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EL REY GILGAMESH

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EL REY GILGAMESH

Leer el poema de Gilgamesh, es como desafiar el tiempo para viajar más de cuatro mil años hacia el pasado y situarnos en esas culturas babilónicas y asirias que son cimiento en el que se erigen gran parte de la cultura actual de nuestro continente. Es fantástico y maravilloso penetrar en esos pasajes en los que el rey Gilgamesh desarrolló o protagonizó su trascendental aventura épica, y ser fiel testigo de esa conducta en la que toda sabiduría y conocimiento terreno le es insuficiente para su propia satisfacción. Esta inquietud lo conduce a viajar a los confines de la tierra, en busca de lo sagrado, lo divino y la verdadera espiritualidad que, finalmente, no consigue. Su fallido intento confirma por sÍ mismo que el hombre por más que se comprometa y esfuerce jamás logrará la divinización, que solo confiere a los dioses.

 

            El poema es sumamente bello y pleno de imágenes, tal pareciera que el poeta lo escribió sobre la misma piel del rey Uruk. A través de esos versos visualizamos la soberbia ciudad de Uruk, exhibiendo elegantes jardines, calles y mercados en los que la abundancia estaba presente. Es posible que la ciudad fuera visitada por persona y caravanas procedentes de tierras lejanas, en busca de lo que allí se ofrecía.

 

            Otro hermoso pasaje en la que el poeta describe su propia sensibilidad desnudando la imagen que, a través de su verso visualizamos la aguada o estepa, en la que el pastor frente a la belleza de la ramera atestigua su delineado cuerpo al momento de desnudarse para recibirlo y él entregarle su ardor. Es el placer de dar y recibir en el seno de la naturaleza.

 

            El poema es una aportación cultural de la época en la que el hombre ya se pregunta su estancia en el universo. Tal parece que el poema al momento de leerlo lo hacemos nuestro y nos susurra que sirvió de inspiración para religiones que nacieron posteriormente.  Es clara la similitud de algunos pasajes del poema de Gilgamesh, con el cristianismo, ya que hace alusión a un diluvio. En la tablilla número 1, Aruru se lavó las manos, cogió arcilla y la arrojó a la estepa. En la estepa creo al valiente Enkidu. En el Génesis, ( 2-7) se lee entonces Yave Dios formó al hombre con polvo de la tierra. Lo mismo cuando la diosa Ishtar pide a su padre Anu la creación del toro, se expresan siete años de tribulaciones, de la misma forma lo enuncia José en su estancia en Egipto, al momento de interpretar el sueño de Faraón, Génesis, (41-27). Es posible que las aventuras de Gilgamesh, persuadiera el alma del poeta Dante para crear su propio infierno en su máxima obra, “La Divina Comedia”.

 

            En los versos del poema resuena la musicalidad de la época y hasta cierta divinización, la misma que incansablemente busco Gilgamesh para transcender hacia la inmortalidad, pero que el desaliento le comunica que ese espacio es sagrado y por la tanto prohibido para los seres humanos.

 

            Dice Rafael Pérez Gay, Gilgamesh presintió que Enkidu deseaba matarlo, entonces le envió a una doncella con al que hizo el amor siete días y site noches, se debilitó, pero el rey Gilgamesh, comprendió que Enkidu no deseaba matarlo, sino ser su amigo. Ese día nació la prostitución, nació la amistad y nació la literatura.

rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx