UV: la urgente renovación
Rúbrica
UV: la urgente renovación
Por
Aurelio Contreras Moreno
Al final, los
amagos porriles de la semana pasada –junto con algunas “puntadas” totalmente
fuera de lugar de quien pretendió sacar tajada de eso- no hicieron mella en el
proceso de designación de nuevo rector de la Universidad Veracruzana, cuyo
nombramiento recayó en el sociólogo Martín Aguilar Sánchez.
Más allá de las
consideraciones y análisis que se puedan hacer sobre su proyecto de trabajo
para la institución, el nuevo rector –que asumirá formalmente el cargo este
miércoles 1 de septiembre- tiene frente a sí una enorme cantidad de retos de
diversa índole. Pero uno que en particular deberá atenderse pronto tiene que
ver con un clamor existente entre la comunidad universitaria y que es la
democratización en la toma de decisiones. Empezando, precisamente, por la de
designar rector.
Uno de los
principales cuestionamientos a éste y anteriores procesos es el hecho de que la
designación de la principal autoridad de la Universidad Veracruzana es potestad
exclusiva de un círculo cerradísimo de notables, la Junta de Gobierno, que cada
tanto se va renovando a través de mecanismos que tampoco toman en cuenta al
grueso de la comunidad universitaria. Es en los hechos un “club” súper
exclusivo al que muy pocos tienen la oportunidad de ser invitados, pero en
cuyas manos recae la más importante decisión de la vida interna de la casa de
estudios.
Este cerrado
mecanismo de selección rectoral data de hace casi 25 años, de cuando a la UV le
fue concedida la autonomía y se reglamentaron éste y todos sus demás procesos
internos, tanto administrativos como escolares. Respondía quizás a las
necesidades de esa época. Pero en los tiempos actuales, las crecientes demandas
sociales de mayor apertura, transparencia y rendición de cuentas han vuelto
anacrónico ese arreglo institucional.
No por nada en los
últimos procesos de relevo y/o reelección en la rectoría
universitaria se
han suscitado esas presiones hacia la propia Junta de Gobierno -como las que se
vieron hace unos días o como las relatadas en este mismo espacio en su anterior
entrega- que en realidad nadie sabe si surtieron o no algún efecto, pues ese
círculo de notables no rinde cuentas de nada a nadie. Solo se limita a informar
que se cumplió con lo establecido en las diferentes etapas del proceso y a dar
su veredicto, sobre el cual lo único que expresa es que la o el elegido
demostró, solo ellos saben cómo, “claridad en sus fines y funciones sustantivas y que puede
representar mejor los intereses académicos de nuestra Universidad”. Una
generalidad.
Por supuesto que
ello no le resta un ápice de legitimidad y legalidad al proceso de designación
que acaba de concluir ni al nombramiento de Aguilar Sánchez. Ésas fueron las
reglas y quienes participaron aceptaron competir bajo las mismas. Lo que se
plantea es que esas reglas ya no dejan satisfecho prácticamente a nadie de tan
cerradas, no democráticas y opacas que ya resultan para los estándares actuales
de las instituciones públicas.
Se hace
indispensable entonces una renovación y actualización de esos arreglos de
legalidad interna. Y una buena oportunidad resultará la discusión de una nueva Ley
Orgánica de la Universidad Veracruzana que ya resulta inaplazable por la
necesidad de armonizarla con la Ley General de Educación Superior. Tarea que le
tocará realizar a la máxima autoridad colegiada de la UV, el Consejo Universitario
General.
Ése es uno entre
los múltiples retos que enfrentará la nueva rectoría encabezada por Martín
Aguilar, junto con la vigencia de los planes de estudio, la carencia de
infraestructura, la centralización, el presupuesto, la matrícula y una larga
lista de necesidades que tampoco pueden esperar demasiado.
La renovación de la
mayor institución pública de educación superior de la entidad, en la que se
forman los nuevos profesionales del estado –y allende sus fronteras- es urgente.
Por lo pronto, que sea en beneficio de la Universidad Veracruzana y de la
sociedad a la que sirve y se debe.
Los sofismas de Cuitláhuac
Buscando engañar
con la verdad, los gobernantes “cuatroté” como Cuitláhuac García quieren
imponer la versión de que “fuerzas oscuras” de la “derecha” –insertas en los
medios de comunicación- quieren hacerle “daño” a la niñez manteniéndola
confinada y en clases a distancia.
La realidad es que
nadie ha dicho que no sea cierta la urgente necesidad de que los estudiantes
regresen a las aulas. Solo que hacerlo por decreto, sin las condiciones
necesarias para ello, sin una vacunación verdaderamente efectiva para alumnos y
docentes, en medio una crecida de contagios y en semáforo rojo es, simplemente,
una estupidez.
Y la respuesta la tuvieron
frente a sus ojos.
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