Carbonizados
Carbonizados
Por Aurelio Contreras Moreno
Este lunes, los presidentes de México y Estados
Unidos, Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden, respectivamente, sostuvieron
su primera reunión bilateral a distancia en la que abordaron varios temas de la
agenda conjunta de ambos países, mismos que fueron expuestos de manera general
en la declaración conjunta emitida por los dos gobiernos.
De especial relevancia resulta el apartado de
dicha declaración denominado “Cooperación bilateral contra el cambio
climático”, en el que ambos mandatarios “destacaron la importancia de enfrentar
la crisis climática y acordaron explorar áreas de cooperación”.
En el comunicado se señala además que “los
líderes reconocieron los beneficios de reducir los contaminantes climáticos de
corta duración, así como la necesidad de promover la eficiencia energética.
Además, discutieron maneras de trabajar juntos en aras de alcanzar un resultado
exitoso en la Cumbre de Líderes sobre Cambio Climático organizada por los
Estados Unidos y a celebrarse el 22 de abril de este año”.
Todo esto sonaría a un intercambio y toma de
acuerdos sensato y acorde con las necesidades de los tiempos que corren y los
que vendrán en materia de generación de energía y sustentabilidad ambiental.
Empero, en México el discurso y las acciones hacia el interior van en sentido
completamente inverso al de lo hablado con el gobierno estadounidense. Por lo
menos, públicamente.
Un día después de esta declaración, en el
Senado de la República se ratificó sin modificación alguna la nueva Ley de la
Industria Eléctrica que condena a México a depender de la energía generada por
la Comisión Federal de Electricidad (CFE) -que atraviesa por una de sus peores
etapas en cuanto a eficiencia y productividad, gracias a la infame dirección de
Manuel Bartlett Díaz- y relega y casi bloquea por completo el uso de energías
limpias.
Uno de los puntos más polémicos de la nueva –y
al mismo tiempo arcaica- ley es la eliminación del criterio económico para el
despacho de la electricidad. Esto es, no importando el precio, el Centro
Nacional de Control de Energía (Cenace), operador del Sistema Eléctrico
Nacional (SEN), deberá dar prioridad a la energía generada por las
hidroeléctricas de la CFE. En segundo término, a la de combustibles fósiles como
el carbón. Y al final, a la eólica, solar y de ciclo combinado de generadores
privados.
Además, abre la puerta para que las plantas más
viejas y contaminantes de la CFE accedan a los Certificados de Energía Limpia
(CEL), pues la decisión no tomará en cuenta la antigüedad de dichas generadoras
de energía. Y claro, la tomará el gobierno de la “cuarta”.
La “justificación” de las autoridades del
sector -apoyada por supuestos académicos a los que sus universidades deberían
retirarles sus grados por sostener tamañas estupideces- es que las energías
limpias como la solar o la eólica son “intermitentes”, pues ¡de noche no sale
el sol y no siempre corre el viento! Explicación” tan colosalmente idiota que
hasta parecería que se trata de un chiste.
Pero están hablando en serio. O por lo menos,
simulan que no saben que existen mecanismos de almacenamiento de energía que en
países como Dinamarca –con todo y que es una potencia petrolera- permiten que
varios días al año sus industrias y sus hogares se alimenten exclusivamente de fuentes de
energía renovables.
Es impensable que en el gobierno de Biden no
supieran lo que iba a suceder en el Congreso mexicano con la reforma de ley
impulsada directamente por López Obrador. Y por ello cobra mayor relevancia la
iniciativa presentada este mismo martes 2 de marzo, un día después de la
reunión, por el Partido Demócrata en la Cámara de Representantes de Estados
Unidos en materia ambiental.
El proyecto de Ley de Liderazgo Climático y Acción
Ambiental para el Futuro de nuestra Nación (CLEAN, por sus siglas en inglés)
tiene entre sus objetivos la producción de 80 por ciento de electricidad limpia
para 2030 y la total “descarbonización” de su red eléctrica para el año 2035,
estableciendo estos porcentajes como un estándar para las ventas minoristas en
ese país.
La propuesta de ley, que retoma muchas promesas
de campaña de Biden, se plantea incluso que la economía de los Estados Unidos
esté totalmente “descarbonizada” para el año 2050.
Pero como en México lo único que cuenta para
quienes hoy gobiernan es hacer negocios a la “antigüita”, el medio ambiente y
el futuro del país les vale madre. ¡Que se carbonice! Literal.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras