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     ¡Ahí está el detalle, chato!

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Ahí está el detalle chato

       

                                                 “Parece que se ha ido, pero no es cierto”.

                                                                             Epitafio en su mausoleo

                                                                                                    Por: René Sánchez García     Se necesitaría un espacio mayúsculo para citar todas sus películas, pero he aquí las más conocidas: “No te engañes corazón” (1936), “Águila o sol” (1937), “Ahí está el detalle” (1940), “Ni sangre ni arena” (1941), “Los tres mosqueteros” (1942), “Romeo y Julieta” (1943), “Gran Hotel” (1944), “¡A volar, joven!” (1947), “El Supersabio”  (1948), “Puerta, joven” (1949), “El siete machos” (1950), “Si Yo fuera diputado” (1951), “El señor fotógrafo” (1952), “El bolero de Raquel” (1956), “El analfabeto” (1960), “El extra” (1962), “El padrecito” (1964), “El señor doctor” (1965), “Su Excelencia” (1968), “El profe” (1971), “Don Quijote cabalga de nuevo” (1972 en España), “Conserje en condominio” (1973), “El Ministro y yo” (1975), “El patrullero 777” (1977), y “El barrendero” (1981), que fue la última filmada en México. Ya bastante enfermo pretendió rodar en 1990 la cinta “Welcome María”, a lado de la actriz María Victoria. En total fueron 42 películas y 6 cortometrajes lo realizado a lo largo de su larga y fructífera  existencia.   Quienes han estudiado de cerca su trayectoria aseguran, que en el año de 1964 el actor deja de llamarse Cantinflas y el tradicional “peladito” tiene ya nombre propio en cada film posterior: “Chava”, “Lopitos”, “Justo Leal”, “Margarito”, “Ursulo”, etc. A partir de ese momento se convierte en un verdadero hombre de mundo: amigo de los presidentes mexicanos, compañero de infinidad de artistas, pintores y toreros, viajero incansable a Estados Unidos y España, un enamorado irresistible y discreto de las mujeres más hermosas, filósofo de inagotable ingenio, apasionado y empresario de la fiesta brava y benefactor de sus compañeros actores, pero sobretodo, amigo de los niños.   Jeffrey M. Pilcher, estudioso de la cultura mexicana expresó alguna vez: “Su lenguaje enredoso expresaba elocuentemente las contradicciones de la modernidad como el momento palpitante de todo lo que quiere ser y no puede. De igual forma, las jerarquías sociales, todos cayeron ante su humor caótico para ser reformuladas en nuevas formas revolucionarias”. Que mejor homenaje podemos rendir a este mimo inconfundible, mítico y legendario,  que volver a ver o admirar, pero con otros ojos, su inmenso legado cinematográfico, en especial ese mensaje humano y lleno de valores plasmado en cada film. Pese a las críticas, Cantinflas nunca olvidó su origen humilde y trató siempre de trasmitir felicidad a sus semejantes.                  sagare32@outlook.com  

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