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Dulces tentaciones en la Festividad de Todos Santos

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CRÓNICA COATEPECANA

Dr. Jesús J. Bonilla Palmeros

 

No podemos negar que es muy difícil contener la tentación de apropiarse de uno de los dulces que conforman la ofrenda de Todos Santos. En concreto, los variados postres que se elaboraban para ofrendar el día 31 de octubre a las almas de los difuntos pequeños, ofrendas que han variado con el paso de los años y el dinamismo cultural en el que se ven inmersas varias de las prácticas culturales, o en su caso la introducción de nuevos elementos y creencias, derivadas tanto de la llegada de personas procedentes de otras regiones culturales y las modas extranjeras que se divulgan en las redes sociales.

            Hacia la última década del siglo XX, tiempo en el que montábamos exposiciones de altares en la Casa de Cultura de Coatepec, logramos entrevistar a muchas personas ancianas con el fin de recabar información y exponer los altares de antaño, en apego a las antiguas tradiciones que identifican a la población coatepecana. Las entrevistas realizadas en aquel entonces, nos permitieron rescatar los diversos tipos de altares que se hacían en las casas de la ciudad, así como las numerosas interpretaciones en torno a cada uno de los elementos que integraban los altares tradicionales.

            De los datos recabados en aquellos años, hoy vamos a presentarles estimados lectores, las referencias de los diversos postres ofrendados en los altares, mismos que a continuación detallamos:

El guayabate se elaboraba con todo el fruto, previa limpieza con abundante agua y un estropajo, se eliminaba la pequeña corona de color negro y se partía en pedazos para llevarlo al molino de nixtamal. La pasta resultante tenía una sensación arenosa al tacto porque se molía con todo y semillas, ya molidas las guayabas, se preparaba una miel con azúcar y un poco de agua en una de las famosas pailas de cobre, cuyas paredes estaban estañadas y así evitar posteriores contaminaciones por dejar al contacto del cobre los alimentos por mucho tiempo. A la miel preparada, se le agregaban las guayabas molidas y se cocía la pasta hasta que espesara, el problema de hacer este rico dulce, era el de que brincaba mucho la pasta caliente y originaba quemaduras muy dolorosas.

Al dulce de guayaba se le conoce con el nombre de guayabate y se depositaba en unos carretes manufacturados con viruta –pequeños recipientes que elaboraban los carpinteros especialmente para estas fechas- y dentro del dulce se clavaban unas varitas que en su extremo superior llevaban pegadas unas banderitas de papel china picado.

Jamoncillo de pipián, originalmente se ponían unas barritas de jamoncillo, tiempo después se hacían borreguitos que representaban el Agnus Dei (Cordero de Dios), o pequeños gallitos de la misma pasta del jamoncillo que se colocaban dentro de huacalitos manufacturados con los palitos de las paletas. Huacalitos que podían ir pintados de amarillo y una flor de papel troquelado o una poquita de brillantina, y a veces se tapaba con un cuadrito de papel de china también picado. Tiempo después, se fueron diversificando las figuras de jamoncillo, entre las que destacan: animales, frutas y calaveras, entre otras formas.

Pepitorias, las famosas pepitorias se elaboraban con las semillas peladas del pipián y panela. Las semillas se tostaban a fuego manso y después se agregaban a la miel previamente preparada con la panela y una poquita de agua. Se movía constantemente la mezcla para que no se quemara y se le daba punto de bola dura, este punto se lograba al poner unas gotas de la miel caliente en un platito con agua y acto seguido se trataba de formar una bolita con los dedos dentro del agua, si la bolita resultante mostraba cierta dureza, entonces se retiraba del fuego el dulce, se batía hasta obtener una consistencia semidura y se ponían pequeñas porciones sobre pedazos de hoja de mata de plátano limpias y secas, o en otros casos cuando lograban conseguir papel estraza se hacían las pepitorias sobre el mismo.

            Algunos otros dulces que conformaban las ofrendas era la calabaza de castilla con panela, el manjar de masa con azúcar y agua, o el dulce de maicena y leche, pero llegó el día en que se introdujeron los dulces comerciales, como: los de menta, las moritas, los tehuanos, y demás dulces en envolturas llamativas.

jesus_bonilla1@hotmail.com

 

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