Especial

Verano

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 Norma Carretero Rojano

 

 

 

Verano, es una estación del año dedicada por la naturaleza para los chiquitines. Pero, ¿Cómo eran antes los veranos en nuestro querido Coatepec?, bueno, recuerdo que para empezar, se tenían dos meses de vacaciones, de julio a septiembre; o por lo menos así lo era hace la friolera de unos treinta y cinco años; tardes soleadas, muy poca lluvia y sobre todo mucha unión y amistad entre los jóvenes de aquellos años que formamos parte de la sociedad coatepecana. El punto de reunión era en el restaurante “Los Arcos de Belem” (“el café”), que afortunadamente y para el beneplácito de muchos comensales aun abre sus puertas, aquí convergíamos la mayoría de los “chavos” (de aquellos tiempos), -si me permite Usted el término-, no todos de las mismas edades, había grupos bien delimitados por edades, los chicos, los medianitos y los grandes, que íbamos de entre los catorce a los veinte o veintiún años de edad. Eran momentos muy agradables, llenos de risas, coqueteos, bromas sanas y sobre todo de amistad. Se preguntará ¿quiénes acudíamos “al café”? y, de los que recuerdo podría mencionar a algunos como a: Toño Monje, Juanelo, Checho, Cheche, Alejandro Olvera, Alex, Nel, Paty, y Marcela Castillo; Alejandro y Magui Ortíz, Musa y María Inés, Luis, Millo y Enrique Polanco, Paty y Chío Escobar, +Raúl, Adriana y Mónica Polanco, Ricardo Batista, Charo y Esperanza Torio, Javier Murrieta, Nando Cervantes, Tito, Toño Guiot, Rafa López, Leticia Castañeda, Hugo Fernández, Charo Córdoba, Dulce Verónica, Marilú, Pily y Manolo Sánchez, Martin Moreno, José Miguel, Pablo y Viky, Yeyus, Miguelin, Rafa y Caro Sánchez López, Cata Polanco y tantos más, que no quisiera omitir a nadie, pero necesitaría de dos planas completas para enumerar a todos y cada uno de los que pasábamos tardes hermosas en este sitio.

          Se organizaban días de campo en el río de Consolapan, pues aunque Usted no lo crea, amable lector, el río tenía un gran cause y pozas donde uno podía pasar todo el día; bellas veladas en las casas y, hasta bailes.  Era muy bonito, todos nos conocíamos; en el Coatepec de mis recuerdos se respiraba seguridad, se podía caminar a cualquier hora, incluso de noche ¡y su aire provinciano era sin igual! Los coches, por lo menos sobre las calles principales pasaban uno o dos cada quince o veinte minutos; los repartidores de leche en cántaro – leche de nata- lo hacían en sus caballos o burros que bien circulaban por las calles dejando su claro testimonio de estiércol o majada -como le decían-, y no de aceite de motor.

          Nuestras vacaciones eran sencillas, si, de algunos viajes una o dos semanas, pero el resto de estas las pasábamos en nuestro pueblito y además esperando ansiosos nuestro regreso a clases…ese primer día vestidos de gala, zapatos de charol impecables, cabellos cortos en el caso de los varones y peinados bien alisados en el caso de las niñas, todo, para una ceremonia solemne en nuestros colegios coatepecanos…momentos mágicos.

          No quiero sacarle de este viaje de recuerdos, pero, volvamos a la actualidad, los tiempos han cambiado y vamos evolucionando a pasos agigantados, aunque los días de vacaciones eran muchos más que en la actualidad, las vacaciones volaban y no había por lo regular cursos de verano abiertos especialmente para el entretenimiento de los chicos. Las ocupaciones de los padres de familia ahora se han multiplicado, pues tanto el hombre como la mujer nos vemos en la necesidad de trabajar y por lo mismo inscribir a nuestros hijos en clases de verano, que, además, son sumamente creativos y entretenidos. Adaptémonos a nuestras nuevas realidades y disfrutemos también de los cambios.

    

“Las vacaciones consisten en no tener nada que hacer y disponer de todo el día para hacerlo». Anónimo.

 

E mail: normacarreterorojano@hotmail.com

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