¡YA NO ME DEJASTE NI UNO!
Entre los
cientos de personajes que admiro está Don Adolfo Ruiz Cortines, hombre
exageradamente honesto, sensible a los demás, sabio natural, con un
impresionante sentido de vida; don que ejercía evidentemente en la política,
misma que transpiraba por cada uno de sus poros.
Cuenta
una anécdota que cuando su sucesión se aproximaba -zorro de la política como
era-, enviaba señales a sus posibles sucesores, muchos despistados los tomaban
hacia Don Gilberto Flores Muñoz “El Pollo”, entonces Secretario de Agricultura,
a quien la bufalada daba como “el bueno”.
Hasta la
década de los 90, el gobierno federal mantuvo infinidad de empresa sin buenos
dividendos, una de ellas el periódico El Nacional, que a pesar
de contar con excelentes escritores, debido a que tocaba las noticias desde una
óptica oficialista, aunado a la mala organización y pésima distribución, y como
todo lo que la mala burocracia mexicana toca, no era leído por nadie, a grado
tal que en 1994, el gobierno federal lo desapareció después de 65 años de vida.
Como la
fecha del “destape” se acercaba, cierto día el director de El Nacional solicitó
permiso al presidente Ruiz Cortines para escribir un artículo donde ponderaba
las virtudes y oficio político de Don Gilberto, éste le respondió: “Muy bien,
publíquelo… ¡pero no se lo cuente a nadie!”
Eso
quizás es lo que querían los españoles en septiembre de 1810: ¡que no le
contaran a nadie! que la insurrección había sido descubierta, pero Doña Josefa
Ortiz de Domínguez, patriota a más no poder, mando comunicar al joven militar
Ignacio María de Allende y Unzaga, que el movimiento independentista
–programado para noviembre- había sido descubierto, hecho que hizo que los
insurgentes tomaran la decisión de adelantarla a la madrugada del 16 de
septiembre.
Así fue
decretado septiembre el Mes de la Patria, en homenaje a que un
puñado de pundonorosos mexicanos que supieron ir más allá de sus límites y
fueron capaces de iniciar una gesta heroica que nos legó Patria y Libertad.
Para el
viejo Filósofo, el Grito de Dolores es un verdadero icono de amor a México,
pues mientras los grandes libertadores de América: Sucre, Bolívar, San Martín,
entre otros, eran militares de carrera, Hidalgo era un sacerdote –con un
liderazgo social ejemplar, validado en el servicio- que frente a la cruz en la
que promovía el amor al prójimo, enarboló el estandarte de la Virgen de
Guadalupe para luchar por la causa de todos.
Entre las
causas de la Independencia de México encontramos: el descontento colectivo por
la desigualdad social, los altos impuestos, la acumulación de poder y
resentimientos por el clero, el menosprecio a criollos y mestizos, los
indígenas y las castas en condiciones misérrimas. Por otra parte, la influencia
de las ideas enciclopedistas -no obstante la Inquisición-, de la Independencia
de Estados Unidos, de la Revolución francesa y del liberalismo que en forma por
demás destacada brillaba en nuestro país.
Aunque
los próceres que iniciaron la Independencia no vieron culminada su obra, su
lucha permitió abolir la esclavitud, libertad para autogobernarnos, establecer
el federalismo y una república, proclamar la igualdad de todos ante la ley, la
soberanía popular, la división de poderes, el establecimiento de los derechos
fundamentales del hombre y del ciudadano; en síntesis, conquistar la ansiada
Independencia de México.
Lo
anterior me recuerda la ocasión que en Güémez se celebraban las fiestas
patrias, con tal motivo el pueblo entero se volcó a la plaza que vestía sus
mejores galas. En la explanada, el presidente municipal andaba como niño con
juguete nuevo, saludando a los concurrentes; el secretario del Ayuntamiento,
desde el balcón del palacio municipal le hacía señas indicándole que era hora
de iniciar “el grito”. Como el alcalde hacía caso omiso, ordenó al maestro de
ceremonias que diera “una calentadita al evento”, éste ni tarde ni perezoso
empezó a soplar el micrófono: “Bueno, bueno, probando, probando” -y con voz
envidiablemente modulada dijo:
—
¡Señoras y señores!, en unos momentos más nuestro querido presidente municipal
habrá de dar el Grito… Como nuestro líder político, habrá de invitarnos a
repetir con él los nombres de los héroes de la Independencia… habrá de
decirnos: ¡Viva Hidalgo!… — ¡Viiiivaaaa! -repitió emocionada la multitud.
— ¡Viva
Morelos!… — ¡Viiiivaaaaaaa! — ¡Viva Allende!… —¡Viiiivaaaaaaa! -repitió el
gentío.
— ¡Viva
Doña Josefa Ortiz de Domínguez! — ¡Vivaaaaaaa!
El
munícipe al ver lo anterior, emprendió presuroso la carrera hacia el balcón,
llegando hasta el maestro de ceremonias que continuaba: — ¡Vivan los héroes que
nos dieron patria y libertad! — ¡Viiiivaaaaaaa!
Sofocado
llegó corriendo el presidente municipal junto al maestro de ceremonias,
reclamándole:
— ¡Hijo
de la tiznada!… ¡YA NO ME DEJASTE NI UNO!