Xalapa en manos de un atarantado
Xalapa en manos de un atarantado
Por Edgar
Hernández*
¡Al
relevo Cinthya, Vergel o David!
Habrá que reconocer que entre los chairos también
hay clases.
Los hay raterazos; otros violadores; los más
mentirosos; también los iletrados -caso los diputados-, y, por supuesto, los
atarantados.
A Veracruz hace mas de dos años lo azota la plaga
Morena que está resultando peor que la Pandemia por Covid-19 que si bien mata, valga
el Perogrullo, y ahí muere, pero la plaga Morena nos humilla, miente, somete y
empobrece; se lleva nuestro dinero; viola a nuestras mujeres; impide el paso a
la inteligencia, y nos regresa al legendario patriarcado.
Y en cuanto a Xalapa ¡Ay, mi jalapita! por si no
fuera suficiente tan severa plaga, nos ha dejado como herencia a un xochimilca
que hiede igual que sus canales donde vivió.
Nuestro alcalde, Hipólito Rodríguez es un atarantado
que no sabe, ni quiere, ni puede -la flojera le gana- gobernar tan hermosa
plaza.
La capital del país que tanto rindió culto a la
naturaleza, sus flores, la cultura, las bellas artes toda; el orgullo jalapeño;
sus tradiciones, gastronomía, el ser esa singular capital con sus rincones,
leyendas e historias de orgullo de sus hombres al servicio de la ciencia, la
medicina, las letras y la política, agoniza en manos de alguien que le vale
madre una ciudad que ni siquiera es la suya.
Desde el arranque de su administración han sido
errores tras errores los que han caracterizado su gestión. Que si no es el agua
es la basura; que si no son los baches, es la vialidad o el cierre de espacios
para la cultura y esa señalada impericia para atender la Pandemia de
coronavirus.
Cada año devuelve dinero a la federación por no
saber como utilizarlos en bien de 1.5 millones de capitalinos que ven en el día
a día como envejece la ciudad, como se vuelve ruinosa, como la vialidad ha
convertido al centro histórico en un gigantesco estacionamiento.
Hipólito nunca habla.
Tampoco se ve su trabajo. De él no se sabe nada
aparte de sus devaneos etílicos y aficiones por los churritos. Tampoco virtud
alguna se le conoce como profesionista de algo que se refleje en bien de la
capital y desde su arranque jamás se le ha escuchado un discurso que conmueva,
oriente o aliente a la opinión pública.
A este amigo le disgusta la gente. Es enemigo del
aseo y el buen vestir y su umbral de tolerancia es muy estrecho. No es hombre
de diálogo ni se sabe de acuerdos.
¿Algún otro infortunio?
Hace unos días pidió un préstamo a Banobras por 37 millones
para la construcción de cuatro tanques de abasto de agua mismos que la
institución rechazó porque serían destinados para beneficio privado, a lo que
Hipólito envió una carta al presidente López Obrador, misma que fue tirada a la
basura, nunca respondió.
En el imaginario colectivo quedaba la ineptitud de
su gobierno en el manejo de mil 615 millones de pesos que anualmente recibe de
la federación para Xalapa al regresar anualmente recursos millonarios por
subejercicio en la obra pública.
¿Otra perla?
En días anteriores presentó su Plan de Movilidad
Urbana que los jalapeños esperaban atendiera el principal reclamo de bacheo y
nuevas vialidades, así como orden en el tránsito y señaléticas, así como
luminarias y reparación de las arterias mal construidas por su propia
administración.
Pero no.
Presenta el proyecto de una ciclopista que “dará a
la ciudadanía la oportunidad de contar con un espacio tanto para su traslado
cotidiano como para la recreación y el deporte”.
Se trata de once kilómetros de ciclovía en el
sentido norte-sur y sur-norte, sobre la avenida Adolfo Ruiz Cortines, con lo
que se conectará a la avenida Xalapa con la zona de Los Sauces.
Tal vez haya ciclopista de ornato sin la previa
consulta ciudadana; tal vez con ello cierre su desatinado mandato, pero lo que
es un hecho es que al oriundo de Xochimilco siempre se le recordará no por sus
ocurrencias, sino por haber sido el peor alcalde que ha tenido Xalapa.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo