Mi Experiencia en el Hollywood Horrorfest 2019
Por: Pablo Contreras Sánchez
Los festivales de cine son algo maravilloso. Son, esencialmente, una excusa elaborada por parte de cineastas, críticos y gente de la industria para juntarse, ver películas, platicar, beber, botanear, y en general, pasar un buen rato mientras celebran el séptimo arte. No obstante, y aunque los amo en concepto, nunca había tenido la oportunidad de asistir a uno. Eso, hasta que mi ex- compañero de Vancouver Film School y canadiense favorito, Daniel Younger, con quien co- escribí el cortometraje ‘30th Night’, me invitó a acompañarlo al ‘Hollywood Horrorfest’ con sede en la ciudad de Los Ángeles. ¿El motivo? Su guion de tesis había sido seleccionado para competir dentro de dicho festival, y a decir verdad, no hizo falta que me preguntara dos veces.
‘Hollywood Horrorfest’ nació como una iniciativa por parte de cineastas independientes y periodistas de entretenimiento locales para divulgar películas y cortometrajes serie-B (es decir, de bajo presupuesto) y ayudarles a obtener la atención de potenciales distribuidores. Además, es un evento que recauda fondos para beneficio del museo de arte Vincent Price, inspirado en el ícono del terror del mismo nombre, a quien quizá reconozcas como la voz del narrador en el video musical de ‘Thriller’. La edición de este año se llevó a cabo el nueve y diez de agosto en el club Mayflower de North Hollywood.
Daniel y yo reservamos una habitación de hotel no muy lejos de la sede, con el objetivo de poder caminar al festival de ida y vuelta cada que quisiéramos y así ahorrar los costos de Uber; una idea noble, sin duda, hecha un poco insoportable gracias a factores como el calor, el sol y una distancia que en realidad era de aproximadamente cuatro kilómetros (nota personal: no te mudes al estado de California a menos que tengas un automóvil con aire acondicionado). Ah, y la administración del hotel acabó convirtiéndose en una molestia también, ya que por alguna razón decidió no respetar nuestra reserva de habitación con dos camas, y nos dieron solamente una. Lo bueno es que ambos nos consideramos progresistas y no tenemos una masculinidad frágil, porque terminamos compartiendo una cama dividida por tres almohadas. Afortunadamente, esas fueron las únicas molestias que encontramos durante todo el viaje, y ni siquiera tienen que ver con el festival en sí, más bien necesitaba desahogarme (Holiday Inn, te tenemos en la mira).
Pero en fin, entrando en materia, el evento dio inicio alrededor de las ocho de la noche del viernes con la atracción principal: el estreno de la película ‘Exorcismo a 18,300 kilómetros de altura’ con la presencia del cast y crew en el escenario después de la función para una sesión de preguntas y respuestas. La película, una comedia de terror sobre la lucha de un sacerdote contra un demonio suelto en un avión lleno de pintorescos personajes, ciertamente cumple con las expectativas que uno puede tener partiendo de su premisa demente y título increíblemente específico. Hay que tener en cuenta, estas son todas películas independientes hechas por menos de dos o tres millones de dólares, lo cual, si bien, no suena como ‘poco’ dinero, es en realidad toda una proeza dentro de la industria hoy día. Estos no son productos que veremos estrenarse para las masas en miles de pantallas a nivel mundial, sino más bien, entretenimiento de nicho. Son provocativas, desagradables, exageradas, violentas y políticamente incorrectas… pero todo eso es parte de su encanto. ‘Exorcismo…’ es, efectivamente, una película serie-B sacada directamente de los años ochenta, con los valores y moral de la época que no quizá no deberían ser juzgados con estándares actuales. No es para todos, pero vaya que nos divertimos.
La función del viernes fue precedida por la proyección dos de las otras grandes estrellas del festival: cortometrajes. El primero de ellos, ‘Hot Dog’, ganador del premio a ‘Mejor cortometraje gonzo’ (Lo cual traduzco aproximadamente como ‘marihuano’, pero qué sé yo) sigue la travesía de una oficial de policía de Los Ángeles por capturar al dueño de un puesto de hot dogs que utiliza carne de perro para elaborar las salchichas; todo eso suena bastante desagradable de por sí, pero créanme cuando les digo que lo mejor de dicho cortometraje es su inesperado final. El segundo, ‘Death Metal’, ganador por ‘Mejor cortometraje de comedia’, es sobre un metalero callejero fracasado que encuentra una guitarra demoníaca ancestral, con un conjunto muy específico de reglas que debe seguir al pie de la letra, lo cual, por supuesto, él hace, y todos viven felices por siem(EL METALERO ACABA ROMPIÉNDOLAS TODAS Y MASACRANDO A UN MONTÓN DE GENTE DE MANERAS RIDÍCULAS Y CARICATURESCAS EN UN PARQUE)pre.
El sábado por la mañana no alcanzamos a ver el primer lote de cortometrajes, ya que llegamos al festival un poco tarde (pueden culparme por eso) pero nuestro arribo ocurrió justo a tiempo para la proyección del largometraje ‘Automation’, el cual trata sobre una fábrica de ensamblaje que
recibe la noticia de que un robot automatizado está a punto de reemplazar al noventa por ciento de su personal, al mismo tiempo que el robot en cuestión aprende sobre la vida, el amor, y lidia con su pasado violento. Dicha película fue la más premiada del festival, y con justa razón, ya que se trata de una inteligente mezcla de géneros como ciencia ficción, comedia, romance y, por supuesto, terror, de manera genial, inteligente y con una sorprendente cantidad de corazón, tanto en sentido metafórico como literal.
Después de ‘Automation’, vimos una colección de aproximadamente cinco cortometrajes, seguida de ‘Final Cutz’, la última película del evento, y cuya premisa básica es que una escuela de cine en California se ve amenazada por parte de un malvado conglomerado capitalista, por lo que sus profesores y alumnos se reúnen para organizar un último, mini-festival de cine mientras una invasión zombie se gesta en el fondo. Esta alocada y surreal experiencia mejoró drásticamente cuando, durante los créditos, un mensaje apareció en pantalla explicando que, sin tomar en cuenta las hordas de no-muertos, la película está basada en hechos reales, y el proyecto fue realizado a modo de catarsis por el personal de la escuela y sus estudiantes después de enterarse que esta sería cerrada. Dicha revelación nos puso la piel de gallina a Daniel y a mí, y posteriormente, hizo acreedor al filme al primer premio por ‘Mejor película humanitaria’ entregado por el festival. Verdaderamente inspirador.
Hablando del buen Daniel, no debemos olvidar que la razón por la que ambos acabamos en ese lugar fue la nominación de su tesis al premio por ‘Mejor guion de acción/aventura’, el cual ganó y ocasionó que un servidor perdiera la voz por un momento de tanto gritar; pero después de sentirme como madre orgullosa por primer, y quizá única vez en la vida, el festival ya había terminado. Dan y yo nos quedamos un rato más en el recinto, buscando incorporarnos de manera torpe a conversaciones ajenas, compramos una playera conmemorativa del evento, y finalmente, volvimos al cuarto de hotel alrededor de las cinco de la tarde, cuando la posición del sol le permitía bañar gentilmente nuestros rostros en vez de quemarlos. La conversación de vuelta nos vio lidiando con el shock inicial y la nostalgia de ver un proyecto, que vimos evolucionar desde su concepción en clase hace casi dos años, anteponerse a decenas de candidatos de todas partes del mundo para hacerse acreedor a un laurel tan importante como este.
¿Y saben cuál fue la mejor parte? ¡Que la noche del día siguiente, Daniel recibió un correo electrónico indicando que ese mismo guion (llamado ‘Fathoms’, por cierto) había sido seleccionado para competir en OTRO festival! Todavía no sabemos si iremos a ese también, pero estoy increíblemente feliz de verlo cosechar triunfos después de ver el trabajo duro y tremenda dedicación que pone a todo lo que hace. Dan, no sé si estés leyendo esto, y de ser así, dudo que lo puedas entender, pero quiero que sepas que te apoyaré siempre en todo, y además de mi compañero, eres mi amigo. Y es que pasarlo bien con tus amigos es, en mi opinión, de lo que se trata el cine, y es algo que recordé mientras estaba en el festival: reunirme con personas que comparten la misma pasión que yo por el celuloide, tratando de darle sentido al mundo, trayendo a la vida nuestros sueños más alocados y casándolos con nuestras creencias más importantes, es la razón por la que estoy donde estoy, y no tengo planes de ir a ninguna otra parte.
Por lo tanto, si has estado esperando una señal, presta atención: toma una cámara (tienes una en tu bolsillo ahora mismo), reúne a un grupo de amigos, y diviértanse. Diviértanse mucho, recuérdense por qué se enamoraron del cine en primer lugar, y quién sabe, quizá lo que resulte de dicha experiencia se abra paso hasta un evento como este.
En palabras del mismísimo Stanley Kubrick:
‘Si puede ser escrito, o pensado, puede ser filmado’.