El Príncipe de la Canción
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Por Rafael Rojas Colorado
Casi todos sabemos querer, pero pocos sabemos amar, es que amar y querer no es igual…entre infinidad de murmullos artísticos emergió esa voz que muy pronto comenzó a hechizar al oído humano. Su textura fonética poseía calidez y belleza muy parecida a un himno de amor y gratitud a la vida. Por esta concepción divina de la naturaleza el género humano le rendiría tributo.
Transcurrían los años sesenta, un adolescente llamado, José Rómulo Sosa Ortiz, incursiona en la música y el canto; un camino sumamente espinoso en el mundo de la farándula, pero en el que acentuó el primer paso con “La nave del olvido” de Dino Ramos. Los expertos en el arte de este campo le vislumbraron un camino halagador. Cuando representó a México en el II Festival de la canción latina con su tema el triste, aún no terminaba, cuando cantantes de la talla de un Marco Antonio Muñiz, Alberto Vásquez y Angélica María, con sus aplausos aceptaban que estaban frente a una promesa de la canción que el tiempo depuraría en una realidad. Dominó el canto en todos los tonos que este arte exige, además fue un extraordinario actor que investía como propias las historias que interpretaba.
Hablar de las canciones de José José, sería escribir algunos libros, pero solo me conformo con trazar unas breves líneas a su recuerdo, por todo aquello que nos regaló en sus versos musicales. En ellos se entrelazaron bellos momentos de nuestra vida, creo que todos los que fuimos sus fans, albergamos recuerdos relacionados con sus canciones, por ejemplo, en la bohemia, enamorarse o frustrarse por aquello que no se logró conquistar, despedidas y alegrías, en fin, cada quien tiene su propia historia que le hace vibrar de emoción en torno a esas poesías musicales en la voz del príncipe de la canción.
En lo personal, recuerdo a tantos amigos con los que conviví en la lejana juventud, vivencias compartidas y cobijadas por los temas, “Gavilán o paloma”, “Amor amor”, “Volcán”, “Lo que un día fue no será” entre muchas otras, esa ilusión que no se concretó la desahogábamos en “Pruébame”, o “Si me dejas ahora”, la lista resulta interminable, pero con José José fui joven, adulto y su canto me llena de nostalgia en la tercera edad, acercándome esos ayeres de Bohemia, trabajo, deporte, dejar fluir las ilusiones y fantasías o de reuniones familiares, esos fragmentos de tiempo fueron matizados por esa voz bañada en la fuente de Castalia. Gracias José por tu testamento musical.
José José fue un cantante que, por sus extraordinarias cualidades artísticas, se agigantaba en los escenarios, lo aclamaban las multitudes, pero más aún lo amábamos, siempre ocupó un espacio en su público. Pero mientras esto sucedía en los lugares que se presentaba, cuando estaba ausente de ellos se refugiaba en las bajas pasiones, quizá deseaba liberar emociones reprimidas, traumas con los que marca la vida al ser humano. Es probable que fue el vino el que comenzó a lastimar sus cuerdas bucales. El 14 de octubre de 1997, tuve la oportunidad de conocerlo y escucharlo en el Teatro del estado en la ciudad de Xalapa, Ver. Su voz ya estaba lastimada, a media presentación dejó de cantar y guardó silencio por unos minutos, con sus dos manos sujetó el micrófono y se lo colocó en el pecho, elevó los ojos al cielo y con mucho sentimiento expresó una oración al creador. “Dios mío, pon arrugas en mi piel, tiñe mi cabello de blanco, pero no me quites la voz, si no canto no vivo”, finalizo. Los aplausos fueron ensordecedores, una manera de solidarizarse y manifestarle el cariño y el reconocimiento a su grandeza como cantante, ya no lo era en ese momento, pero su voz ya estaba grabada para siempre en el corazón de sus seguidores.
Las demás enfermedades llegaron por añadidura y lentamente lo llevaron a la tumba. El 28 de septiembre de año 2019 a los 71 años de edad se le escapó la resonancia de la vida. La voz de José José se ahogó en el absoluto silencio y es de las que ya no nacen porque es insustituible, agradezco a la vida que me dio la oportunidad de escucharla, fue algo bello. José, tus canciones son como infinitos caminos, en los que perpetuas tu existencia, porque siempre permanecerás vivo en nuestro corazón.
Es probable que en aquel festival de la canción, te vimos cantar con alegría, pasión, anhelos y profundos deseos de triunfos, pero en ese misterio que envuelve la vida, tal vez tu alma ya presagiaba el inframundo, por esta razón con un halo implícito de tristeza nos decías, Que triste fue decirnos adiós…Nosotros no te decimos adiós sino hasta siempre, José José, mil gracias por tus canciones, en todas permanecen huellas de nuestro existir, tu recuerdo y tu canto lo abrazamos con el terciopelo de la nostalgia, la evocación y la gratitud. Que tu alma encuentre reposo en la eternidad y que sea una estrella la que ilumine tu tumba.