¿Y después de la vacuna?
¿Y después de la vacuna?
Por Pedro Peñaloza
“Hay una manera de contribuir a la
protección
de la humanidad, y es no resignarse”. Ernesto Sabato
No quiero ser aguafiestas ante el
entusiasmo que ha desatado el arribo de las vacunas, pero en este momento es
una carrera de los gobiernos por lograr inocular a su población en el menor
tiempo posible con el objetivo de aumentar la popularidad y ganar adeptos sin
importar el gasto, dificultando, así, la lucha para encarar el virus
SARS-CoV-2, principalmente para los países periféricos. Por ello, es necesario
precisar los caminos que habremos de transitar y los que puede presentarse en
el horizonte.
Recordemos, el Capitalismo ha
desarrollado ocho pandemias en los últimos 100 años y, junto con ellas, varias
epidemias que son cada vez más grandes y peligrosas, sumado al incremento de
movilidad que potencializa el contagio. Los saldos en pérdidas humanas han sido
constantes: la primera pandemia conocida en el siglo XX fue la gripe de la
influenza en 1918, que causó la muerte de entre 20 y 50 millones de personas
durante la Primera Guerra Mundial y la afectación alrededor de 500 millones de
personas, como lo describe Daniel Campos en “Un análisis marxista del
Coronavirus”.
Ahora, el SARS-CoV-2 se
desarrolla en un contexto de alta concentración de la riqueza, obscenos índices
de pobreza y destrucción del medio ambiente. No obstante esto, los
“razonamientos” que hoy circulan por parte de los grupos dominantes, y que
buscan confundir a las audiencias sociales, pretenden resaltar que la causa de
la crisis actual proviene de factores “exógenos”, ajenos al modelo depredador y
de acumulación sin límites que caracteriza al capitalismo financiero. Estamos
en presencia de la imbricación de un sistema que empobreció a los trabajadores.
Por eso, no es extraño que los asalariados precarizados que no cuentan con
protección social, son los que más han sufrido los embates del Covid-19.
Evidenciando, de igual manera, a aquellos ultra ricos que continúan haciendo
dinero con el sufrimiento y la devastación, en contraste con la fragilidad de
los micro, pequeños y medianos empresarios que han tenido que cerrar,
incrementando el desempleo, y que el gobierno mexicano ha dejado a su suerte.
El futuro no se ve nada
alentador, los datos que muestran los organismos internacionales, así, como, el
INEGI y CONEVAL, dibujan un panorama grave para el país. Claro, el modelo
capitalista financiero tendrá algunas adecuaciones en su proceso de acumulación
y explotación, pero mantendrá intacta su infernal lógica de destrucción del
medio ambiente, la fauna, la flora, los ríos y la alimentación. Preparémonos
para las próximas pandemias, porque vendrán más, y sus respectivas “vacunas”.