YO O EL GOLPE
YO O EL GOLPE
Por
Martín Quitano Martínez
Si cada
día cae dentro de cada noche, hay un pozo donde la claridad está encerrada.
Hay que sentarse a la orilla del pozo de la
sombra y pescar luz caída con paciencia.
Pablo
Neruda.
Según muchas encuestas, la candidata
presidencial del oficialismo mantiene una distancia inalcanzable para la
candidata presidencial opositora. De ser cierta tal afirmación, desde la
racionalidad política no se entiende la ilegal y cotidiana intromisión del
discurso presidencial, quebrantando el marco jurídico para apoyarla un día sí y
otro también, desoyendo incluso las sanciones del INE.
De cualquier manera, flaco favor le hace a su
candidata la injerencia y belicosidad del señor del dialogo circular que hace
unos años hizo famosa la frase de “cállate chachalaca” contra el entonces
presidente Fox, ante comportamientos entonces reprobables pero que ahora son
plenamente aceptados, por los que antes se quejaban, pero también ilegales.
Si la elección presidencial tiene un resultado
definido como repiten e intentan hacernos creer a los electores, y si la
ventaja de Claudia es de tal magnitud como la presentan, ¿qué objeto tiene
tensar políticamente las condiciones del país y las leyes y reglas como lo hace
el presidente, convirtiéndose en una chachalaca? ¿Acaso será, como dicen algunos, que ellos
tienen otros datos?
En numerosas ocasiones el presidente ha
mostrado su talante intolerante y autoritario, sin embargo en los últimos años lo
adereza con el reclamo de su lugar en el olimpo histórico nacional, ocupando el
plano estelar de la soberbia y la egolatría. Y es que el señor se ostenta como
el único y legítimo representante del pueblo, de ahí que lo que diga o haga
tiene plena justificación, y quienes lo agreden no lo dañan a él, sino al
pueblo –uno que él imagina y que solo incluye a quienes le aplauden, lo que sin
duda tiene un tufo autocrático-.
Por ello es que para López Obrador la
continuidad o no del proyecto del gobierno actual es más que un proceso
electivo normal consustancial a cualquier sociedad medianamente democrática. Para
este presidente es la gesta histórica contra los enemigos del pueblo o contra
él como su encarnación. La megalomanía es tan trágica como las consecuencias del
desprecio a lo que es distinto o lo confronta.
Su enfoque
fundamentalista ha profundizado nuestras crisis a las que ha negado o minimizado,
pues solo es verdadero o importante lo que él reconoce como tal, y lo demás no
existe, no es cierto o es una engañifa de sus adversarios, colocando al país en
un angustioso y peligroso proceso de descomposición política y social.
Recientemente, el presidente viene insistiendo
y asegurando que, de cara a los resultados del 2 de junio, nos acercamos a un
golpe de estado técnico, según dice, fraguado desde la oposición junto con el Poder
Judicial, para quitar su proyecto del poder. Bueno, pues lo que parece dicha
afirmación es que el señor prepara el terreno para contradecir resultados
electorales adversos, como lo ha hecho desde el 2006. Al señor no le gusta
perder elecciones y ya está pensando en imponerse a la mala en la de este año, doliéndose
adelantadamente de un “fraude electoral”.
Desde ahora grita “al ladrón, al ladrón” para ocultarse
como el verdadero forjador de un proceso electoral manipulado desde el gobierno
y descompuesto en su legalidad. Por supuesto que la obediente candidata oficial
repite el guión presidencial, agregando preocupaciones a nuestras vivencias
políticas y sociales.
La figura nacional con más poder, con el presupuesto,
las instituciones y las fuerzas armadas a sus órdenes, alarmado porque existe
la posibilidad de perder la elección presidencial. Porque no es cierto que
todos lo quieren, porque hay muchos mexicanos agraviados que no van a votar por
la continuidad, porque no posee la verdad y la distancia entre Claudia y
Xóchitl se reduce cada día más.
No presidente, no habrá un golpe de estado
técnico desde la oposición. Lo que seguramente sucederá es que la sociedad se
organizará para salir a votar masivamente en su contra, para rescatar al país
de su visión fundamentalista, para defender la democracia y las instituciones
que tanto esfuerzo nos costaron. Eso no es un golpe de estado técnico. En
democracia se llama tan solo perder o ganar elecciones. Nada más.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Nunca
fuimos Dinamarca en salud. Menos con una reducción, en dos años, de 157 mil
millones de pesos.
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@mquim1962