“¡YO NO OLVIDO EL AÑO VIEJO!”, PEPE YUNES
“¡YO NO OLVIDO EL AÑO VIEJO!”, PEPE YUNES
@LíneaCaliente
Por Edgar Hernández*
Inicia 2025.
Se renuevan las esperanzas, un
señalado deseo que todo cambio sea para mejorar y que por fin la salación se
aleje, ya sin el ratero atarantado que saqueó a Veracruz los últimos seis años.
Arranca un nuevo año con la
esperanza de que vivamos con dignidad y seguridad, en armonía y concordia.
Que las buenas intenciones de
las autoridades entrantes se traduzcan en paz social y se ponga fin a la
corrupción del pasado reciente que solo trajo desgracias y deudas, por cierto,
a pagar los siguientes 30 años.
Acaso solo queda para el
imaginario colectivo un dudoso año -ese infausto 2023-, pero no en el olvido.
Fresca en la memoria la
elección del 2 de junio en donde nadie sabe, nadie supo dónde quedó el casi un
millón de votos perdidos entre montañas de actas electorales hoy en un limbo
oficial.
Dónde las actas alteradas con
la complicidad del OPLE y el INE cuyo destino próximo será la basura para que
no quede huella.
Persiste en el ánimo de la
opinión pública ese sospechoso conteo rápido que dio una voltereta en cuestión
de horas colocando casi 30 puntos a quien nadie apostaba por ella salvo los
chairos por supuesto.
Y el cacas, por supuesto.
¿Dónde la victoria cantada por
el propio Pepe Yunes, aplastada por una numerología contraria a la simpatía
volcada en su favor?
¿Dónde fue a parar la
explicación, la real, del conteo de las boletas electorales para diputados
federales y locales, con señalado énfasis en Xalapa donde gana Ana Miriam
Ferraez sin hacer campaña -se la pasó de vacaciones en Cancún por más de un
mes- ni recorrer barrio capitalino alguno?
Para el registro histórico
queda aquella fiesta de la alegría colectiva, la de la ciudadanía esperanzada
en el cambio ese 2 de junio, que solo duró un suspiro.
¿De verdad la delincuencia
organizada de Morena es tan buena para el algoritmo?
Y es que, si bien los viejitos
apoyaron la causa de Morena al igual que los chavos becarios, las clases
medias, los universitarios y profesionistas, así como la burocracia, que son
los más, votaron por la opción de un veracruzano-veracruzano.
Los programas de bienestar
repartieron carretadas de dinero para inclinar la votación en su favor, pero
fueron más las mujeres y los jóvenes que desde temprano estuvieron en las urnas
para rechazar la imposición siempre bajo sospecha.
¿Acaso fue cierto que la
campaña costó 3 mil 500 millones a los chairos y si fue así de dónde salió la
plata?
¿Del erario o del crimen
organizado?
¿En qué momento dejaron de
contar los moderadores de la opinión pública, los sectores obrero, campesino y
popular, la coalición de partidos políticos, los universitarios, la clase
pensante, mujeres y hombres del campo no beneficiarios de los programas
morenos, las multitudes manifiestas en los 212 municipios, el tácito y repetido
convencimiento rechazo a no ser gobernados por una zacatecana, las 17 denuncias
presentadas por Pepe Yunes ante las Fiscalías del estado y la federación por
mansiones y fortunas inexplicables, la rendición de cuentas por “Dos Bocas” y
los millones de dólares en Paraísos Fiscales, gracias a la información filtrada
por el FBI?
Hoy ya no hay espacio para ese
recuerdo, para el cúmulo de evidencias, para la realidad misma.
Después de la elección el
silencio ha sido total.
Simplemente se transitó de la
nada a la nada incluidos los Yunes de Soledad de Doblado, una caterva de
traidores, todos en abierta genuflexión a quien los amenazó con prisión si no
acataban sus instrucciones contrarias a la lealtad, que nunca tuvieron, a la
amistad y alianza política con Pepe Yunes que jamás existió, y a la entrega
incondicional en favor de quien siempre calificaron como ¡Viejo Guango!
Miguel Angel Yunes y sus hijos
tal vez nunca vayan a la cárcel, pero siempre serán recordados por los
mexicanos como traidores a la Patria.
Y qué decir de la prensa
arrodillada largamente premiada tras el “triunfo”, al igual que los tránsfugas
y chapulines priistas y panistas, así como aquellas asociaciones políticas que
no representan nada, pero que siempre están al pendiente de la proclamación de
“Muerto el Rey, ¡Viva la Reyna!”.
En efecto, una ganó y el otro
perdió sin margen alguno de apelación a la legalidad determinada del lado
oficial.
Veracruz no fue más que parte
de la misma estrategia nacional orquestada desde Palacio Nacional.
Sin embargo, aún en la memoria
del imaginario colectivo pervive ese 3 de junio cuando Veracruz amaneció en
silencio tras el fraude del día anterior.
Fue un shock ciudadano que
duró, no días ni semanas, sino meses.
No se podía salir del asombro,
del ¿Qué pasó? que a fuerza de tanto repetirlo se volvió normalidad.
Difícil borrar de la historia
de Veracruz lo sucedido ese 2 de junio.
No queda más que apelar a la
esperanza por un futuro promisorio a partir de este 2025.
Uno que vaya más allá de
olvidar el Año Viejo que solo nos dejó “una chiva, una burra negra, una yegua
blanca y una buena suegra”.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo