Ars ScribendiPLUMAS DE COATEPEC

ANIVERSARIO NÚMERO 49

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Rafael Rojas Colorado

 

Un 16 de mayo, pero de hace 49 años en el templo de san Jerónimo, el sacerdote Salomón Lemus nos impartió el sacramento del matrimonio, son emociones indecibles, una experiencia única en la vida del ser humano. Momentos de felicidad y de comprometerse con la mujer que amas, familiares y amistades presenciaban el enlace matrimonial, los padrinos entregando anillos, arras y el lazo, símbolos de un profundo significado en la unión de una pareja.

Apenas 19 años de edad, cuando la libertad comienza a abrir sus alas, nosotros adquirimos la responsabilidad de un compromiso de por vida, al menos eso era lo que pensábamos en ese momento, pero el tiempo confirmó que no estábamos equivocados. La ceremonia se realizó todavía en esa atmósfera provinciana, de ciertas costumbres y tradiciones que envolvía a los años setenta, muchas calles del pueblo calzadas con piedra lo reafirmaban. La novia cruzó el atrio del brazo de su padre, quien me la entregó en el umbral de la iglesia y nos dio la bendición, esa era la costumbre de aquel ayer. No puedo explicar lo que sentí, pero cuando recuerdo ese momento experimento una caricia en el alma.

 Los años se fueron sumando unos a otros, nos proporcionaban muchas satisfacciones, pero también nos iban robando lozanía, sin embargo, en cada etapa, nuestra vida se revestía de experiencias y los sueños y anhelos se multiplicaban, sacrificamos la libertad para construir un hogar y regarlo con las gotas de la comprensión, el amor y los detalles, de esta manera fue floreciendo y haciéndose cada vez más sólido.

 

En el transcurrir del tiempo fuimos tejiendo una historia de pareja que inició en plena adolescencia y en los años seniles todavía no termina, seguimos adelante aun cuando los hijos van buscando su destino, están los nietos y una biznieta en cuya sonrisa visualizamos los pasajes de nuestro existir.

La cuarentena roza nuestro aniversario número cuarenta y nueve, sin duda, un espacio para recordar casi medio siglo de vida matrimonial, años en los que la presencia de mi esposa ha sido fundamental, porque su amor es el impulso que me da una razón para vivir, es por ella que escribo estas líneas en las que concibo su juventud, belleza y la vida que consagró a mi lado, sin importar las penurias, para mantener viva la llama del amor, creo que esta es la fuerza espiritual que mantiene unida a una pareja ante cualquier circunstancia,

Elena, gracias por ser mi compañera en el camino de la vida, por formar conmigo un hogar y bendecirlo con nuestros hijos. Sea esta evocación una imagen a través de la cual pueda mirar esa sonrisa que dibujaste en tus labios cuando aceptaste ser mi esposa ante las leyes divinas. Felicidades. rafaelrojascolorado@yahoo.cm.mx

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