EL TIEMPO ES ORO
Rafael Rojas Colorado
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ARS SCRIBENDI
Tercera llamada, tercera llamada. Las luces multicolores comenzaron a iluminar el escenario. Los asistentes al concierto “El tiempo es oro” se emocionaron profundamente cuando aparecieron los cantores en escena. Se respiraba una atmósfera de hechizo. Los músicos desfloraban de sus instrumentos bellos acordes musicales, mientras los aplausos, inundaban la sala de ese teatro que se cimbraba en un efusivo intercambio de emociones.
Los cantores se anunciaron, Carlos Cuevas, dijo el primero, Jorge Muñíz, expreso el segundo. Cada palabra, cada verso hecho canción fluía con tersura de la voz de los cantantes. En cada interpretación estaba presente la añoranza, la evocación y el amor. Los asistentes poco a poco iban penetrando en esas diáfanas imágenes que develaban las canciones. Sin aviso alguno los suspiros comenzaron a escaparse y, fue inevitable, el volver a situarse con la sensibilidad en aquellas épocas, cuando el palpitar del corazón jugaba a enamorarse, sino es que ya lo estaba, y esas vivencias se entrelazaban con las melodías en boga. Estas resonancias sentimentales fueron las responsables de conducir a los asistentes a la sala del Teatro del Estado, para ocupar una butaca y recibir un ramillete de canciones revestidas de nostalgia, añoranza, evocación y amor.
Conforme avanzaba el concierto el canto iba desnudando los mil recuerdos, los tiempos idos, los que ya no vuelven más que con el hechizo de la nostalgia, que en cada interpretación se avivaba más y más agitando los corazones del público y robando alguna discreta lágrima de emoción.
Los rapsodas, a cada instante persuadían la sensibilidad de las personas que por días esperaron ese emotivo momento para disfrutar la actuación musical vecina de la poesía. La gente estaba atenta a cada interpretación y se identificaba con alguna canción en especial, anhelando que el tiempo se detuviera, porque estaba presente el ayer, lo que un día fue la juventud, lo que se protagonizó sin saber que formaría parte de una época que en esos instantes nuevamente la abrazaban las emociones. Esto es lo que se llama vida en el ser humano.
Cada melodía develaba un poema, una manera de expresar el amor al ser amado. Tal vez una vivencia que en determinado tiempo afloró alegría, o quizá tristeza o provocó suspiros acariciando un sueño que pronto se haría realidad. Las canciones se inspiran en todos estos aconteceres del diario vivir; es la musa en la que el poeta se embriaga de emoción, sentimiento y pasión para esculpirla en versos y poemas.
El recital llegaba a su final. El poema de despedida “Por amor” todos los asistentes lo entonaban conducidos por la voz de los juglares del canto. Las luces se encendieron anunciando que el recital había terminado, pero el ensueño perdurará en la intimidad de cada uno de los asistentes que jamás olvidará la fecha 4 de junio de 20016.