro Mexicano de Derecho
Ambiental (CEMDA), señaló que “la suspensión es congruente con la
responsabilidad de garantizar mejores condiciones de vida para las generaciones
presentes y futuras. Los impactos en el medio ambiente y en la salud
de las personas expuestas a una mala calidad del aire por el uso de
combustibles fósiles en la generación de electricidad así como las pérdidas y
los daños de las comunidades por los efectos del cambio climático son cada
vez mayores y requieren de decisiones proporcionales y alineadas con este
escenario de vulnerabilidad”.
“Con esta
suspensión definitiva sería de esperar que las autoridades federales
reconsideren sus determinaciones y busquen mejores alternativas, respetuosas
con el medio ambiente y los compromisos de transición energética y reducción de
emisiones contaminantes en línea con las obligaciones de reducción de emisiones
de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para abatir el cambio climático”, advirtió
María Colín.
El
Programa Sectorial de Energía 2020-2024 (Prosener), próximo a oficializarse,
propone incrementar la quema de combustóleo para la generación de electricidad
así como aumentar la extracción y exploración de hidrocarburos, la
capacidad de refinación y la extracción e infraestructura para gas natural, con
el argumento de reducir las importaciones de combustibles, alejándonos de la
reducción de emisiones para combatir el cambio climático.
“Para
gozar del derecho al medio ambiente sano y respirar aire puro, necesitamos un
cambio en la política energética que apoye las energías renovables con respeto
a los derechos humanos. Para este año se destinó 95.7% de los recursos de la
Sener a la explotación de fuentes fósiles, frente a la asignación de tan solo
1.3% a actividades que permiten lograr una transición energética en México[1]. En este sentido, los compromisos
incluidos en el Prosener deben ser traducidos en una asignación y ejercicio de
presupuesto público que permita poner en marcha una transición energética
justa”, abundó Ramírez.
Hace
menos de año (17 de julio de 2019), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos
Naturales (Semarnat) declaró emergencia ambiental en Tula, Hidalgo, debido a
que la contaminación del aire y el agua ha convertido a ese lugar en una zona
prácticamente inhabitable. Situación que se agudiza aún más con esta política
gubernamental de quemar combustóleo para producir energía en la zona.
Las 30
termoeléctricas que operan en México, son grandes fuentes de contaminación. El
mejor ejemplo es la Termoeléctrica de Tula, que utiliza combustóleo al 80%,
mismo que es un residuo de la refinación de petróleo, con más de 4% de azufre.
La operación de esta termoeléctrica emite el 56% de las partículas menores a
2.5 micras (PM2.5), que tienen severos impactos a la salud de la población,
además de emitir el 75% de los Óxidos de Azufre, y el 43% de los Óxidos de Nitrógeno
en la Zona Metropolitana del Valle de México y Tula. Lo anterior también es
causa de la lluvia ácida con afectaciones en la agricultura y se estima un
impacto de 14,000 muertes prematuras anuales en Tula y en la Zona del Valle de
México a causa de la operación de la termoeléctrica[2].