El orden del desorden
Pedro Peñaloza
Nada es más despreciable que el respeto
basado en el miedo.
Albert Camus.
1. La inestabilidad como categoría del control. El inquilino de Los Pinos sostiene, por primera vez, que existe un proceso deliberado contra su gobierno y proyecto respectivo. Dice Peña: «Las protestas (cuyo objetivo) no está claro. Pareciera que respondieran a un interés de generar desestabilización, desorden social y, sobre todo, de atentar contra el proyecto de nación que hemos impulsado».
El titular del Ejecutivo tiene un grave y complejo problema, a saber, o dice quiénes son los «desestabilizadores» o su discurso es una simple pose demagógica y autoritaria. Por supuesto, debemos evitar ingenuidades, el Presidente está planteando abiertamente una amenaza, la cual no debe evadirse y encararse con claridad. El joven imberbe esboza, a su manera, una nueva relación contra quienes discrepan con sus políticas. Es decir, el tufo excluyente de un grupo gobernante inexperto asoma el brazo punitivo.
¿Desde cuándo es ilegal discrepar del proyecto del grupo gobernante? Aquí es donde el Presidente confunde la magnesia con la gimnasia. Su visión mete en un mismo costal a aquellos que han venido utilizando métodos violentos y primitivos, con quienes tienen un proyecto alternativo al priísmo gobernante. La inconsistencia de su discurso busca presentar a un titular del Ejecutivo Federal «firme», aunque conceptualmente es paupérrimo y pedestre.
2. Un gobierno clasista. El discurso de Cuautitlán de Peña no tiene desperdicio. Dice, sin sonrojo, que: «…no nos vamos a detener. Pareciera que algunas voces unidas a esta violencia y a esta protesta, algunas de ellas fueras de aquellas que no comparten este proyecto de Nación (y) quisieran que el país no creciera (y que) frenara su desarrollo. Nos hemos atrevido a cambiar. Hemos ido es pos de reformas estructurales y de grandes cambios que nos dan una nueva plataforma». ¡Caramba! el licenciado Peña plantea que los «desestabilizadores», no quieren que «el país crezca y frene su desarrollo». ¿Quiénes son esos precapitalistas casi esclavistas que no quieren bienestar social? ¡Por favor! Eso es inventar fantasmas, polemizar con ellos y después derrotarlos.
Pero la pieza oratoria del inquilino de Los Pinos no queda ahí, ya que señaló que esos que se oponen lo hacen porque sus «reformas han afectado intereses de los que muchos tienen y de otros que se oponen al proyecto de nación…»¡Recórcholis! ¿Acaso sus llamadas reformas estructurales afectan a los segmentos burgueses y adinerados del país? ¡De ninguna manera! Es más que claro y reiteradamente comprobado que la orientación del Gobierno peñista está dirigida a fortalecer el modelo de acumulación capitalista en su fase transnacional. Los escribanos del discurso son bastante superficiales y contradictorios. Y Peña lo dijo con convicción.
3. Un horizonte peligroso. El coctel de factores que han detonado la crisis actual son múltiples y diversos. Se han conjuntado elementos de coyuntura, circunstancias impredecibles y una gigantesca impericia del grupo gobernante. Ahora, ante la incapacidad para resolver los problemas que le han estallado en las manos a la clase política, todos los partidos han reaccionado con la misma inercia burocrática y conservadora, al tratar de dar respuestas cosméticas a problemas sistémicos. Lo único que tienen claro, en la elite del poder, es el gatillo de la represión.
Epílogo. Ahora, muchos meses después, el ciudadano Presidente anuncia que dará a conocer los detalles de su declaración patrimonial. ¿Y por qué hasta ahora? ¿Qué lo impulsó a semejante desplante de transparencia? Los tiempos se le voltearon. En tanto, su mujer habla de muchos millones de pesos, otras mujeres han trabajado toda su vida y nunca abandonaron la pobreza. En efecto, la brutal diferencia de clases.
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