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El lenguaje político

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El lenguaje político

Por Gregorio Jácome Moreno

El lenguaje articulado es una atribución intrínseca a la naturaleza humana, a los animales los mueve el instinto y emiten sonidos onomatopéyicos, en cambio al hombre lo condiciona la razón que adquiere sentido cuando se transforma en palabra, la cual puede ser escrita o verbal. Ahora bien, el lenguaje político o el lenguaje de los políticos, mejor dicho, pareciera una derivación del lenguaje común, elevándolo en algunos casos a los niveles más altos de la retórica y el buen decir, en otros, degradándolo hasta su condición y aplicación más baja y miserable.

Desmenuzando el lenguaje político, se pueden observar junto con Hobbes, cuatro derivaciones del mismo son las siguientes.

a) El pensamiento equivocado. Se da cuando el político carece del conocimiento preciso de una realidad concreta en la cual pretende influir o ejercer su voluntad. Ello se debe a la precipitación arrebatada, a no saber cuáles son los diferentes hilos conductores de una circunstancia determinada dentro de una coyuntura política, por lo conduce a emitir pensamientos equivocados con cual no hace más que engañarse a sí mismo.

b) Uso de las palabras metafóricamente. Es cuando el político utiliza las palabras en un sentido en donde el significado literal es contrario a su verdadera intención, engaña con ello a los demás, se trata de lo que en el futbol se conocer una finta, hablo de las palabras y con ello van implícitas las acciones. Esta es una táctica de los políticos “hábiles” capaces de propiciar escenarios a su conveniencia, pero fallan por una sencilla razón, y es que, a diferencia del pasado al pueblo es ya muy difícil engañar, mucho menos a los correligionarios políticos que manejan los mismos códigos verbales.

c) Declarar cuál es su voluntad y no es cierto. Es la clásica “promesa” política, la mayoría de las veces incumplida. Cuando un político habla de una acción a futuro hay que creerle la mitad si dicha promesa no va acompañada de hechos concretos que avalen tal o cual postura. Ello se da sobre todo en campañas, el 90 % de las promesas no se cumplen. De modo que hay que ser muy cautos pues en política el costo de la mentira es irreversible y demasiado caro.

d) Cuando se usa el lenguaje para agraviarse unos a otros. La política es pasión y ello debe conllevar al debate de ideas civilizado entre partidos o facciones ideológicas distintas, el agravio es sinónimo de ineptitud, cuando las ideas con escasas el político recurre a la ofensa para ganar adeptos. Ello es la parte más baja y ruin de la política. El lenguaje llevado a su fase más ruin. Un político que ofende por ofender es un político enano mental para el cual no debe haber cabida en cual organización que busque el bienestar político de los demás.

Ennoblecer el lenguaje debe ser una de las finalidades del político, la verdad y la transparencia, como formas de respeto hacia los ciudadanos, quien lo entienda de ese modo tendrá éxito en su carrera pública, y quien no, ocupara su sitio correcto dentro del desprecio de nuestro imaginario colectivo.