XÓCHITL, SEPULTURERA DE LÓPEZ OBRADOR
XÓCHITL, SEPULTURERA DE LÓPEZ OBRADOR
Por Edgar Hernández*
Obligado revisar el fenómeno
mediático alcanzado de la noche a la mañana por Xóchilt Gálvez de cara a la
sucesión presidencial.
Hasta que López Obrador se
negó a cumplir el mandato legal que lo obligaba a otorgarle a la senadora el
derecho de réplica en la “Mañanera” donde la difamó, la opinión pública
nacional supo de su existencia.
El punto de quiebre, sin
embargo, se daría cuando la propia Xóchitl se apersonó en Palacio Nacional para
ejercer su derecho mismo que le fue negado por la guardia pretoriana.
“¡Que haga su mañanera!”, le
respondió el Peje.
Luego vendría la embestida
propagandística oficial apoyada en medios afines al lopezobradorato y redes
sociales en donde pusieron en tela de juicio su origen indígena y le han estado
publicando hasta de lo que se va a morir.
¡Error!
Esa discriminación y abierta
violencia de género desató el repudio ciudadano manifestó por millones, vía
Twiters, expresiones de apoyo, invitaciones a entrevistas nacionales e
internacionales y la simpatía partidista.
En paralelo el presidente se
llenó de pánico respondiendo con insultos y desprecio.
Así, la víctima, la que el
régimen hizo mártir, de la noche a la mañana se convirtió en heroína, en la opción
opositora para suceder a López Obrador justo dentro de un año.
Xóchilt Gálvez de pronto
cambió el reloj de la historia política de México, justo cuando la ortodoxia
opositora ágil como la de un Mamut aguarda tiempos y prefiere lo institucional
-o Creel o Beatriz o Enrique de la Madrid- olvidando que dichos aspirantes no
representan el anhelo de los mexicanos.
Esta güera de rancho que no
niega sus orígenes indígenas ha dicho, sin embargo, ¡Quiero!
Xóchitl, la que habla con
picardías, la que ha sufrido los embates de la guerra sucia, la que tiene a una
hermana en la cárcel por razones políticas, de pronto y a la de sin susto,
rompe los paradigmas de la política y se ubica a la vanguardia del cambio.
Se coloca como la mejor
competidora de la invisible Claudia Sheimbaum, quien por cierto qué ridícula se
ve hablando como tabasqueña en sus mítines. Eso no de risa sino de lástima.
Xóchitl Gálvez transita rumbo
a la sucesión con el respaldo manifiesto de millones de seguidores y
simpatizantes de las redes sociales -que es lo de hoy que son las que deciden-
para colocarse a la cabeza como la candidata ciudadana y viable opción para el
Frente Opositor por México que aglutina a los partidos políticos y las mentes
más brillantes del país.
Ella es panista y hasta algunas
semanas, concretamente el pasado 12 de junio cuando llegó a Palacio Nacional en
su bicicleta y un amparo en la bolsa, pocos apostaban por ella.
Hoy es la primera en la lista.
Así llegó Fox pateando puertas
y prometiendo sacar a las “tepocatas” y víboras prietas de Los Pinos. De igual
manera llegó a la Presidencia del país más poderoso del mundo Donald Trump
advirtiendo que Estados Unidos regresaría a ser la mayor potencia del mundo.
Quién no recuerda a Gustavo
Petro, exguerrillero colombiano que llega al cargo con el compromiso de parar
la violencia o a Emmanuel Macron, quien con menos de 40 años y cero experiencia
política, rompe el Establishment, al asumir en 2017 la Presidencia de la
República de Francia.
En Honduras, Xiomara Castro,
alcanza el máximo cargo de elección popular al proponer acabar con la
delincuencia utilizando la misma estrategia de Nayib Bukele, quien literalmente
extermina en 12 meses a los Mara Salvatruchas de El Salvador.
Todo sin mediar abrazos sin
balazos, sin corruptelas y sin echar la culpa al pasado de todos los males que
heredaron. No barrieron para atrás, simplemente aplicaron la ley sin distingos
ni parentescos.
Vaya, el propio López Obrador
fue un hito en 2018.
Luego de décadas de lucha, de
ser aplastado por los aparatos de poder y ser considerado como un “peligro para
México” alcanza a la “Silla Embrujada” con una votación de 30 millones sin
precedentes en jornada comicial alguna.
Que después haya renunciado a
sus ideales, entregado buena parte del poder a los narcos, ser más corrupto que
sus antecesores y traicionar a la Patria, sería otro tema.
Es el mismo López Obrador que
si los vientos siguen soplando en favor de Xóchitl no tendrá más remedio que
colocarle la banda presidencial el primero de julio del 2024.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo