Especial

Entre el miedo y el amor

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  Por Ramón Durón Ruiz

La sabia frase dicta: «No es grande el que siempre triunfa… sino aquel que jamás se desalienta». No te desalientes, ni te des espacio pa’ claudicar, que la vida es un ejercicio sano de acierto-error; como los borregos cuando dan tope, vamos «pa’lante, pa’ atrás ni pa’ agarrar vuelo», recuerda que «la vida es lo que viene… no lo que fue», y no hay amigos, ni enemigos, solo maestros que te dejan enseñanzas pa’l camino.

HOY descubre los mensajes, la verdad que se oculta tras el milagro de la vida, encuéntrate contigo mismo, expresa tu grandeza.

Hay una relación íntimamente ligada a las dos emociones pilares del animal, -entre ellas el ser humano- se vive entre el miedo y el amor, las dos emociones, manejadas adecuadamente, son sagradas, manejadas estúpidamente son una pesada carga en la vida.

El miedo demuestra que nuestra biología esta íntimamente vinculada a las emociones negativas, por increíble que le parezca, el miedo siempre va de la mano con el odio, el resentimiento, la soledad, la tristeza, la amargura y con los pensamientos negativos que empañan nuestro profundo sentido de vida.

Quien no sabe recibir amor, tiene miedo permanente, entonces está destinado a perder, porque el miedo debilita el sistema inmunológico, altera la presión arterial, paraliza tus sentidos, a la vez que genera en tu organismo: cortisol, glutamato, triglicéridos, que afectan tu sistema de vida; el que camina con miedo, entra en alerta, está en pánico, no goza la vida, no la vive… sobrevive.

El antídoto para todos los males y el elíxir para todos los bienes es el amor incondicional, que al fortalecer tus vínculos, guía por el camino correcto a tu intuición, enraíza firmemente tus valores espirituales, te lleva a disfrutar tu proceso vital plenamente en el aquí y el ahora, despertándote a una realidad espectacular, que te lleva a creer en ti sabiendo que solo es imposible si no lo intentas.

Quien ama lo que es, lo que hace, lo que tiene y lo que da, enciende su luz, ve la vida con los ojos del alma, rompe círculos viciosos transformándolos en círculos virtuosos, vive para siempre, genera felicidad, armonía, paz interior y alegría, le conecta con su maestro Divino, que es creativo e inagotablemente alegre, al encontrar al hombre consigo mismo, crea seres espectaculares que plenos de fe, no tienen tiempo para claudicar.

Así como la luz genera una sombra, el ser iluminado por el amor genera disciplina, autocontrol, visión positiva de futuro, sana alegría, inacabable felicidad, disminuye el ego que siempre tiene la necesidad de ganar.

El amor tiene la magia de hacerte fluir con el universo, atrayendo salud y bienestar; a través de la dopamina, la inmunoglobulina «A», los linfocitos «T», la serotonina, te ayudan a trasformar el dolor en un escalón para tu equilibrio, a reinventarte apasionadamente, a vivir en plenitud y dormir en calma.

El amor te lleva de la palabra al silencio, a entender que a la vez que sabemos algo, ignoramos mucho, por eso es importante jamás dejar de aprender, pasando de las respuestas a las preguntas, del ¿por qué? al ¿para qué?, te activa para enviar bendiciones y te prepara para ser bendecido, porque es infalible: lo que sale del fondo de tu alma, regresa a ti… pero multiplicado.

El amor incondicional, al encontrarte contigo mismo, te conecta con tu brújula interior, llevándote a respetar el templo Divino de tu cuerpo, a escuchar sin interrumpir, te conduce a preguntarte, en esta vida: ¿Qué llegue a aprender y qué a enseñar?, sienta tus pies en la realidad, te invita a ir adelante en pos de tus sueños, te recuerda lo poderoso y grande que eres, que en lo más íntimo de tu ser eres más que materia, eres un majestuoso ser holístico, en el que es trascendente un equilibrio entre lo biopsico-social-espiritual de tu ser.

Un pela’o llega con el campesino de Güémez y le dice:

– Filósofo, amo a la vida tanto como al café, pero… ¿Por qué será que cada vez que me tomo una taza de café, me duele un ‘ingo el ojo derecho?

– ¡Ah chinga, chinga, chinga! -exclama el Filósofo- que cuidadosamente ausculta su ojo, después le pide a su esposa: — ¡Vieja!, por favor sírvele una taza de café.

El pela’o le dice a la señora: -Con tres cucharaditas de azúcar, es que me encanta bien dulce.

El pela’o le sopla y después le da un enorme trago al exquisito café de olla de la casa del campesino de allá mesmo y exclama: – ¡Ay ‘abrón!, ¡ahí ta’ de nuevo!

El Filósofo que lo observa detenidamente le dice: – Mira, ‘abrón, lo único que necesitas es quitar la cucharilla del azúcar…

¡ANTES DE DARLE UN TRAGO AL CAFÉ!

filosofo2006@prodigy.net.mx

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