SALARIOS MÍNIMOS, DEMAGOGIA MÁXIMA
PEDRO PEÑALOZA
«Quien no se mueve, no siente las cadenas».
Rosa Luxemburgo
1. Un presidente con más saliva que recursos económicos. El inquilino de Los Pinos, tiene muchos problemas, pero el nuclear es el económico, es decir la variable que puede darle sustentabilidad y credibilidad a su proyecto político. Expliquémonos: Las expectativas de crecimiento económico, difundidas y exageradas por personeros de su gobierno y los cálculos que han hecho los organismos internacionales e incluso el INEGI, colocan a Peña Nieto en una circunstancia especialmente compleja, puesto que hay consenso en que la economía no crecerá más allá del 2.5 por ciento. Y esto en términos constantes y sonantes, quiere decir menos empleos y menos oportunidades para las mayorías asalariadas. En serio, el joven imberbe, se encuentra caminando en arenas movedizas. Ahora, ante la ausencia de respuestas concretas a la extendida crisis mexicana, Peña Nieto apunta sus promesas hacia las llamadas «reformas estructurales», específicamente las de telecomunicaciones, fiscal y energética. La fiscal está haciendo agua y las otras dos ofrecerán resultados positivos, si es que los hay, una vez que termine el sexenio. Así que, de poco valen las promesas del jefe del ejecutivo, si sólo son desplantes mediáticos.
2. El Salario del Miedo y la Demagogia. En una curiosa disputa, Miguel Mancera y Gustavo Madero, están disputándose la estafeta para encabezar la lucha por el aumento del salario mínimo (SM). Ambos personajes lo hacen por resortes distintos pero por objetivos similares, el primero, como un lance para darle color a su deslavada imagen de gobernante de «izquierda», y el segundo, simplemente como una estrategia electoral que busca atraer a una franja electoral ajena a los postulados panistas, es decir los segmentos más pobres. Por cierto, una paradoja que no hay que olvidar en este país de desmemoriados, es que el partido blanquiazul junto con el PRI, aprobó la reforma laboral, que entre otras características, flexibiliza y precariza a los trabajadores en el proceso productivo y en el mercado.
La debilidad conceptual de las campañas de Mancera y Madero, ocultan que los aumentos salariales implican disminuir la masa de ganancias de los capitalistas, con lo que cualquier iniciativa de esta naturaleza trastoca el modelo dominante, neoliberal y financiero, que tiene como vertebrador la sobreexplotación de la fuerza de trabajo y la dictadura del mercado. Y lo anterior no es cualquier cosa, puesto que plantear el incremento del SM es confrontar el comportamiento de un Estado evaporado y solo albacea de las ganancias capitalistas, al poderío de los empresarios y a sus resistencias a mover un ápice el volumen de sus ganancias. Por eso no es casual, que un tal Rafael Avante, subsecretario federal del trabajo, haya expresado en el evento organizado por el gobierno del DF, que «suponemos que ganar más pesos significa que esos pesos alcanzan para más» (sic). Por lo que queda claro que el gobierno peñista no quiere generar ninguna molestia en los empresarios, aunque sea con el pétalo.
3. Los Olvidadizos. Por supuesto, no hay casualidades sino causalidades. No debería parecer extraño, que los partidos se presentes con careta de justicieros, frente al horizonte de las próximas elecciones intermedias de junio del año entrante. No deja de oler a moneda de tres pesos, que ahora se reivindique la lucha contra el deterioro salarial, cuando desde los años ochenta a la fecha, aseguró la CEPAL, el SM en México ha perdido 70% del poder adquisitivo en términos reales. Nuestro país, continúa la CEPAL, es el único de la región dónde el SM es inferior al umbral de la pobreza per cápita, es decir, los trabajadores formales que reciben un SM están hoy por debajo de esa línea y aquellos que reciben dos apenas la superan. En contraste en Brasil, Argentina, Uruguay y Chile, la mejora del SM se ha traducido en una caída de la desigualdad sin afectar negativamente el empleo ni acrecentado la informalidad, concluyó la CEPAL.
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