Asignatura pendiente
Daniel Badillo
No es por insistir, pero tras las reformas y los anuncios importantes para el futuro del país como el nuevo aeropuerto de la ciudad de México y muchas otras obras de infraestructura urbana, es necesario que el gobierno federal ponga en marcha una gran cruzada nacional contra la corrupción y el combate a las malas prácticas administrativas. El nuevo México que ha ofrecido el presidente de la República: el de las grandes inversiones, el de la modernidad, el del combate a la pobreza y el de mayores oportunidades para todos, es inviable e impensable si no se procede –antes- contra quienes han hecho mal uso de los recursos públicos para su beneficio personal, incrementando sus fortunas y su riqueza mal habidas. Se trata de que paralelamente al avance que México registra en todas las materias como la social, educativa, financiera y de telecomunicaciones, se tomen las medidas pertinentes para castigar a los servidores públicos deshonestos que han abusado del poder para satisfacer sus propias ambiciones.
Sigue pendiente el establecimiento de la Comisión Nacional Anticorrupción, que –al menos en el papel- contaría con delegaciones o representaciones en las entidades federativas a través de comisiones estatales tendientes a revisar, de manera pormenorizada, el ejercicio del gasto público. Para lograrlo se requiere voluntad y firmeza. No titubeos. Y es que la corrupción permea en todos los niveles y en todas las direcciones. Un ejemplo de ello lo constituye el caso de la Línea 12 del metro de la ciudad de México, que tras una exhaustiva revisión por parte de la Contraloría local se determinó sancionar a 33 servidores y ex servidores públicos vinculados con este proyecto, que resultó un verdadero galimatías para las autoridades actuales. Aunque resulte una obviedad, en materia de combate a la corrupción no puede haber borrón y cuenta nueva, ni disculpa que valga. Por el contrario, la revisión de las Cuentas Públicas debe ser exacta, pulcra y sin favorecer a nadie. Debe llegarse a las últimas consecuencias caiga quien caiga, donde el resarcimiento del daño no sea el único castigo que reciban quienes –abusando de la confianza y la buena fe del pueblo- hayan hecho y deshecho con el gasto público, en detrimento de todos.
Porque la corrupción se traduce en obras de mala calidad que redundan, a la postre, en pérdidas al erario social. También, en sobrecostos por bienes y servicios cuyo precio terminará pagando el consumidor final que, en este caso, son los ciudadanos. Ya no nos sorprende que sexenio tras sexenio haya nuevos potentados. Hombres y mujeres cuyos ingresos no se corresponden con sus bienes, porque provienen de un manejo poco escrupuloso y hasta cínico de la hacienda pública. De allí la importancia de poner un alto a los excesos, a la desidia y al abuso de quienes debieran servir al pueblo y terminan sirviéndose de él. Por eso la exigencia de una Comisión Nacional Anticorrupción que investigue, que revise y sancione a quienes han desviado su conducta y su acción para favorecer sus intereses personales. El presidente Benito Juárez lo ponía en estos términos: «Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad. No pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala».
Combatir la corrupción es una asignatura pendiente del gobierno federal que deberá analizarse a profundidad para que el discurso sobre el México de la esperanza y del futuro promisorio que traerán las reformas y las grandes decisiones nacionales, no se empañe por el abuso, la incongruencia y la voracidad de quienes ven al poder como la única vía para enriquecerse, faltando con ello al principio de honestidad, rectitud y probidad de quienes se deben al pueblo, porque de él mana el poder público según se desprende del artículo 39 constitucional. Confiemos en que pronto haya noticias sobre el combate certero y audaz a la corrupción en todos los niveles y en todos los ámbitos. Por el bien del país y de las próximas generaciones, que así sea.