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1917

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(OSCARS 2020)

Por: Pablo Contreras Sánchez

La temporada de los Oscar finalmente está sobre nosotros. Los nominados se dieron a conocer a las 5:30 AM del lunes pasado (aproximadamente dos horas después de que un servidor se fuera a dormir) y como es costumbre, hubo una gran cantidad de sorpresas y omisiones, de las cuales, la más insultante fue la completa ausencia de mujeres en la categoría a Mejor director, cuando hubieron grandes cineastas detrás de algunas de las mejores películas del año pasado, como Lulu Wang con ‘The Farewell’, Marielle Heller con ‘Un buen día en el vecindario’ y por supuesto, Greta Gerwig con ‘Mujercitas’.

Pero volviendo a las nominaciones, y como tampoco podían faltar, entre ellas podemos identificar un par de películas que se adhieren al molde del ‘cebo de Oscar’ (u ‘Oscar bait’), término que se utiliza (normalmente de manera despectiva) para referirse a filmes que reúnen ciertas características que largometrajes nominados y ganadores de premios de la Academia en el pasado han tenido, en un intento por obtener alguno de, o preferiblemente ambos reconocimientos; por ejemplo, los dramas de época, de guerra o basados en hechos reales. Reúne las tres, respáldalas con una campaña de premios sólida, y estás prácticamente dentro de la terna, como este año lo hicieron ‘Contra lo imposible’, ‘El irlandés’ (ambas excelentes bajo sus propios méritos) y el estreno de la semana: ‘1917’, del director inglés Sam Mendes.

No obstante, ‘1917’ pretende distinguirse del filme bélico promedio con una propuesta técnica interesante: presentarse a sí misma como un solo plano secuencia (es decir, una toma larga y sin cortes) de principio a fin. La historia de la película sigue a dos jóvenes soldados que, durante la Primera Guerra Mundial, se embarcan en una difícil misión: entregar un mensaje dentro del territorio enemigo que podría evitar que miles de sus compañeros, incluyendo el hermano de uno de ellos, caminen directo hacia una trampa mortal.

Este no es el primer filme en utilizar un plano secuencia como vehículo visual para contar su historia; otros ejemplos incluyen el clásico ‘La soga’ del maestro del suspenso Alfred Hitchcock, la española ‘Victoria’ y, por supuesto, ‘Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)’ de Alejandro Gonzáles Iñárritu. Esta es, sin embargo, la primera instancia del recurso dentro de un proyecto con una escala tan grande, y se puede decir, incluso, que lo ha perfeccionado. De hecho, una de mis sensaciones favoritas al ver una película es preguntarme ‘¿cómo diablos hicieron eso?’ (una vez que te familiarizas con el proceso de hacer cine, ya pocas cosas te sorprenden) y cuando no tenía la quijada en el piso gracias a sus impresionantes valores de producción, la única cuestión que rondaba mi cabeza viendo ‘1917’ era, precisamente, esa.

Sam Mendes utiliza de manera magistral cada recurso a su alcance para generar una constante sensación de suspenso que nos pone en los zapatos de sus protagonistas, con el conocimiento de que el peligro y la muerte acechan en cada esquina. ‘1917’ es un auténtico logro cinematográfico, gracias a un número de secuencias (particularmente una cerca del final) cuyo nivel de reto técnico es monstruoso, pero sus resultados asombrosos. Como única observación quisquillosa, noté que la película incluye alrededor de veinte minutos que consisten únicamente de personajes deambulando pasillos, colinas, trincheras, trasladándose del punto A al punto B, lo cual, si bien, contribuye a mantener el suspenso, puede resultar ligeramente tedioso para el espectador promedio, y en general detiene el ritmo, aunque de manera breve.

La fotografía del veterano Roger Deakins es quizá el aspecto más comentado y celebrado de la película dentro del circuito de premios, y lo cierto es que es algo fuera de este p*nche mundo. La cámara de Deakins (quien fácilmente se embolsará su segundo Oscar por este filme) está constantemente en movimiento, absorbiendo el entorno, habitándolo. Su creativo uso de la luz natural, encuadres panorámicos que nos dan un vistazo completo del campo de batalla, brillante manejo de la perspectiva e inigualable proeza a la hora de simular una toma continua, hacen maravillas por una narrativa visual que nos dice mucho cuando los personajes se encuentran en silencio, contemplando sus alrededores. De nuevo, hay una secuencia en particular en la que la fotografía me voló la cabeza, y sin abundar en detalles, diré que tiene que ver con la ocupación enemiga de un pequeño pueblo francés. Es cine poético en su forma más brutal. Con el riesgo de sonar como un purista descerebrado, quizá no haya mejor forma de ver ‘1917’ que yendo a la sala de cine con la pantalla más grande y el mejor sistema de sonido que puedas encontrar.

Algo que temía antes de ver ‘1917’ era que sus ambiciones técnicas eclipsaran todo lo demás, o que acabara dependiendo enteramente de su gimmick, siendo un triunfo de estilo sobre sustancia. Por fortuna, no fue así. En primera, se trata de un proyecto de suma importancia personal para Sam Mendes (quien además co-escribió el guion, siendo este su primer crédito en ese rubro) ya que se basa en las experiencias de su abuelo, Alfred H. Mendes, durante la Primera Guerra Mundial. El filme justifica el uso del plano secuencia con creces, utilizándolo a su favor para elevar a tope la tensión de una historia en la que el tiempo es el enemigo. Esta, además captura un momento específico dentro de la Primera Guerra Mundial: el seis de abril de 1917, presentando un relato de valentía y sacrificio casi en tiempo real. Las actuaciones de DeanCharles Chapman y George MacKay en los roles protagónicos son grandiosas, y la química entre ambos, formidable (aunque es George quien se lleva las palmas como el actor revelación de la película). Espera también ver a rostros conocidos como Colin Firth, Mark Strong y Benedict Cumberbatch en pequeños papeles (casi cameos) a lo largo de la historia.

A pesar de su gran escala, ‘1917’ se permite tomar respiros dentro de la intensa narrativa y enfocarse en momentos callados dedicados al viaje interno y personal de sus protagonistas, otorgándonos una mirada íntima a los rostros anónimos de la guerra, el terrible daño colateral de la misma, y la belleza accidental presente en el caos. Por último, pero definitivamente no menos importante, la banda sonora original, compuesta por el maestro James Newton Howard, es el perfecto acompañamiento a las escenas más grandiosas e intensas de la película, pero también de las más tranquilas y melancólicas.

VEREDICTO: Con una escala épica y, a la vez, íntima, esta película es un emocionante y tenso paseo entre las trincheras de uno de los peores conflictos armados de los que se tengan registro. Una experiencia cinematográfica única, en la que cada elemento contribuye a revolucionar la manera en que contamos historias de este tipo, desde su asombrosa fotografía, dirección virtuosa, inmersivo diseño sonoro y de producción, majestuosa banda sonora, y sutiles, pero impresionantes efectos visuales; ‘1917’ nos invita a vivir en carne propia los horrores de la guerra, mientras que en el proceso nos cuenta una emotiva y muy humana historia sobre la importancia de mantener la esperanza durante tiempos de crisis.

CALIFICACIÓN: 4.5/5 estrellas.

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