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¿De qué izquierda hablamos?

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Pedro Peñaloza

“La esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo.

Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales”.

Carlos Marx (Tesis sobre Feuerbach)

1. La izquierda en su laberinto. Tengamos cuidado, en la caracterización de un partido de izquierda, puesto que ahora, cualquier travestista se ostenta como de izquierda. Claro, estamos hablando de que ahora ser de izquierda es muy fácil, basta tener amigos, influencias y quizá dinero para conformar pequeñas mafias que le puedan ser útiles al sistema de dominación. También, otra vía para ser de izquierda es romper con la militancia en el PRI, despotricar contra el tricolor, eso ya garantiza que se otorgue la patente de izquierda.  Lo que es real y verificable es que hoy el país tiene una izquierda de caricatura. Cuadros impreparados, ocurrentes y gritones. No más. El panorama es devastador, las llamadas izquierdas, legales, semilegales y clandestinas no se han erigido como alternativas reales de poder. Las dos primeras han optado por doblegarse frente a los poderosos y la última ha optado por navegar en la abstracción y la ineficacia.

2. Izquierda miope y arribista. El principal referente electoral de la izquierda, es el PRD, partido que se gestó al calor de una ruptura en las filas del PRI de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros, “descubrieron” que la que había sido su casa ya no lo era más. Este par de personajes -más Cárdenas-, se convirtieron en el punto de referencia de una izquierda atomizada y atrapada por pequeñas miserias internas. El apellido y la coyuntura unieron. Ahí llegaron los abstencionistas, los centristas, los maoístas en varias versiones, un puñado de trotskistas que se dividieron inmediatamente, neoestalinistas de varios ropajes y hasta una ensalada de expriístas desempleados que veían en el PRD un suculento manjar para seguir viviendo del presupuesto. En el primer periodo, el hijo del General se rodeó de un grupo de corifeos para ejercer desde su infinito poder un autoritarismo similar a la cultura del presidencialismo mexicano. Decidía todo, “no se movía una hoja sin que él lo autorizara”. Lo irónico, fue que su séquito era de expriístas y “radicales” que le decían a todo “sí, ingeniero”; las posteriores dirigencias perredistas reprodujeron los mismos vicios de la cultura antidemocrática. No hubo un presidente que rompiera con esa cultura. López Obrador (inventado y ungido por Cárdenas) reunía las características del viejo PRI. Una vez que se desplazó del poder a Cárdenas y a López Obrador, por parte de una corriente creada por Echeverría (los llamados “Chuchos), el PRD evolucionó a ser una simple marioneta para los juegos de poder con Los Pinos. Ahora, el desastre está a la vista. Dos agrupamientos de la misma matriz, PRD y Morena, se disputan al electorado mediante un discurso nacionalista tardío.

3. El electorado mareado e izquierda oportunista. La izquierda electoral, específicamente el PRD, ya no es una opción de poder como lo fue en 1989, la orfandad programática y las limitaciones políticas hacen que el panorama inmediato y mediato sea desolador. A lo único que están apostando en las izquierdas es, proponer un mesías que les garantice mantenerse en la legalidad. Por eso, los posibles candidatos, Mancera, López Obrador y hasta Ramón de la Fuente, sustituyen el corazón programático de las izquierdas. En tanto, el punto neurálgico que le dio origen histórico a la izquierda, esto es, “la lucha contra los privilegios”, ha desaparecido de los planteamientos de los partidos y de diversos organismos que se autonombran de izquierda. La náusea.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

 

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