Veracruz, al borde de la guerra civil; saqueos y violencia
Veracruz, al borde de la guerra civil; saqueos y violencia
¡Saqueo
del pueblo a las bodegas del DIF del municipio de Rafael Delgado, gobernado por
Morena!
A la par de las escalofriantes
cifras en torno a que México registra su mayor contracción económica de su
historia –menos 18%-, en Veracruz el hambre e injusticia social están llevando
al pueblo al saqueo y violencia.
Lo sucedido esta madrugada en
el municipio de Rafael Delgado en el centro de Veracruz, donde prácticamente
toda la población de la cabecera municipal, Jalapilla, se levantó en protesta
contra la alcaldesa de Morena, Isidora Antonio Ramos, misma que culminó con
vandalismo y saqueo de despensas del DIF, no es un asunto menor.
Es el hambre y sed de justicia.
Es darse cuenta, como en las
tiendas de raya en la época de la Revolución de 1910, que solo aplica la
justicia y gracia para los amigos y los aliados, para quienes se la jugaron con
Morena.
Cientos de despensas del DIF
estatal, así como alimentos echados a perder fueron descubiertos por los
rafaeldelgadenses quienes irrumpieron con violencia en el Palacio Municipal
para encontrarse con tremenda sorpresa.
Las despensas del DIF que iban
a ser destinadas para la población en esta época de pandemia estaban escondidas
en bodegas repletas de alimentos.
En menos de 40 minutos, en el
corre la voz, el pueblo se volcó para vaciar dichos almacenes y llevarse hasta
un tractor comunitario bajo resguardo en los patios del ayuntamiento.
Ya en ocasiones anteriores la
ciudadanía recibió con enojo las noticias de que las diputadas y diputados de
Morena encabezados por Ana Miriam Ferraez, almacenaban millares de despensas
del DIF en sus residencias.
La propia directora del DIF,
Rebeca Quintanar, le metió tremenda empinada a Cuitláhuac García al hacer
público un memorándum en donde “aclara” por órdenes del gobernador que solo los
diputados de Morena tienen derecho a la entrega de despensas con fines
electorales.
Así, lo que ellos censuraban
de los gobiernos anteriores en torno al ocultamiento de despensas con fines
electorales, tocó transitar por el mismo sendero de corrupción.
De semanas anteriores dábamos
cuenta en este mismo espacio, del reclamo pobladores veracruzanos de zonas
apartadas, quienes a través de mantas clamaban auxilio por hambre.
Nunca se enteró –o no quiso
acusar recibo- ni el DIF, ni institución humanitaria alguna, menos el gobierno
del atarantado Cuitláhuac García, más empeñado en concentrar el poder en torno
a su persona ¿para qué? que atender las necesidades primarias de la población.
Los morenos olvidaron que esa
misma injusticia social, que la desigualdad y discriminación, que el saqueo al
erario y la corrupción dieron origen al estallamiento social de 1910.
Olvidaron, acaso
intencionalmente, que de acuerdo al INEGI-Coneval, Veracruz está colocada entre
las tres entidades de la república con serios problemas de hambruna con 1.4
millones de veracruzanos que no disponen de suficientes alimentos, carecen de
acceso al sistema educativo y de salud, no disponen de seguridad social o
servicio alimentario algún y mucho menos cuentan con una vivienda digna con
servicios básicos de agua, drenaje o luz.
Esa es la pobreza extrema ya
que el conteo general de pobreza en la entidad, al corte del 2019, asciende a 5
millones 088, 563 veracruzanos.
Para quien olvida la historia
corre el riesgo de volverla a vivir.
Hoy las condiciones están
dadas para una insurgencia tras los repetidos fracasos de Morena rehén del crimen
organizado.
Hay caldo de cultivo para un
estallido social por atreverse este nuevo gobierno a regalar dinero a sus chairos
para que voten por ellos; por permitir que sus grupos afines llenen de
familiares las nóminas; por saquear el dinero público, por hacer escuela de los
moches y por no saber cómo parar esta pandemia que hace seis meses azota a
pueblos y ciudades.
Igual pasó con los mártires de
Río Blanco, por cierto muy cerca de Rafael Delgado, cuando la chispa de
rebeldía de los trabajadores por desacato a las órdenes presidenciales, fueron
y masacrados lo cual encendió la chispa de la Revolución.
Hoy no se necesita ser catastrofista para saber
que hay efervescencia y malestar en amplios grupos ciudadanos.
¡Cuidado! Las guerras se saben
cuándo empiezan, nunca cuando terminan.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de
Periodismo