VIOLENCIAS
VIOLENCIAS
Martín Quitano Martínez
Nos acostumbramos a la
violencia y esto no es bueno para nuestra sociedad.
Una población insensible
es una población peligrosa.
Isaac
Asimov
Debemos reflexionar sobre el
incremento de la violencia como ejercicio cotidiano de nuestra sociedad,
manifiesta en sus múltiples y criticables formas. Desde la violencia como eje
de los discursos que construyen amigos/enemigos en la vida nacional, hasta
aquella atribuida a organizaciones criminales que se ha vuelto incontrolable o las
simples maldades de la “normalidad” mexicana.
Vivimos en un país en el que desaparece
una persona cada hora, donde 500 mil mexicanos han sido asesinados en los
últimos 23 años; y que desde 1962 al 2 de agosto del 2023 se ha reportado la
desaparición de 290,824 personas*. De ellas, 110,106 han desaparecido en los
últimos 5 años. Un país con altas tasas
de feminicidios, con un promedio de 10 mujeres víctimas por día. Donde también
se ejerce cotidianamente violencia y abuso contra niños y niñas y adolescentes.
A esa violencia penosamente
cotidiana se agregan las que ahora se hacen cada vez más presentes, que se
relacionan con acciones públicas o políticas, esa violencia política de género que
desde las mismas instituciones se busca “normalizar” porque –dicen-, “la
política es muy pinche y todos la sufren, hombres y mujeres, y por eso no
debemos sorprendernos sino aceptarlo”, “aguantar vara en lugar de andarse
victimizando”.
El escenario es de catástrofe porque
alimenta las posibilidades de que los vasos se derramen. Que la lógica de esa
política pinche permee hasta concebir una sociedad pinche y que al vivir en
ella pues no queda más que aguantar lo que sucede como normal. Entonces se
justificará que un imbécil agreda con la fuerza de sus complejos a un
adolecente o que una turba queme y robe la casa de cualquiera o que haya abuso
y hostigamiento de personas perversas, total que solo hay que aguantar vara.
En medio de esto y como
envoltorio a nuestras evidentes taras, los discursos de odio, las
intolerancias, el desconocimientos de las civilidades, el incumplimiento de las
reglas, de las leyes, realizado desde la justificación de una justicia servida
a la carta de los iluminados y poseedores de la verdad. ¿La ley? ¿Las reglas?
Solo se aceptan si se apegan a la visión dominante, resguardadas en la
identidad construida por el “pueblo”, “su pueblo” que no es todo el pueblo.
Planteada desde los voceros de ese pueblo, sus representantes auténticos e
indiscutibles.
Cómo hacemos para mejorar un
clima tan descompuesto. Qué acciones individuales y colectivas debemos hacer
para poner freno al remolino de pasiones e intereses que ya anuncian momentos
que, de no contenerse, serán sin duda de alto riesgo para todos.
Insisto en la urgente
necesidad de atemperar las discusiones políticas y sociales. En respaldar el
Estado de Derecho para cada acción, asumiendo autocríticamente nuestras
debilidades de convivencia democrática para obligarnos a conciliar las mínimas
coincidencias aun entre actores opuestos.
Las actuales circunstancias
demandan el diálogo entre distintos, sobreponiéndonos al pasmo y la incapacidad
de abrir caminos para darnos una oportunidad distinta a la que parece estarse
conformando como una realidad aciaga. Hagamos todo lo posible. Para ello la
participación ciudadana es insustituible.
DE LA BITÁCORA DE LA
TÍA QUETA
En el quinto año de gobierno se ofrece
construir una bodega con todas las medicinas del mundo para evitar el desabasto
de medicamentos. ¿No que no había desabasto? ¿Por qué no fue desde el primer
año?, que pena.
*Expansión/Política. En el México actual, un
desaparecido cada hora. 02 2023agosto
twitter: @mquim1962