Peñaloza Deportivo

EL LEGADO DE MANDELA

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Pedro Peñaloza

«Llevo encima todas las heridas de las batallas que evité».

Fernando Pessoa 

LA mayoría de los atletas en el Mundo temen hablar de política, creen que no les corresponde expresar su opinión acerca de temas fuera de su ámbito, piensan que la política no se lleva con el deporte. Sin embargo, la historia del siglo XX no se podría comprender sin revisar las Olimpiadas de Berlín en 1936, con una gran actuación de Jesse Owens en plena expansión del régimen Nazi, o el Mundial de Argentina 1978, que sirvió para legitimar la brutal Dictadura de Videla. Asimismo, el inolvidable saludo de Tommie Smith y John Carlos con el guante negro en los aires reivindicando el «Black Power», después de ganar oro y bronce, respectivamente, en los Juegos Olímpicos de México 1968. La política y el deporte siempre han ido de la mano y han sido instrumentos fundamentales para los gobiernos en turno. No nos alcanzaría el espacio para mencionar todos los eventos deportivos que han influido en el devenir de la historia. Ahora bien, uno de los casos más emblemáticos de la utilización del deporte como instrumento político se llevó a cabo en Sudáfrica, con la llegada de Nelson Mandela a la presidencia. Expliquémonos: desde 1948, en la Nación sudafricana existía un gobierno que promovió la segregación racial, llamado «apartheid», lo cual significaba crear espacios cerrados, herméticos, para blancos y negros, prohibiendo la interacción entre ambas razas.

Los gobiernos occidentales y los llamados del «Bloque Comunista» dieron su apoyo a este régimen, es más, etiquetaron de terroristas a aquellos que se oponían al régimen de los Afrikáner, al dominio blanco. Uno de los líderes de la oposición, agrupados en el congreso Nacional Africano (CNA), fue un joven llamado Nelson Mandela, quien fue encarcelado por el gobierno durante 27 años y 15 en confinamiento solitario (1964-1991). Con la caída del sistema del «apartheid», en 1989, Mandela fue indultado por el presidente Frederick de Klerk en 1990, consiguiendo su libertad. La mayoría de los sudafricanos pensó que el ex encarcelado Mandela iba a establecer el dominio negro, como represalia al antiguo régimen. Fue ahí cuando el líder sudafricano mostró su grandeza, proclamando la igualdad entre los hombres, nunca más una Sudáfrica dividida. La población sudafricana se mostraba desconfiada, y los brotes de violencia no se hicieron esperar, la transición pacífica a una democracia cada vez se veía más lejana. Mandela tenía el reto de unir a un país herido, con mucha sangre derramada. Necesitaba encontrar un factor que uniera a su país, y lo encontró en el deporte, en el rugby. El rugby representaba a la minoría blanca en el poder, era el deporte del régimen, por lo tanto, la mayoría negra lo despreciaba. Sin embargo, Mandela, que encontraba amigos en sus enemigos, supo ganarse al equipo, en el cual solamente había un jugador negro, Chester Williams, y con ellos a una Nación. Fue la primera vez que los negros y blancos luchaban por un objetivo en común. Traer este tema a nuestras notas representa una invitación para quienes ven una disociación entre el deporte y la política; tengan conciencia que ninguna actividad humana está al margen de los resortes de la política. Y esto es conveniente entenderlo, puesto que a veces con «apoliticismo» superficial se pretenden ocultar los verdaderos intereses que subyacen en las actividades deportivas. Dejémonos de hipocresías y de simulaciones: el deporte es una bella actividad, pero no puede funcionar masivamente si no se tienen instrumentos políticos de todo tipo para que pueda llegar a buen puerto. Algo Más. Por eso, fue correcto que en México hace unos días se le rindiera un minuto de aplausos a Mandela en los partidos de la Liguilla, pero existe una duda razonable: ¿Acaso los jugadores tienen alguna idea de quién fue Mandela? Seguramente no, la mayoría son groseramente ignorantes.

pedropenaloza@yahoo.com

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