Vacíos.
Vacíos.
Por Martín
Quitano Martínez
Nada hay tan vacío
como un cerebro lleno de sí mismo.
Ignacio
Manuel Altamirano.
Días difíciles son los que
vivimos. Estas palabras, pronunciada con frecuencia a lo largo de la historia
de la humanidad, son una muletilla que hoy y ahora podemos seguirla usando,
pues describe el conjunto de los problemas cotidianos que se viven: la incertidumbre,
el miedo y la desesperanza, enmarcada en la discutida esperanza ofrecida.
Cómo y cuándo podremos salir
de imágenes y situaciones que cierran el paso al optimismo, cuándo recomponer
las trágicas condiciones en que nos encontramos, como enaltecer la discusión
social y política que nos impulse a salir adelante civilizada y
democráticamente. Estamos empantanados, encerrados en ruidosos espacios vacíos que
impiden escucharnos. Se ven lejanas las posibilidades de encontrar voluntades
que asuman reconocernos en las diferencias y enfrentar los problemas comunes.
En el horizonte se agolpan los desencuentros, la polarización y los gestos
irreconciliables.
A este escenario abonan los
miles de muertos de una crisis de salud que sin duda ha sido mal atendida, poco
acertada y muy dolorosa y los problemas económicos presentes y que se presagian
aún mayores. Ambas situaciones que afectan a todos, deberían enfrentarse con una
acción política consensada de amplia convocatoria, definiendo líneas claras que
dejen atrás a tan solo las buenas intenciones.
Discutir también los temas
de la inseguridad, la violencia o la corrupción, la pobreza y los problemas
ambientales, más allá de discursos, de palabras sueltas o sin fondo; son
pendientes y problemas complejos que deben ser verdaderos retos de la vida
individual y social para los gobiernos todos.
Los datos que se recogen del
sentir social, las encuestas, muestran la polarización existente y las
preocupaciones que enfrentan las “vidas felices” que tanto se magnifican de los
mexicanos. Ahí se resquebrajan las esperanzas y aparecen las molestias de una
sociedad que reclama, que exige el cumplimiento de los compromisos ofrecidos,
que necesita y quiere ver los resultados que trascenderían lo dicho y hecho por
los gobernantes del pasado. Las dificultades no se han superado en mucho de lo
ofrecido y en algunos casos se han profundizado.
Los vacíos frente a los
problemas existentes en una sociedad compleja como la nuestra están allí,
ensanchándose peligrosamente para todos. Los alcances de la incapacidad para
procesar nuestras diferencias y más aún para resolver las problemáticas que se
ahondan, es indudable, y no se superará hasta que no seamos reconocidos como
conjunto social diverso y plural. Esperemos que pronto así sea.
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Veracruz,
ahora también primero en tuberculosis.