¿Y después de la tragedia?
Por Pedro Peñaloza
Si todavía no conocemos la vida, ¿cómo podemos conocer la muerte?
-Confucio
- Pobreza y delito. Nadie en su sano juicio puede afirmar, con evidencias y datos verificables, que la pobreza es el único factor detonante para la criminalidad. Recordemos que la falta de recursos económicos y materiales es un componente de un conjunto de elementos que influyen para que una persona pueda cometer alguno delito, especialmente el robo. Asociar unívocamente a la pobreza con la violación a la ley es propio de ignorantes y de positivistas tardíos. No más.
Lo que sí está comprobado es que la desigualdad social impulsa y favorece actos violentos. Las abismales brechas sociales sí son resortes para efectuar actos agresivos con el propósito de obtener las riquezas que otros visiblemente poseen. Los países con mayor desigualdad social, que están concentrados en América Latina, son los que presentan el mayor índice de violencia, medida por el delito que tiene menos subregistro, que es el homicidio. Por lo tanto, es preciso distinguir los indicadores que expliquen los procesos de descomposición social que se viven en México. No abordar científicamente el problema nos puede llevar a respuestas de impacto momentáneo que carecen de eficiencia en el mediano y largo plazo, como ha venido sucediendo en los últimos 30 años, por lo menos.
- Tlahuelilpan: un laboratorio. Las muertes que nos han enlutado deben encontrar explicaciones más allá de lo emotivo. Los factores para el análisis están a la vista. El 21% de la población tiene entre 14 y 25 años; cerca del 70% de sus 19 mil habitantes no poseen un trabajo formal; apenas hay 11 primarias, 4 secundarias y ninguna preparatoria; 6 de cada 10 casas no tienen lavadora y sólo 3 de 10 personas terminaron la secundaria. ¿Sólo estas variables sociales podrían explicar el comportamiento de una parte de la población el pasado 18 de enero? Por supuesto que no, simplificar el problema construyendo un binomio robo de gasolina-pobreza implicaría suponer que en gran parte del territorio nacional los excluidos se dedican a robar gasolina. Este reduccionismo es el que ha venido reproduciéndose en las “benditas” redes sociales, en una mixtura de clasismo, populismo punitivo discriminación y estupidez.
Epílogo. Los saldos. El gobierno ha dicho que ha detectado 10 mil millones de pesos y fraude por 3 mil, producto del huachicol; que hay mil 700 carpetas de investigación; que se han detenido a 5 trabajadores de Pemex por coadyuvar con grupos dedicados al huachicoleo. Al final, ¿cuántos poderosos serán procesados y llevados a prisión? Ahí podremos saber si valió la pena esta cruzada.
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