EL RELOJ AVANZA
Entre Columnas
Por
Martín Quitano Martínez
twitter: @mquim1962
«Nuestra lealtad es para las especies y el
planeta.
Nuestra obligación de sobrevivir
no es sólo para nosotros mismos
sino
también para ese cosmos, antiguo y vasto, del cual derivamos.»
Carl Sagan
El Comunicado
de Prensa del pasado 28 de febrero, el Grupo Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático (IPCC) de Berlín, nos deja mayores preocupaciones,
pues resume en sus alertas la profundización de los padecimientos y la
necesidad de asumir acciones urgentes y profundas para asegurar nuestro futuro.
“En las
próximas dos décadas, el planeta afrontará diversos peligros climáticos
inevitables con un calentamiento global de 1,5 °C (2,7 °F). Incluso si se
supera temporalmente este nivel de calentamiento, se generarán impactos graves
adicionales, algunos de los cuales serán irreversibles. Se incrementarán los
riesgos para la sociedad, en particular para la infraestructura y los
asentamientos costeros de baja altitud”.
En
nuestro país, ahora mismo se debate la iniciativa presidencial de reforma
eléctrica, que en apartados especiales se vincula con las características de
generación de energía limpia o no, de la utilización de combustibles fósiles y
combustóleo. Más allá del tema del impacto económico y en relación con las
inversiones o el incumplimiento del marco del TMEC, los impactos ambientales de
tales modificaciones van en sentido contrario con el deber ser y deber hacer,
agravando los datos de un futuro cercano al precipicio.
“El
aumento de olas de calor, sequías e inundaciones ya ha superado los umbrales de
tolerancia de las plantas y los animales, y ha provocado la mortalidad en masa
de diversas especies, como árboles y corales. Estos fenómenos meteorológicos
extremos se producen de manera simultánea, lo cual genera impactos en cascada
que resulta cada vez más difícil controlarlos. Debido a estos fenómenos,
millones de personas han quedado expuestas a una situación de inseguridad
alimentaria e hídrica aguda, especialmente en África, Asia, América Central y
del Sur, así como en islas pequeñas y el Ártico”
“En este
informe se reconoce la interdependencia del clima, la biodiversidad y las
personas, y se integran las ciencias naturales, sociales y económicas más
eficazmente que en las evaluaciones anteriores del IPCC”, explicó Hoesung Lee.
“Se hace hincapié en la necesidad urgente de adoptar medidas inmediatas y más
ambiciosas para hacer frente a los riesgos climáticos. Ya no es posible
continuar con medias tintas”.
En el
comunicado también podemos encontrar planteamientos que nos darían oportunidad
a imaginar alternativas que irían de la mano con la definición de nuevos o
mejores comportamientos sociales pero particularmente institucionales.
“Los
ecosistemas sanos son más resilientes al cambio climático y prestan servicios
indispensables para la vida, como el suministro de alimentos y agua limpia”, aseveró
Hans-Otto Pörtner, Copresidente del Grupo de Trabajo II del IPCC. “Al restaurar
los ecosistemas degradados y conservar, con eficacia y equidad, entre el 30 % y
el 50 % de los hábitats terrestres, marinos y de agua dulce, la sociedad puede
beneficiarse de la capacidad de la naturaleza para absorber y almacenar
carbono, y podemos acelerar los avances en la consecución del desarrollo
sostenible, pero es fundamental contar con el apoyo financiero y político
adecuado”.
El reloj avanza y los llamados a mirar con alarma
lo que nos está pasando, tanto a nivel global como a nivel nacional, parecieran
ser solo parte de un discurso extraño y de confronta para un gobierno federal,
y de todos los niveles, lejano e irresponsable. Enfrascado en su monólogo esquizofrénico,
libera sus manías sin plan alguno que lo ligue realmente con una visión
ambientalista, sino que, por el contrario, en su pantomima discursiva muestra
descarnadamente su rechazo al tema. Ejemplo visible en su abandono a
instituciones del sector y peor aún a la violación de reglas o normativas
ambientales en la realización de sus proyectos prioritarios, o que decir del aterrador
incremento de eventos de agresión hacia activistas defensores de la naturaleza
que en 2021 cerró con 108 de los cuales 25 fueron letales.
De no actuar, peores días vendrán para todos. Por
ello cada uno debemos asumir nuestra parte, pero también entender que en esa
responsabilidad compartida, los gobiernos y los que detentan los poderes llevan
la mayor responsabilidad. Mientras lo entienden, hagamos lo que nos toque como
sociedad, como personas, entre ello, exigir el derecho a vivir en un ambiente
sano, ellos están para garantizarlo.
DE LA BITÁCORA DE LA
TÍA QUETA
Recordar es volver a sufrir.
Las peores prácticas electorales remasterizadas.