COATEPEC: PUEBLO MAGICO CON DESENCANTO URBANO
Héctor Larios Proa.
Coatepec, Veracruz, poseé el título de “Pueblo Mágico” desde el año 2006. Es un reconocimiento de diversas instancias institucionales a los municipios que cuentan con una riqueza cultural y han trabajado para su mantenimiento y conservación de su arquitectura, historia, tradiciones y leyendas. Tener el título de Pueblo Mágico, lo hace acreedor a recibir anualmente dinero en un fondo tripartita de los tres órdenes de gobierno para fortalecer los atributos señalados y constituirse como un destino turístico que impacte en la economía familiar. Es decir, el turismo como principal fuente de su economía. Sin embargo, la ciudad no ha logrado consolidarse bajo esta óptica.
En el cada día más lejano 2006 se vislumbraba un horizonte de la economía de Coatepec, el turismo, alternativa ante la crisis del campo y particularmente del café. Desgraciadamente la falta de visión política de las autoridades en turno desaprovecharon las bondades del programa de Pueblos Mágicos.
Coatepec vive la transición de una comunidad donde sus habitantes cuentan con una identidad que los une gracias a sus simbolismos, usos, costumbres y tradiciones. Sin proponérselo, Coatepec se dirige hacia un estilo de vida individualista, con actitudes ajenas a sus hábitos y adoptando tendencias de las grandes ciudades con los consecuentes repercusiones económicas, sociales, y medioambientales.
Así su destino se une a la de ciudades de crecimiento desordenado por la falta de planeación. La cercanía con la capital del estado, y la riqueza natural de la tierra del mejor café del mundo hace más atractivo el arribo de nuevos habitantes. Los afortunados que cuentan con trabajo prefieren vivir en Coatepec que en otro municipio del área metropolitana. Los menos afortunados, expulsados de sus lugares de origen, vienen en busca de oportunidades para ser pioneros de nuevas colonias populares o cinturones de miseria, caldo de cultivo de “clientes” de partidos políticos que lucran con la pobreza y desigualdad social en tiempos electorales, y en donde se cambian votos por láminas, despensas, pies de casa y otros faltantes.
Lo que se percibe en este proceso es que la gente llega primero a asentamientos irregulares, después el ayuntamiento gastará en “satisfacer” la carencia de servicios (sin calidad) en algunas colonias (que “se cree” tiene comprada). Acción que se conjuga con la corrupción en los permisos y cambios de uso de suelo. La labor de gobierno se reduce a la oportunidad de realizar obra. Bendito ramo 33. Pavimentar calles, que arrojan enormes beneficios a constructoras, cementeras, y políticos que se las saben de todas para arreglarse con ellos. Evitan tomar medidas que les propone la ciudadanía para mejorar la vialidad y políticas de movilidad que resolverían problemas cotidianos como el tránsito vehicular, que destruye el pavimento de las calles de un pueblo que se resiste a ser ciudad. El resultado es que el gasto en obra pública se incrementa significativamente abarcando la mayor parte del presupuesto por la pésima planeación, y en el fondo tiene en la corrupción su inspiración.
El crecimiento exponencial del Coatepec, donde se habita pero no se vive, lo consolida como una ciudad dormitorio, porque no existe una planeación urbana con visión transversal que integre a los nuevos pobladores ofertando escuelas, centros de trabajo, salud, recreación. Las Políticas Transversales son proyectadas a largo plazo.
En consecuencia se va diluyendo la identidad y sentido de pertenencia, día a día las familias viven fenómenos que antes solo conocíamos por la prensa o la televisión. Hasta la sana costumbre de saludar al prójimo ha ido desapareciendo. Al mismo tiempo se van creando condiciones de riesgo que amenazan la convivencia armónica y comienzan a aparecer indicadores delictivos. La cohesión social se disuelve como gotas de agua en el desierto, de la misma manera que el interés en el acontecer del pueblo, las colonias, las calles, la economía, sus festejos, la política.
Ante el inminente cambio de administración tenemos que aspirar a tener un Coatepec habitable, seguro, que brinde calidad de vida para todos sus habitantes. Así lo demanda la sociedad. No admitamos que el presupuesto no alcanza, y las justificaciones de lo que significa administrar la austeridad, son eso: justificaciones.
No permitamos que sigan enterrando a Coatepec. Recuperemos su magia natural y este fin de año digamos adiós al pueblo mágico con desencanto urbano.