Entre Columnas

Enfrentar las consecuencias

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Martín Quitano Martínez

mquim1962@hotmail.com

 

 

En la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias.

Robert Green Ingersoll (1833-1899) Político y orador norteamericano.

 

Los dos próximos años de quehacer gubernamental de la clase política veracruzana que asume el control de los poderes en nuestra vapuleada entidad, están ciertamente marcados por su brevedad temporal, por su excepcionalidad electoral y por el compromiso histórico de enaltecer este momento de la historia política de Veracruz: demostrar que la alternancia del ejecutivo estatal y una composición legislativa divida sean garantes de una obligada tarea de búsqueda de acuerdos, amplia sensibilidad y tacto político enmarcados en el cumplimiento de la ley.

 

Sin duda hay dos elementos que dan identidad y denominación de origen a los últimos ejercicios de gobierno veracruzano: la corrupción y la impunidad. En una entidad donde se ha gozado del “pinche poder” de forma perversa, donde toda acción política y todo comportamiento podía tener precio y ser comprado, el cinismo se afianzó y aún grita destemplada y alocadamente en los estertores de su final.

Desde antes, pero marcadamente en los últimos doce años, en Veracruz el estado de derecho se arrinconó en el desván de lo inútil; el ejercicio público Fidel-Duarte privilegió la opacidad, se regodeo en la triquiñuela, la compra, la simulación y la mentira, ejerció las amenazas e implementó el miedo como mecanismo para disminuir las oposiciones y establecer un estado cleptocrático que hundió financiera y socialmente a la entidad y canceló su desarrollo.

 

Muchos los problemas y complejas las soluciones ante las frágiles condiciones institucionales que deja la administración saliente, después de casi doce años de descomposición, abuso, insensibilidad y desfachatez, lo cual queda en evidencia con la desvergüenza de un gobierno que, obcecado en sus mentiras, enarbola discursos increíbles y/o contradictorios, de la reconciliación a la perorata bravucona, del saqueo flagrante a reformas constitucionales anticorrupción justo antes de irse para que no se les apliquen.

 

La corrupción y la impunidad imperante en doce años son mucho más que un problema de moral o de simple disputa político-partidaria, es un ominoso ejemplo del amplio control y privatización de las actividades y los recursos públicos, encubriendo la malversación, desvío o transferencia de recursos a personas físicas o morales bajo su personal dominio, construyendo fortunas que solo se explican si y solo si hubo un manejo discrecional del presupuesto y de las metas a cumplir.

El voto veracruzano palpable el pasado 5 de junio puede tener varios o muchos componentes para haberse presentado como lo hizo pero sin duda uno de ellos pesa significativamente, el del hartazgo ante tanta y tan evidente corrupción y ante una  impunidad que blindó las prácticas cotidianas de una clase política que ahora debe ser llevada ante la ley.

 

Por lo menos 7 de cada 10 votantes espera que las cosas cambien, que se detenga la corrupción y se aplique la ley. La alternancia en el gobierno estatal veracruzano debe de estar a la altura de una petición precisa y contundente: los que saquearon el patrimonio de todos deben enfrentar la ley y pagar las consecuencias de sus actos u omisiones, no más pero no menos.

 

No debe abordarse como un mecanismo de venganza o revanchismo político que degrade su aplicación como instrumento de control, sino simplemente como el rescate del marco jurídico vigente y aplicable a todos los actos de la administración pública y también se requiere implementar los mecanismos que brinden prevención y sanción ante cualquiera que pretenda continuar con esas prácticas.

 

El reto no es menor y para enfrentarlo se tiene que contar con un ejemplar comportamiento de los funcionarios que vendrán y una amplia y vital convocatoria a la participación ciudadana que goce no solo del espacio sino de los mecanismos que la hagan útil para la supervisión, evaluación y seguimiento de las acciones de gobierno.

 

Definir un mapa de riesgos de los ejercicios públicos respecto de las áreas donde la opacidad permite la discrecionalidad y los abusos, reduciendo, transformando o anulando tales espacios y paralelamente garantizando como protagonista a la ciudadanía, enviará mensajes contundentes de que esta alternancia veracruzana no tiene pies de barro, el plazo es corto pero si existe voluntad y esfuerzo se pueden concretar.

 

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA    

Frente a la intolerancia de cualquier índole, una sociedad multiétnica, pluricultural y diversa.

 

 

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