BRUJAS, LISBOA, MADRID.
BRUJAS, LISBOA, MADRID.
Por Rafael Rojas Colorado
“Brujas,
Lisboa, Madrid”, es un libro de viaje que María Enriqueta publicó en el año de
1929 en España. En estas páginas llenas de color y estilo literario, la
escritora narra sus vivencias en esas ciudades europeas, cómo fue su adaptación
a la vida madrileña y a sus costumbres.
Los
pregones de los vendedores ambulantes, al principio la sorprendían y hasta le molestaban,
después percibió en esas voces cierta armonía, la que formaba parte del diario
existir de los vecinos y esos ancestrales barrios, parecían significar la misma
nota musical que emiten los panderos y castañuelas de los Gitanos. Las Murgas
también formaban con su música callejera y canto jocoso el paisaje de lo que
era Madrid en ese momento.
La
calle Palma, la san Andrés, de la Ballesta, el edificio Madrid-Paris, la
hermosa calle Gran Vita, el espíritu del torero, los tranvías, la alegría y los
ingeniosos rótulos de los comercios, formaban parte del folclor español de mil
novecientos diez y seis.
Lisboa,
la ciudad de las calles románticas y angostas, de ensueño y de amor, del idioma
dulce y persuasivo, seductor, poético por naturaleza. La ciudad que gusta
llevar de la mano al visitante por su acogedor paisaje, en el que el tiempo se
quedó sin avanzar desde siglos atrás. La voz de la escritora enuncia que hasta
el musgo es un matiz que embellece a los jardines, las paredes y las escaleras
tapizadas de piedra de las viejas casas, así se comporta Portugal y su calle
Coímbra, que parece imaginaria, esculpida en la fantasía, pero que, al
transitarla, le roba suspiros al pecho del visitante.
Su
visita a Brujas, fue como ser parte de un cuento de las mil y una noche,
conjugar la tristeza en la que la ciudad se hunde desde que fue abandonada por el
Zwin, quien fue su amante por siglos, acercándole riquezas y lujos desde
tierras lejanas, gracias a las embarcaciones, las aguas de este brazo de mar la
acariciaban con amor, ternura y mucha pasión, hasta que un día el mar reclamó
su derecho y, a regaños, regresó al Zwin a su lugar de origen, desde ese
momento la ciudad de Brujas fue abandonada y sumida en la tristeza y en la
pobreza. Aun así, en esa melancolía y nostalgia, la ciudad es un encanto, un
hechizo o quizá un verso. Brujas, la gran dama del Norte, la de los románticos
canales, donde surcan lanchas y Cisnes es un poema en la voz de un bardo.
Brujas
tuvo otro amante, alguien que la amó profundamente, Jorge Rodenbach, él fue
quien inspiró su poesía en esa melancolía, en esa quietud de sus calles y en
ese amor que conformaba la escenografía de la ciudad, cimentada en la época
medieval, nada ha cambiado desde entonces, su espíritu es el mismo. Por esta
razón, María Enriqueta también se enamoró de Brujas, le dedicó su inspiración y
su escritura describiendo su idilio con el mar, las letras parecían himnos
susurrando el abandono y la nostalgia que comunicaban las edificaciones, casas,
torres y santuarios, todas con olor a tiempo y con halos de nostalgia.
“Brujas,
Lisboa, Madrid”, es un libro que posee huellas de María Enriqueta, rastros
nostálgicos de su estancia en Europa, aventuras que marcaron su carácter.
Pasajes que le robaron su edad madura, la envejecieron y arrebataron a sus
seres queridos.
Amigo
lector, lea este libro de viaje, así conocerá de cerca los pasos de la poeta
María Enriqueta Camarillo y Roa, seguramente usted, la sentirá muy cerca y
hasta una lágrima escape de sus ojos. No deje de cultivar la lectura. “Un libro
te guiará por el camino que conduce a la sabiduría”.