Acto de barbarie
René Sánchez García.
En ocasiones se llega a pensar que en México nada sucede, más aún algo que pudiera calificarse como un acto de verdadera barbarie. Por las noticias que a diario corren a través del mundo noticiario televisivo, queda uno convencido que ese tipo de actos pertenecen sólo a los grupos delictivos; pero jamás que los puedan cometer personas como nosotros, no comunes y corrientes, sino como personas que convivimos social y pacíficamente en alguna población dada, donde la vida parece tan monótona, que sólo alcanza para ganarse el pan diario y rendir culto a nuestra fe religiosa. Pero no, lo sucedido en el municipio de Ajalpan, perteneciente al Estado de Puebla, muy cercana a la zona montañosa de Zongolica (Veracruz), demuestra todo lo contrario.
Resulta que el día 15 del mes de octubre pasado, llegaron a esta población dos jóvenes encuestadores de la empresa Marketing Research & Service, a aplicar una encuesta en la comunidad sobre el consumo de tortillas. Pero al medio día, empezó a circular el fuerte rumor de que se trataba de secuestradores peligrosos venidos de otro lugar. El rumor rápidamente se convirtió en temor, el temor en miedo y el miedo en rabia. Sí, esa reacción visceral que no permite pensar, pero si atacar. Ya para la noche, los pobladores decidieron detener a los jóvenes, golpearlos sin cesar y finalmente prenderles fuego en el centro del poblado, allí donde convergen los poderes políticos y religiosos.
La fotografía es bien clara, “se trata de una escena repulsiva por todo lo que significa. Si sólo aparecieran los cuerpos, la fotografía no sería tan patética. Lo ominoso está en el asesinato, en un linchamiento, pero también y sobre todo en la placentera morbosidad, en la satisfacción o indiferencia que aparece en los rostros de varios de los presentes”, dice Beatriz Pagés de la revista Siempre! Una vez sucedido este acto de barbarie, vinieron las reacciones. Por una parte, las agencias encuestadoras firmaron un comunicado demandando justicia y seguridad (tal y como lo hacen los periodistas en este momento) para sus empleados, que por lo regular son jóvenes estudiantes universitarios. Por la otra, las autoridades municipales y los representantes de la iglesia piden no politizar el hecho y pedir por el descanso de las almas de los finados.
Volviendo a la imagen de fotografía, continua diciendo Beatriz Pagés: “Esta imagen muestra la realidad del México profundo. De esa entraña que nadie ha querido ni podido cambiar. El “Holocausto de Ajalpan” tiene su origen en la pobreza y el abandono secular. En el vacío que dejan los gobiernos, mismos que sólo privilegian el proyecto personal”. Ahora parece ser válido hacer justicia por propia mano, utilizando métodos cada vez más inhumanos y salvajes, mismos que llegarán a ser costumbre en cualquier lugar, ante esta situación de falta de valores que priva en México.
En esa comunidad es seguro que debe haber jardines de niños, escuelas primarias, secundarias, tele bachilleratos y educación para los adultos, supongo. Así como también párrocos, sacerdotes, monjas y demás predicadores de la fe. Entonces me pregunto: ¿Qué tipo de enseñanzas dieron a todos esos pobladores con cara de felicidad ante el triunfo obtenido?
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