FORMACIÓN CÍVICA Y ÉTICA… ¿PARA QUÉ?
En la pasada reunión del CTE, los
docentes debíamos seleccionar
un tópico sobre el cual enfocar
nuestros objetivos del
Plan Escolar de
Mejora Continua (PEMC) con
la finalidad de
fortalecer la educación
de los estudiantes
teniendo como sustento la
equidad y la
excelencia; en el cuadernillo que
nos entregaron en esa sesión
nos proponían 6
líneas temáticas que
eran: inclusión, aprendizaje
colaborativo en el
aula, aprendizaje
colaborativo desde la
gestión escolar, formación
cívica y ética en la
vida escolar, escuela y
familias dialogando y
sumando acciones frente
al cambio climático; con mis
compañeros decidimos que
algo importante en
nuestros estudiantes es
cimentar en ellos valores que
les permitan desenvolverse con seguridad para
enfrentar los retos que se presentan en la
actualidad por lo
que elegimos “Formación
Cívica y Ética en
la vida escolar”.
La realidad que viven
nuestros alumnos tanto en
casa como en general dentro de
la sociedad es clave
en la formación de
su personalidad y
por ende marca
la forma en que
se desenvolverán como ciudadanos, una pauta
cultural significativa que produce
cambios determinantes es la presencia
de la tecnología de las
comunicaciones la cual incide
en lo que piensan, en
el valor que le dan a
las cosas, en los intereses y la
manera en que se dan
las relaciones sociales, por
ello tan necesario
reforzar en los
educandos pensamientos y conductas favorables que les apoyen
a tomar decisiones
responsables y autónomas orientadas a una
actuación comprometida y
conciente de su
libertad.
El plan de
estudios ha sido
reformado en varias
ocasiones y en
cada uno de
estos cambios se
le ha restado
o dado importancia
al civismo y a la
ética, actualmente se trata
de rescatar en los
estudiantes valores y conductas importantes como son actuar
con respeto a los
derechos humanos además
de ejercer la
libertad con responsabilidad teniendo
como base la
regulación de su
conducta por decisión
propia, para lograrlo, los
docentes de manera
transversal a todas las
actividades debemos reforzar
las actitudes positivas
de los estudiantes pues
recordemos que en
el caso de secundaria,
los alumnos están
en una etapa
de constantes cambios físicos, psicológicos y
emocionales, por lo que el
rol del docente
debe ser el
de un modelo y un facilitador de las acciones a desarrollar,
pues es el líder del
grupo y quien
posee la habilidad para otorgarle
sentido cívico y
ético a las actividades que
se llevan a cabo.
Cuado reflexiono acerca
del ser y
hacer del docente, pienso que debemos ser
personas con apertura
al cambio con conciencia
de las diferencias
existentes entre los
estudiantes a su
cargo y con
la sensibilidad de
entender la forma en que
estos perciben el
mundo, así mismo debemos actuar
como un facilitador de la capacidad de
autorregulación de los alumnos, potenciando su independencia,
autoaprendizaje y motivando su espíritu colaborativo, no
debemos olvidarnos de
que depende del
maestro el crear
un clima de confianza
armónico en donde
la característica principal
sea el respeto y
el diálogo puesto que
una comunicación motivadora y
empática con el estudiante siempre
será una garantía
de lograr objetivos
en común.
La metodología de
enseñanza de la Formación
Cívica y Ética debe ser
preventiva para capacitar a los estudiantes para vivir en un mundo
caracterizado por el cambio, la incertidumbre y las pocas certezas además de
comunicativa que enfatice las capacidades de
comunicación asertiva, el diálogo y la expresión; para que
sea significativa dicha enseñanza
debe estar basada
en situaciones reales
y desarrollarse en un
ambiente fundamentado en la
democracia y la participación
de esta manera los educandos realmente aprenderán a
partir de la experiencia personal y la
clase no se basará sólo
en actividades aisladas
con temáticas específicas, algunas
de las estrategias
más que recomiendo para
lograr la reflexión
de los estudiantes
acerca de su
conducta son: debate, dilema,
juego de
roles, artículos de opinión,
las cuales deben
de partir de un
acuerdo de las reglas
y pautas a
seguir así como de las
actitudes que deben
de prevalecer como la escucha
activa, esperar turnos para
hablar, dar ideas completas
que surjan de
una reflexión previa, es decir que
estén orientadas en el
análisis crítico, sin
embargo, pueden encontrar
más sugerencias en
la red y
en diversas bibliografías.
Para concluir, un salón de clases
en donde de manera permanente
hay disciplina, tolerancia, equidad
y un pensamiento
crítico y abierto,
es un espacio
donde la Formación
Cívica y Ética prospera
de manera natural.