¡Vacu-nada!
¡Vacu-nada!
Por
Salvador Muñoz
Me cuenta mi hermana: “Ya pasaron a
vacunar a mamá… Un chingo de gente… entre doctor y una enfermera que la
checaron para ver cómo está (aunque a estas alturas es para ver que “está”),
los que la van a vacunar, dos observadores y los que se quedan media hora para
checar si no hay alguna reacción… afuera, los soldados. Mucho ajetreo”, pero el
objetivo principal se cumplió: ya le pusieron su inyección a doña Irma. Sí,
tengo madre, chiquita, lo que puede conllevar a tener poquita madre, porque
conforme pasan los días, así se va haciendo… aunque también, con cada día que
se acerca a los 92, pues se va haciendo mucha madre, o una gran madre… cuestión
de perspectivas, de filias ¡y hasta de fobias! Ahora, a esperar la segunda
inyección.
Le pregunto a mi hermana, de manera
ociosa: “¿Viste si realmente aplicaron la vacuna a mi mamá? ¿o nada más la
picaron?”
Esto en alusión a videos que circulan
de tres viejitos a los que sólo les dieron su piquete sin inoculación.
Me responde: “Sí, me enseñaron la
jeringa con lo que sacaron de la ampolleta que traían; de hecho traían dos
termos con ampolletas… ¡qué pendeja! ¡a lo mejor sólo le pusieron agua! ¡No se
le hinchó! ¡No le duele! ¡No se le puso rojo como con las otras vacunas que le
quedaba rojito donde le pinchaban!”
¡Trankis! Le insistí que era una
pregunta ociosa, de ésas que son nomás para joder al vecino… y me mandó a
trabajar… Es evidente que a mi hermana le falta también su inyección, además de
la anti-covid, de paciencia, aunque es comprensible: a ella le ha tocado chutarse
gran parte si no es que toda, la etapa de ruquita de doña Irma con todo y sus
achaques que se incrementan conforme pasan los días.
Volviendo con los abuelitos de la
vacu-nada (de que les pusieron nada), hay quienes abogan a un error, parte de
nuestra esencia humana… y sí, es comprensible, pero quienes hayan visto los
videos, podrán percatarse que quienes están encargados de la vacunación, al
menos en los tres casos que circulan en las redes, están totalmente conscientes
de que lo único que les ponen a los viejitos, es un piquete, un pinchazo, pero
no la vacuna, por lo mismo, queda descartado “el error humano”, y cae uno en el
fingimiento, en la simulación, en el fraude.
Volvemos a lo mismo: tres videos, tres
casos, evidenciados… ¿quién no nos dice que puede haber más?
Aunque no lo sea, parece que esta
jornada intensa de vacunación es una intensa jornada de promoción.
Quizás a muchos les caiga mal lo que
voy a comentar, pero con todo el respeto que merece la tercera edad, considero
que la estrategia de salud fue errónea, ¿por qué? por este ejemplo:
Mi mamá lleva media dosis… pero aun
así, no me atrevo a visitarla. ¿Por qué? Porque por mi trabajo, aun cuando se
tomen las medidas sanitarias posibles, sería ponerla en riesgo… y aquí es que
me pregunto: ¿por qué no se inició la vacunación con el sector productivo? ¿Por
qué no vacunar a quien tiene que salir a la oficina, a su tienda, a su puesto,
al negocio, al que entra en contacto directo con el cliente, con la gente? ¿A
mi hermana que la cuida? ¿A ella que tiene que salir?
Disculpen, a lo mejor parezco cruel,
práctico, insensible, pero sólo entiendo el proceso inmediato de
vacunación a este sector, más que como un concepto romántico-electorero. Si
bien, no todos los abuelitos, la tercera edad, piensan así, un alto porcentaje
del voto cautivo de Morena está allí… y claro, cuál es la reacción de los hijos
cuando los abuelitos han sido inoculados (de a devis, no sólo con un piquete):
de agradecimiento al Creador (no al de las vacunas, sino a Dios) porque el cabecita
blanca o la autora de sus días ya están protegidos contra el mal de este siglo…
no, ni quiero decir que ya haya vacuna contra la 4T… hablo del Covid…
En fin… en lo particular, celebro por
partida doble que mi madre esté vacunada… y que no nada más le hayan metido un
pinche piquete sin nada… ¡una vacu-nada! Sigo considerando electorero el asunto
de las vacunas y como un error de salud y económico, la estrategia.