Especial

BUEN PADRE… BUEN ESTUDIANTE

Comparte

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los escolares del primero de secundaria creen que es un profesor; algunos maestros lo confunden con un funcionario de la supervisión; él, con coraje, con dignidad, con deseo ardiente, tiene puesta la mirada y el corazón en alcanzar el título de licenciado en derecho para poder contender contra las injusticias gremiales.

 

Ni los deberes familiares, ni sus quehaceres de obrero, ni la edad, lo inhiben para ocupar dentro del aula una silla de paleta junto a los alumnos pubescentes, que, llenos de curiosidad, voltean a verlo como a un ajeno. Son los primeros días de clases, con destreza se dedica a instaurar un ambiente de concordia, respeto, cortesía, y complacido devenga el afecto de los condiscípulos. Tres años pasan muy rápido; concluye la secundaria con promedio de diez, la marcha continúa y es innegable el vacío que deja en esa escuela.

 

Sin que el ingreso para el sustento de la familia se descuide, el segundo escalón del objetivo es el viaje diario a Jalapa, porque considera que DEBE SER BACHILLER. Al situarse en el nuevo lugar, tiene presente que su amigo y compañero de la infancia, con notoriedad desempeña el cargo de director de la escuela preparatoria y eso es ventaja para adaptarse al nuevo ambiente estudiantil.

 

Dos años de ejercitamiento y aplica para su ingreso a la Facultad de Leyes; ahí dispuesto, compagina con diferentes camaradas que le comparten sus juventudes y sus vivencias a cambio de experiencia y de convicciones. Cumplir y cuidar la fuente de su trabajo, sigue siendo lo suyo, en él, tiene 40 años de antigüedad como asalariado, pero lo venidero es bastante  alentador y su mente no registra el flaquear.

 

Un día, el Aula Magna de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana, atestigua la presentación de un examen profesional, donde los miembros del jurado son mucho más jóvenes que el sustentante, caso nada usual. Rebosante de alborozo, el logro esta cubierto y  en la solemnidad de la escena, su esposa y sus hijos derraman lágrimas de alegría al verlo consentir entre las manos el documento que lo acredita como Licenciado en Derecho. El alumno sexagenario, se ha sometido a las asignaturas del alma máter para atravesar el umbral de los profesionales.

 

Alcanzada su creencia, CUMPLE CON EL PROYECTO, entiende que éste, es el inicio del otro que tiene arraigado, el de luchador social, el de combatir contra los prejuicios, el de restar fuerza a las adversidades, pero, sobre todo, el de ganar LA OFENSIVA DE SU TIEMPO (diez años otorgó servicio al Estado).

 

Papacito, donde quiera que estés, el recuerdo de tus buenas actitudes, hace que tus defectos queden opacos y estoy con la certidumbre, en plenitud de vida, de que algún día, en algún lugar, juntos derramaremos carcajadas.

 

¡Ánimo ingao…!

 

Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz

 

Escuche la versión de audio en la voz del «Jarochito»:

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *