Veracruz, tres poderes fracturados
Línea Caliente
Por Edgar Hernández*
¡Edel, también abandona el barco!
Un Poder Ejecutivo erosionado por la ausencia de seguridad pública, un Poder Legislativo supeditado y humillado, y un Poder Judicial en busca de respeto a su autonomía alterada por el autoritarismo, son el saldo del primer año del gobierno de Cuitláhuac García.
Al confrontarse el ejecutivo con los poderes legislativo y judicial, perdió su esencia democrática para caer, en remedo al ejercicio presidencial de Andrés Manuel López Obrador, en el despotismo.
La cabeza de playa de toda esta fallida acción a lo largo de un año se ubica en el voluntarioso Secretario General de Gobierno, Eric Cisneros, quien a jalones y empujones y en franca agresividad con los titulares de los poderes legislativo y judicial, impuso su voluntad pasando por encima de la ley… y del propio gobernador.
Sus actitudes atrabiliarias fueron objeto incluso del reclamo de los poderes en conflicto, lo cual provocó la fractura institucional en donde el mandatario estatal quedó en calidad de títere.
La última batalla de Pozos.
El atropello cometido contra el presidente del Congreso del Estado, José Manuel Pozos Castro, quien fuera removido fast track por una bancada entregada al mandato de Cisneros, abrió la caja de pandora.
Puso al descubierto el voraz apetito de poder del llamado “Bola 8” –aún se le tiene presente con ese ridículo disfraz en “Todos Santos”- por tener el control absoluto del gobierno aprovechando la novatez del gobernador.
Para nadie ha sido secreto que Cisneros en repetidas ocasiones fue contenido ante la batahola de insultos proferidos contra Pozos, quien en repetidas ocasiones reclamó a Cuitláhuac García respeto a la división de poderes.
Pozos Castro, al menos en dos ocasiones presentó su renuncia a la Mesa Directiva que encabezaba por considerar inadmisibles las intromisiones del Secretario de Gobierno. Incluso tuvo que intervenir el propio gobernador llamando la atención de manera por demás enérgica a su colaborador.
Pero de nada sirvió.
Cisneros, quien ni veracruzano es, en aras del control del legislativo, le buscó por otro lado. Se alió con el Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso, Juan Javier Gómez Cazarín, para embestir a Pozos, quien a pesar de la chamba bien hecha, fue derrocado.
Al carajo se fueron los logros que le dieron estabilidad a la administración pública al operarle temas delicados de gobernabilidad, diálogo con la prensa y asuntos espinosos como el caso Winckler, al igual que el diferendo con el Poder Judicial, operado de fina manera.
La cercanía de Pozos con el presidente Andrés Manuel López Obrador atajó, sin duda, atropellos políticos y legislativos maquinados desde la Secretaría de Gobierno, situación inadmisible para Cisneros empeñado en ser el relevo de Cuitláhuac en 13 meses más, luego de una eventual licencia del ejecutivo.
Hoy, a pesar de la cauda de abusos, errores políticos y corruptelas del poderoso colaborador del gobernador por presuntas raterías, alianzas inconfesables, supuestas compras de bienes inmuebles en su tierra, Baja California, negocios con los alcaldes y la imposición de la Fiscal General, a la vista de Cuitláhuac, son virtudes que lo han consolidado y convertido en inamovible.
El caso de la Fiscal carnala.
Lo de Winckler fue una operación sucia pero finalmente lograda con la ayuda de Pozos.
El reconocimiento, sin embargo, se lo llevó Cisneros quien terminó imponiendo a Verónica Hernández Giádans, una incondicional con cero experiencia, que lo primero que hizo fue supeditarse al ejecutivo perdiéndose la esperanza de autonomía en la defensoría ciudadana.
El aparente triunfo, sin embargo, fue más allá debido a que esta inexperta jamás metida en asuntos de procuración de justicia, tuvo que desahogar temas tan sensibles como los casos Yunes Linares y Clementina Guerrero.
Carpetas mal integradas y la suma de torpezas jurídicas inmovilizaron a la nueva Fiscalía que no tuvo más echar la culpa al Poder Judicial de no actuar y respaldar, cuando en realidad lo que se quería era complicidad, tapar el ojo al macho y dar por cumplida su chamba.
Ello provocó el reclamo del propio Poder Judicial dispuesto a apoyar pero sin brincar la ley.
Por ello los tropezones en el caso Clementina y sus presuntos cómplices en donde hoy no queda claro si son o no corruptos, imputados por delito alguno o tan solo chivos expiatorios.
Todo ello es la resaca de un año de gestión gubernamental que ha dado lugar a la fractura de los poderes, mientras Cuitláhuac García ni siquiera acaba de darse cuenta de donde está parado, ni para qué sirve tener tanto poder.
Pequeñeces:
Causalmente me encontré, al salir de una comida en el “Vadiro´s”, al magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia, Edel Álvarez Peña, amigo desde hace más de 40 años. Charlé con él un par de minutos y tres cosas me quedaron muy claras: No se reelegirá; ya fue avisado, y se muestra muy animado, acaso contento de soltar la carga y cerrar con dignidad su ciclo.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo