XALAPA:DE SEGUNDA Y ROBADA
XALAPA: DE SEGUNDA Y ROBADA
Uriel Flores Aguayo
Nuestra Capital de Veracruz,
tiene varias cualidades a destacar. Cuenta con una historia de larga vida, paso
de personajes emblemáticos, topografía singular, vegetación abundante, cultura
sólida, capital social positivo, gran juventud estudiantil y pluralidad
política. En ella no es sencillo ejercer control político con criterios
clientelares y corporativos. Van casi 30 años de alternancias partidistas en su
Ayuntamiento. Para los analistas políticos no es fácil comprender su
comportamiento electoral. Sin que haya misterio mayor no es de sencilla
explicación que el candidato opositor al Gobierno Estatal haya tenido la
mayoría en Xalapa, mientras que perdió en el resto de Veracruz, excepto en Boca
del Rio.
Pero tiene sus problemas, y
graves. Los distintos niveles de Gobierno se esfuerzan en disminuir sus niveles
ciudadanos, en alejar a la gente de la vida pública. Hay algunos indicadores de
lo que son malos gobiernos, entiéndase como ineficaces o ineptos, en relación a
Xalapa. Nuestro municipio es saqueado sistemáticamente por el gobierno estatal,
vía policías y tránsitos, con el silencio del Ayuntamiento. A la luz del día y
a la vista de la gente se detienen a los autos para extorsionarlos, dejando
fuera su obligación primaria de agilizar el tráfico vehicular; se sostienen
mafias de grúas para extraer enormes cantidades de dinero, sin importar el
estacionamiento de los carros; se permite el servicio de autobuses chatarra
para el transporte urbano; es nulo el orden en las paradas de autobuses; hay
retenes policiales sin justificación alguna; las policías detienen ilegalmente
a los ciudadanos y los roban. En todos los casos el fin es hacer dinero. Son
millones de pesos los que se han robado este sexenio. Es obvia la cadena en que
circulan esos recursos, van desde la tropa hasta el gobernador. Se han
enriquecido a costa de los xalapeños. Actúan con prepotencia e impunidad. Se
ganan un dinero fácil. Xalapa no cuenta con el respaldo de su Cabildo ni sus
diputaciones federal y local, en todos los casos son omisos y cómplices de la
corrupción estatal. Es patética la situación de las diputaciones que, en
teoría, representan a Xalapa: no opinan, no defienden y no aparecen. Son
fantasmas dedicados a la grilla.
Se ofende a Xalapa, se nos
trata como ciudadanos de segunda o tercera. Es indignante el discurso
gubernamental y del partido oficial que hablan de transformación y desarrollo
mientras se roba y asalta a la población por parte de las fuerzas policiales.
Nos tratan como pueblo bananero. No se debe perder de vista el maltrato casi en
niveles de esclavitud que se ha hecho de los empleados públicos por parte del
partido del gobierno, obligándolos a disfrazarse de militantes y acarreándolos
a cuanto acto se les ocurra.
Estamos hablando de problemas
concretos y evidentes que afectan a la mayoría de la población cotidianamente.
No son cuentos ni consignas demagógicas. Es la realidad, son los hechos y son
los datos. El mundo de la política, sobre todo la oficial, es de las nubes y
fantasía con algo de auto consumo; el mundo de la gente común es de peligros,
amenazas y atropellos. Hablar de esos problemas, denunciar arbitrariedades, de
robos, y plantear soluciones es una tarea ciudadana. Es emplazar a los
gobernantes. Es ver más allá de partidos y campañas electorales; es
participación ciudadana, es construcción de ciudadanía. Es lo que nos hace una
comunidad fuerte, solidaria y progresista.
Recadito: sin
unidad, la oposición xalapeña se suicidaría prematuramente.