Veracruz, ¡Balazos, no abrazos!
Veracruz, ¡Balazos, no abrazos!
Por
Edgar Hernández
Mientras desde el púlpito el Peje insiste en los ¡abrazos
no balazos! sin considerar que la metralla no parte de la ciudadanía sino
de los Cárteles y las propias autoridades policiacas y militares, en
Veracruz no para la escalada represiva y de criminalidad de parte de la
Secretaría de Seguridad Pública.
Sigue calando hondo la muerte, el vil asesinato a mansalva, de los dos menores Eduardo y Jonathan, el pasado fin de semana en Amatlán de los Reyes, de parte de la policía de Cuitláhuac, la mal llamada Fuerza Civil. El reporte de la necropsia da cuenta que los menores, uno de 13 y el otro de 15 años, fueron ultimados a tiros por la espalda y en la cabeza. Testigos de la tragedia advirtieron que sin más la policía allanó una docena de domicilios donde finalmente no encontraron a quien buscaban, pero sí a dos sospechosos, unos niños, que abatieron a mansalva.
Eduardo y Jonathan no pudieron escapar de la metralla. Para explicar la acción criminal, la Secretaría de Seguridad Pública justifica que fue un fuego cruzado al que se enfrentaron ¿con los niños?; que estuvieron sujetos a una agresión bélica ¿de los niños? que los obligó a irrumpir en el domicilio donde provenían los disparos y que en la confusión cayeron dos que huían… los niños.
Tal como relata el columnista Mussio Cárdenas, “una presunta búsqueda policiaca del grupo criminal que opera en aquella región, bajo las órdenes de un delincuente apodado El Wester, derivó en el asesinato de Jonathan y Eduardo cuando ambos se hallaban en el interior de una vivienda
lavando una camioneta de su tío Alberto Jiménez”.
Enterado del brutal asesinato orondamente el secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado, ordenó “preparar” la escena del crimen sembrando armas, droga y enviando un boletín en donde, como machote documental, aduce “fuego cruzado”.
Previamente se dispuso borrar toda huella de denuncia o testimonio desde el mismo momento en que se sucedió la agresión a la población captada por un grupo de colegas que grabaron la irrupción de la policía en la población de Guadalupe “La Patrona”, a quienes atacaron a golpes y los
despojaron de sus celulares aunque hubo quien escondió el testimonio grabado para después difundirlo. Ese es el estilo de la 4T al que no terminamos por acostumbrarnos.
Esa es la policía bruta de Cuitláhuac. Esa es la respuesta de quien no sabe para qué sirve una policía preventiva, una fuerza civil que de civil no tiene nada y una autoridad responsable de garantizar la seguridad ciudadana que lo único que garantiza es una madriza cada vez que te
encuentra.
Hoy, no es necio acudir al detalle del asesinato al referir que no hubo persecución a una célula criminal, sino allanamiento ilegal al domicilio de un hombre mayor, Alberto Jiménez. Tampoco insistir en que no hubo detenidos ni hallazgos de droga, como aduce la policía, solo dos adolescentes asesinados por la propia autoridad que deja como testimonios armas y drogas ya que hasta a estos adolescentes ultimados con tiros en la cabeza, los levantó tras el hecho
criminal para llevárselos y retenerlos hasta recomponer la escena del crimen. ¿Esa es la policía que nos cuida? ¿Esa es la Cuarta Transformación? ¿Esas son las personas por las que votamos de manera desesperada y tumultuosa para que nos gobernara?
Por menos, en un gobierno democrático ya hubieran citado a declarar al jefe policiaco y obligado a que saliera de su escondite el gobernador Cuitláhuac García para declarar al respecto.
Para el gobernante el silencio, cuando no le conviene, es su mayor cómplice. No así para salir a declarar que la delincuencia ya bajó cuando no es cierto o que a su patrón, el Peje, ya no gustó un edificio en el centro histórico del puerto “porque está muy alto y afea el entorno” por lo que
hay que clausurarlo y proceder a mocharlo. Eso de los abrazos y no balazos de López Obrador, en efecto, como él mismo presidente reconoce, es la burla nacional por la simple razón de que la metralla no parte de la ciudadanía sino de ellos mismos y su más importante aliado, el crimen organizado.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo