CUARTO ACTOPLUMAS DE COATEPEC

A QUITARSE LA CAPA DE SUPER HÉROE

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Por: Alejandro García Rueda

El señalamiento y la acusación son las vías más transitadas hacia un juicio en el que de facto se tiene sentencia. Sin embargo, detenerse a examinar un error o algún incumplimiento es también el acto por el que se revela a quien busca mejorar las cosas. Por supuesto, quien ejerce la crítica argumentada, reposada y bajo una perspectiva constructiva no espera recompensa, pero sí que cada aviso se traduzca en una corrección o —mínimo— se haga mención del fallo cuando asiste la razón.

El gobierno, en cualquiera de sus niveles y de sus formas puede, por ejemplo, tardarse casi una semana, un mes o un año en rectificar. En ciertos casos, la enmienda simplemente no llega a pesar de que todos esos avisos están a la vista de los representantes de los medios; lectores; radioescuchas; televidentes; subscriptores; usuarios de las redes sociales y en suma, del electorado mismo. No obstante, y aun cuando de primera mano las presentes líneas pueden parecer ideas inconexas, es una realidad que el gobierno debe aprovechar mejor esas colaboraciones espontáneas para no dormirse en sus laureles, no darse el permiso de pensar que la tarea está hecha, hacerle frente a la celeridad de los tiempos y evitar ponerles techo a las aspiraciones.

Hay que rehuir a la posibilidad de confundir la escucha activa con la comunicación pasiva para no eternizar el daño a los ojos de unos y al intelecto de otros, máxime cuando las noticias falsas, los chismes y los rumores ganan fuerza en la espuma de los días.

Cuando un gobierno se dedica única y exclusivamente a abrir los micrófonos cuando tiene resultados, está dejando que los infundios crezcan, lo cual implica un riesgo si se considera que —al querer derribarlo— éstos habrán tomado un tamaño que no tenían antes.

Aunque por ahora el éxito es escaso para su causa, lo cierto es que la oposición de hoy está aprendiendo a moverse por otros territorios para defenderse.

Los errores denunciados sirven, en cualquier caso, para sentar un precedente y funcionan como revulsivos del buen accionar cuando van más allá de la burocratización sin respuesta.

¿Qué se quiere decir con esto? Que resulta igualmente coherente con la prometida transparencia del gobierno actual que informe en tiempo y forma, ataje el avance de realidades ficcionadas y eluda el sacralizar los cargos y/o las instituciones porque en el fondo subyace un ápice de humanidad, valor que nos conduce a la empatía social.

Es difícil entender que un gobierno que necesita defender sus logros pueda dar muestra de indiferencia y desdén por comunicar cuando debería ser todo lo contrario porque tiene las condiciones para imponer agenda.

De poco o de nada sirve una respuesta que llega tarde, que resulta ser inviable o que ocurre luego de un inexplicable silencio e inacción.

No debería haber cabida para tácticas electorales en este momento ¿Por qué ponerse de perfil cuando la sociedad reclama que se le hable de frente? El silencio no resuelve una crisis, la agudiza y al sobreproteger la imagen se le condena a no dejarla crecer, a exponerla a la percepción, tal vez desproporcionada, de una gestión nefasta y carente de pulso político. La falta de una respuesta justa y eficaz acelera el preocupante proceso de deshumanización al que asistimos mientras avanzan diversas problemáticas.

Cuando el gobierno dé a conocer que también es propenso a sufrir problemas técnicos se quitará la capa de super héroe, será más humano y evitará la construcción de conclusiones falsas.

La gente puede pedir que el gobierno de su máximo esfuerzo, pero el gobierno no puede pensar que lo ha dado porque cada día tiene que dar respuesta a dos preguntas que se hacen muchos: ¿Por qué voté por ti? y ¿Por qué tendría que volver a elegirte?

Al cierre de estas líneas, quien suscribe aprovecha para hacer de manifiesto su compromiso con el buen entendedor: Sin más ánimo que el de contribuir a mejorar la excelente calidad de la que habitualmente hace gala, reciba un cordial saludo.