VIAJE ESCÉNICO POR EL IMAGINARIO DE LEONORA CARRINGTON
VIAJE ESCÉNICO POR EL IMAGINARIO DE LEONORA CARRINGTON
· Estrenada
durante el Festival Cultura UNAM, tendrá temporada en el Foro Sor Juana
Inés de la Cruz a partir de noviembre
· Episodios
que marcaron a la artista plástica
René Chargoy Guajardo
Foto: Fernanda García.
En el Auditorio del Museo Universitario Arte
Contemporáneo (MUAC) se estrenó el monólogo Leonora (Oratorio
sonámbulo en las tierras de España), actuado por Carolina Politi, en el
marco del Festival Cultura UNAM. El director de la pieza, Juan
Carrillo, se declaró feliz de que el público fuera parte de este momento.
Tercera llamada: al fondo del reducido escenario,
una enorme tela desteñida y algo transparente deja adivinar detrás las siluetas
del cuarteto ibérico de saxofones Sigma Project, todos ellos vestidos de blanco
y, sobre sus propias testas, las cabezas de caballos hechas de cartón.
Sonoridades en bucle y disonantes ambientan lo que va ocurriendo en escena. La
música es original de la violinista y compositora mexicana Erika Vega.
Los elementos de utilería son mínimos: una extensa
red, silla y mesa de madera, al lado de una desgastada maleta metálica en la
que Leonora Carrington carga sus pocas pertenencias y que lleva inscrita a un
lado de la manija la palabra “Revelación”. La dramaturgia de Alberto Conejero
busca dar testimonio a través de la propia pintora de su paso por España,
huyendo de la persecución nazi; del doloroso desarraigo que padeció; de la
terrible experiencia en el camino al haber sido violada tumultuariamente; y de
la demencia que la aquejaba, lo que una y otra vez la llevó a ingresar a
hospitales psiquiátricos por decisión de su padre, siempre en contra de la
voluntad de ella misma.
Leonora encontró su salvación en el arte, en la
pintura. Su escenario cotidiano: el lienzo. Su arma para defenderse de los
agresores (inventados o reales): el surrealismo. Dice perderse a la hora del
galope de la imaginación, pero algo que tiene muy claro es que será pintora, en
tanto sus pensamientos corren como un río entre las rocas. Cuando pinta sus
ojos son como sistemas solares que desprenden luz.
En múltiples ocasiones queda atrapada en la red de
sus fantasmas. Escucha en su mente que alguien grita a lo lejos: “¡La vida me
está matando!” A pesar de todo lo que opera en contra suya, es la más feliz de
las huérfanas. Sabe perfectamente que tiene que resistir y deshacerse de los
personajes que la habitan. No vacila en pintar todas las Leonoras que hay en
Leonora, incluyendo la de la “zorra antifascista”, epíteto con que se le ha querido
denostar. Ella lucha por rescatar a la que es amante de almas, a la mujer
pájaro.
En la oscuridad sus manos empujan y crecen plantas.
No quiere otra cosa que ser buena con el mundo entero; y sin embargo, se ve y
se siente atada como si fuera una salvaje, pobre y ruinosa. No es fácil para
ella contar lo que sigue: la tiranía de su padre, el desconsuelo, la
esclavizante incertidumbre, sus miedos que la destruyen a cada paso. Cómo
quisiera por fin ser visible para alguien. Con este simple hecho podría deshacer
los nudos de su alma, lo dice con firme convencimiento.
¡Escapa, escapa!, le conmina Renato Leduc en
España. La invita a irse a México, le ofrece casarse con ella. Leonora acepta y
deja atrás el recuerdo de su amante alemán, del que vivía obsesionada: el
surrealista y experimentador infatigable Max Ernst. El encuentro con Renato es
decisivo en la vida de Leonora. Entonces viaja hacia tierras mexicanas y se
dirige al centro de su propio misterio. Desde este lugar del mundo podrá
manejar el firmamento.
Se dice a sí misma que si no hay lienzo, su cuerpo
será lienzo; si no hay pintura, su sangre será pintura. Leonora se distancia de
los pabellones para dementes y se aproxima más a la creación. Sus cambiantes
estados de ánimo están plasmados en su pintura. Ella es multitudes, por lo que
su retrato es siempre colectivo.
Leonora (Oratorio sonámbulo en las tierras de
España), producida en colaboración con Teatro UNAM, es una obra que expone
algunos de los episodios que marcaron la vida de la artista plástica y escritora
inglesa nacionalizada mexicana. La propuesta escénica navega por los seis meses
atroces y caóticos (junio de 1940 a enero de 1941) que pasó en España. Juan
Carrillo, el director escénico, decide empezar por elaborar una estética y
evitar un trabajo documental. Opta por recrear un juego del imaginario de
Carrington como persona y del viaje de su mente y emociones.
El monólogo permite al espectador acompañar a
Leonora cuando sube por la escalerilla y dice ver a todos sus ancestros y a
todas las Leonoras que fue, en un universo tan asombroso como íntimo, sellado
por la palabra “Revelación”.
La obra iniciará temporada en el Foro Sor Juana
Inés de la Cruz en noviembre.
FUENTE: UNAM