Ciencia y Tecnología en Coatepec (*)
Ciencia y Tecnología tienen muchas definiciones.
En cuanto a la palabra Ciencia, una definición es “todo aquel conocimiento adquirido a través del estudio o de la práctica, constituido por una serie de principios y leyes, deducidos mediante la observación y el razonamiento, y estructurados sistemáticamente para su comprensión”. Ciencia significa “conocimiento” o “saber”.
Asimismo, la Tecnología se puede ver como un producto de la ciencia y la ingeniería que involucra un conjunto de instrumentos, métodos, y técnicas que se encargan de la resolución del conflicto y la obtención de bienes de utilidad práctica que puedan satisfacer las necesidades y deseos de los seres humanos.
Hablar de Ciencia, pero sobre todo de Tecnología en nuestro municipio de Coatepec, es remontarnos en cierta forma al desarrollo económico e industrial que tuvo esta región en los siglos pasados desde que la ciudad, ahora cabecera municipal, fue fundada. Los desarrollos tecnológicos de ahí emanados se sustentaron principalmente en dos rubros: textil y agropecuario. Y esto se dio principalmente en las haciendas, que fueron el modelo económico-social, convertido en unidad productiva de la época. Fue en las mismas en donde ocurrieron principalmente dos desarrollos tecnológicos que a la fecha siguen vigentes: las turbinas para producir fuerza, primero mecánica y luego eléctrica, y los ingenios para el procesamiento de la caña de azúcar. La Tecnología al servicio de la agricultura.
Sin embargo, los desarrollos tecnológicos también se dieron fuera de las haciendas. “La Purísima”, fábrica de hilados y tejidos instalada en la Congregación de las Puentes, Municipio de Coatepec, fue un ejemplo de ello. La fábrica fue fundada en 1882 y trabajaban 94 personas entre hombres, mujeres y niños (con los años, la fábrica sería adquirida por la familia González Nova, dueños de la Comercial Mexicana). La maquinaria utilizada, en un principio era movida por una turbina hidráulica tipo Pelton, que era la que proporcionaba el movimiento a una flecha general para que, a partir de ésta, la energía mecánica fuera transmitida a otras flechas, bandas y poleas para mover las máquinas individualmente. La flecha general estaba acoplada, por un lado a la turbina y por el otro a una pared o viga descansando sobre una chumacera. Para el alumbrado se utilizaban candiles de cera colocados en las paredes.
Muchos años después, se acopló a la turbina un generador eléctrico el cual proporcionaba energía para el alumbrado. Cabe añadir que, con la nacionalización de la industria eléctrica llevada a cabo por el Presidente Adolfo López Mateos en septiembre de 1960, se prohibió la generación de energía por particulares, por lo que ésta se llevó a cabo en “La Purísima” de forma clandestina, por dos lógicas razones: 1) para tener suficiente suministro del fluido eléctrico, y 2) para abatir costos variables, en ese entonces considerablemente altos y que impactaban fuertemente los costos totales de la producción textil. La Tecnología al servicio de la producción.
Posteriormente, con el cambio a un generador de mayor capacidad (de 150 H.P.), se tendieron las primeras líneas de distribución para suministrar energía y así acoplar los primeros motores eléctricos de todos los mecanismos necesarios en el proceso textil: batiente, cardas, estiradores, veloces, tróciles, coneras, canilleras, urdidor, engomador, telares, por nombrar solo a algunas de las máquinas del proceso textil. Los telares de marca “Toyoda”, construidos en 1894 y que debían su nombre al industrial japonés Sakichi Toyoda, inventor de la enrolladora de hilo y quien después convertiría su fábrica textil en la armadora de coches Toyota, fueron los que constituyeron el primer paso para la revolución textil del país del sol
naciente y, posteriormente y quien iba a pensarlo, también de la congregación de las Puentes. “La Purísima” funcionó de 1882 a 1988; y aquí cabe agregar que mi papá, el señor Julio Contreras Viveros quien con los años se convertiría en flamante abogado, trabajó en dicha fábrica por 45 años (desde los 15 a los 60 de edad).
Aún puedo “oler” el proceso textil el cual, con los años, me orillaría a estudiar la carrera de ingeniería. Como se observa, la Ciencia y la Tecnología no tienen fronteras.
Dr. Jaime E. Contreras Díaz
(*) Este escrito fue presentado en el evento del Seminario de Cultura de Coatepec, el día miércoles 29 de julio de 2015 en la Casa de la Cultura de Coatepec