125 AÑOS DE LA CORONACIÓN PONTIFICIA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE
125 AÑOS DE LA CORONACIÓN PONTIFICIA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE
Por
Ernesto Sergio Cuevas Fernández
Júbilo vivieron los feligreses del Santuario Guadalupano de esta ciudad el pasado 12 de octubre, celebraron el 125 Aniversario de la Coronación Pontificia del Sagrado Original de Santa María de Guadalupe, efectuada por el Papa León XIII en 1895. Atendiendo las medidas sanitarias derivadas de la pandemia que enfrentamos.
redes sociales, dio inicio la procesión de entrada encabezada por los acólitos, ministros, así como por las banderas de España, Ciudad del Vaticano y México, portadas por sendas señoritas ataviadas con vistosos trajes regionales; la bella corona pontificia también pudo ser admirada de cerca, cerrando este trayecto el Padre Sotero Domínguez Gómez, Rector del Santuario.
Digna
de destacarse fue la elocuente homilía pronunciada por el Padre Sotero, en la
que refiriéndose al Evangelio de San Lucas en que se narra la visita de la
Virgen María a su prima Isabel, nos pidió poner atención en las respuestas de
Isabel que son un elogio a la fe de María: “Dichosa tú que has creído”; esta
alabanza, por extensión se aplica también a nosotros: somos dichosos por creer
pero nos advierte: no sea que acostumbrados a una doctrina y a una religión dejemos
de sentir la dicha de creer y esta dicha de creer nos levanta la
esperanza y la gente con esperanza hace que su caridad se vea, es decir que
fructifique en obras buenas.
Recordó
que el hermoso templo de Guadalupe en nuestra ciudad, fue construido en
circunstancias de salud muy parecidas a las que vivimos actualmente a causa de esta
pandemia y cómo los coatepecanos de la primera mitad del siglo XIX y los
habitantes de los pueblos vecinos como Xico, Teocelo, Cosautlán, Ixhuacán y
otros, colaboraron con materiales para su edificación, implorando la
intercesión de la Virgen de Guadalupe en esos momentos de prueba. Y como
conclusión nos exhortaba: Ahora como entonces, pidámosle a la Virgen ¡danos la
capacidad de creer y de ser en el mundo, hombres y mujeres con esperanza!
Terminada
la comunión, correspondió a quien esto escribe, subir hasta el camarín de la
Reina de México y Emperatriz de América a colocar en sus sienes la regia
corona. En ese instante, las campanas del Santuario, enmudecidas todo este
tiempo de contingencia sanitaria, fueron repicadas a gloria y de la cúpula
descendieron centenares de pétalos de rosa, mientras los asistentes exclamaban
vivas y tributaban aplausos por tan feliz acontecimiento. Antes de impartir la
bendición, el Padre Rector pronunció la misma oración de consagración a la
Virgen de Guadalupe que se dijo hace 125 años en el Tepeyac y con la que
cerramos esta narrativa:
¡Salve,
augusta Reina de los Mexicanos,
Madre
Santísima de Guadalupe, Salve!
Ante
tu trono y delante del cielo,
renovamos
el juramento de nuestros antepasados,
aclamándote
Patrona de nuestra Patria, México;
confesando
tu milagrosa aparición en el Tepeyac
y
consagrándote cuanto somos y tenemos.
Tuyo
somos gran Señora,
acéptanos
y bendícenos en Jesús, tu Hijo.
Amén.